Cuando el destino nos alcance
1973 

6,7
10.950
Ciencia ficción. Intriga. Thriller
En el año 2022, la población de Nueva York, unos cuarenta millones de habitantes, vive en condiciones miserables. La humanidad ha contaminado y calentado el planeta hasta el punto de que las plantas y los animales prácticamente han desaparecido, y el único sustento disponible es un alimento sintético a base de pláncton, el 'soylent green'. Un día, un caso de asesinato lleva al duro policía Thorn y a su viejo amigo Roth hasta la empresa que lo fabrica. (FILMAFFINITY) [+]
13 de agosto de 2007
13 de agosto de 2007
166 de 189 usuarios han encontrado esta crítica útil
Inmejorable film de ciencia ficción donde los haya. Para mí, una trilogía perversa junto al "Planeta de los Simios" y "El último hombre vivo", todas ellas grandes películas y protagonizadas por Charlton Heston cuando aún era abiertamente crítico y apoyaba películas comprometidas que ponian en tela de juicio un nublado futuro.
Todo el film es un experimento formal desde el punto de vista narrativo pues pasa del género policiaco al melodrama futurista en cuestión de segundos, dando pinceladas críticas y lecciones de compromiso ético que todos los films actuales de sci-fi para sí quisieran.
Yo no me quedo con cosas sueltas, me quedo con todo, con un gran argumento, un final chungo (al igual que los 2 anteriores fims citados), una banda sonora envolvente y un Heston que por aquellos tiempos nadaba en alcohol, jugaba (paradójicamente) a ser el antihéroe americano en producciones con mucho contenido y poco presupuesto.
De E.G. Robinson no sabía que fuera su última película, pero me hace gracia comparar sus escenas con Heston cual "simio" (esa barba, esa estatura) en Planet of the Apes.
Todo el film es un experimento formal desde el punto de vista narrativo pues pasa del género policiaco al melodrama futurista en cuestión de segundos, dando pinceladas críticas y lecciones de compromiso ético que todos los films actuales de sci-fi para sí quisieran.
Yo no me quedo con cosas sueltas, me quedo con todo, con un gran argumento, un final chungo (al igual que los 2 anteriores fims citados), una banda sonora envolvente y un Heston que por aquellos tiempos nadaba en alcohol, jugaba (paradójicamente) a ser el antihéroe americano en producciones con mucho contenido y poco presupuesto.
De E.G. Robinson no sabía que fuera su última película, pero me hace gracia comparar sus escenas con Heston cual "simio" (esa barba, esa estatura) en Planet of the Apes.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Lo que más miedo me da, no es que lo que describe el fin de esta película pueda pasar, sino que el 95% de los films actuales no ofrezca ni siquiera una mirada crítica o social sobre los problemas de la globalización o se cuestione qué comemos cada día.
15 de mayo de 2008
15 de mayo de 2008
105 de 116 usuarios han encontrado esta crítica útil
Soylent Green es una de las grandes películas de la ciencia ficción apocalíptica, género distópico que presenta el mundo yéndose al carajo por culpa de nuestro modo de vida (ya sea por el agotamiento de los recursos, por la guerra o por el holocausto nuclear) y que tiene por tanto un tono crítico respecto al presente, aunque esa crítica suela matizarse y a menudo quede descontextualizada y/o reducida a sus aspectos más obvios y por ello más fácilmente asumibles por el público.
Ambientada en el año 2022, Soylent Green presenta un futuro en el que la Tierra ha quedado yerma por culpa de un cambio climático que ha hecho subir las temperaturas. A ello se une la preocupante superpoblación del planeta. Así pues, tenemos un descenso brutal de los recursos alimenticios y un incremento desproporcionado de la población (¿alguien ha dicho malthusianismo?). La situación es más que preocupante, menos mal que tenemos nuestro soylent green para alimentarnos... ¿qué haríamos sin él?
El futuro presentado es netamente distópico: no aparecen nuevos adelantos tecnológicos espectaculares ni coches volando ni nada por el estilo, este futuro tiene un aire más bien cutre, lo que se podría achacar tanto a que el guionista quiso presentar una historia desnuda, sin aditivos, como a la falta de presupuesto de la producción y las limitaciones de los efectos especiales. Pero lo que es cierto es que este aire “cutre” le concede un cierto encanto y, sobre todo, lo hace más cercano, más creíble y, por ello, más temible. Ese futuro se parece más al pasado (al de comienzos del siglo XX) que a lo que esperaríamos de una sociedad por venir.
Estamos frente una sociedad en la que los que son ricos viven muy bien, ellos sí pueden comer carne de buey y otros manjares como fresas (a 150 dólares el bote, oiga), y disfrutar de prostitutas de lujo a juego con la casa como si de "mobiliario" (como se las llama en la película) se tratase; mientras, los pobres se mueren literalmente y por miles en calles e iglesias convertidas en hospicios. Una sociedad en la que los polis no tienen recursos, son corruptos y muy violentos (y con unos uniformes que parecen los de un electricista) y la ley no vale nada frente al poder y el dinero (esto también me suena). Hay una escena que ejemplifica esto perfectamente: Charlton Heston haciendo de poli bueno (a pesar de ser un fascista, el expresidente alcohólico de la ANR actuó en algunas películas memorables) interroga al guardaespaldas del ricachón que acaba de morir en su lujosa casa: «-¿Cuál era su nombre completo? -William R. Simonson. -¿Profesión? -Rico». Poco más se puede añadir.
Ambientada en el año 2022, Soylent Green presenta un futuro en el que la Tierra ha quedado yerma por culpa de un cambio climático que ha hecho subir las temperaturas. A ello se une la preocupante superpoblación del planeta. Así pues, tenemos un descenso brutal de los recursos alimenticios y un incremento desproporcionado de la población (¿alguien ha dicho malthusianismo?). La situación es más que preocupante, menos mal que tenemos nuestro soylent green para alimentarnos... ¿qué haríamos sin él?
El futuro presentado es netamente distópico: no aparecen nuevos adelantos tecnológicos espectaculares ni coches volando ni nada por el estilo, este futuro tiene un aire más bien cutre, lo que se podría achacar tanto a que el guionista quiso presentar una historia desnuda, sin aditivos, como a la falta de presupuesto de la producción y las limitaciones de los efectos especiales. Pero lo que es cierto es que este aire “cutre” le concede un cierto encanto y, sobre todo, lo hace más cercano, más creíble y, por ello, más temible. Ese futuro se parece más al pasado (al de comienzos del siglo XX) que a lo que esperaríamos de una sociedad por venir.
Estamos frente una sociedad en la que los que son ricos viven muy bien, ellos sí pueden comer carne de buey y otros manjares como fresas (a 150 dólares el bote, oiga), y disfrutar de prostitutas de lujo a juego con la casa como si de "mobiliario" (como se las llama en la película) se tratase; mientras, los pobres se mueren literalmente y por miles en calles e iglesias convertidas en hospicios. Una sociedad en la que los polis no tienen recursos, son corruptos y muy violentos (y con unos uniformes que parecen los de un electricista) y la ley no vale nada frente al poder y el dinero (esto también me suena). Hay una escena que ejemplifica esto perfectamente: Charlton Heston haciendo de poli bueno (a pesar de ser un fascista, el expresidente alcohólico de la ANR actuó en algunas películas memorables) interroga al guardaespaldas del ricachón que acaba de morir en su lujosa casa: «-¿Cuál era su nombre completo? -William R. Simonson. -¿Profesión? -Rico». Poco más se puede añadir.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Tras la típica intriga policíaca (con chica guapa incluida) llegamos al esperado (y temible) desenlace: Heston, ayudado por su amigo Sol (interpretado por un magnífico Edward G. Robinson), descubre el terrible secreto que no ha de ser desvelado: el soylent green está hecho con restos de seres humanos. Sol decide suicidarse tras descubrirlo, abrumado por ello. El suicidio no sólo es admitido por esta sociedad sino que se considera un servicio dada la superpoblación, por lo que cuentan con toda una serie de instalaciones de suicidio asistido e higiénico. Esta cuestión (la del suicidio y su tratamiento y engarce con el tema principal de la película) bien merece que nos detengamos un poco. Sol se suicida ante la monstruosidad de lo que ha descubierto y que no puede ni comprender ni tan siquiera comunicar: cuando trata de decírselo al personaje de Charlton Heston, ya en la sala de suicicio y a punto de morir, una distorsión impide que le escuchemos. La barbarie no puede siquiera ser nombrada, es indecible. Tal y como les sucedía a muchos supervivientes de los campos de exterminio nazis, Sol decide suicidarse, abrumado por la culpa de haber sido partícipe de la barbarie, aun siendo también víctima, derrotado porque sabe que nadie le creerá o peor aún, será creído, pero nada se hará y nada podrá hacerse para remediar lo sucedido e impedir que continúe. El pesimismo es evidente. Esto es una mierda, pero es lo que hay y el ser humano es impotente para cambiarlo. El individualismo es estéril, la acción colectiva no parece existir.
El fondo de la película es la política de los hechos consumados (tan cara al capitalismo): se produce una autonomización del sistema que crea un problema artificial (la falta de recursos) y después la solución al mismo, siendo el remedio peor que la enfermedad y además irreversible. O muerte lenta por inanición o a comerte los restos triturados de tus vecinos. Todo da igual.
La película termina con un Charlton Heston enloquecido gritando que el soylent green está hecho con carne humana sin que a nadie, ni a sus compañeros ni a los pobres hambrientos hacinados en la iglesia les importe lo más mínimo. La moral ha desaparecido: en una sociedad que reduce al ser humano a mera vida, a la supervivencia más elemental, no tiene cabida el planteamiento de cuestiones morales, son un lujo que no cabe permitirse. Una exageración, tal vez, pero que expresa una realidad profunda a la que nos enfrentamos cada día y a la que tendremos que enfrentarnos en el futuro, si bien de forma no tan cruda (nunca mejor dicho), pero no por ello menos cruel y desesperada.
El fondo de la película es la política de los hechos consumados (tan cara al capitalismo): se produce una autonomización del sistema que crea un problema artificial (la falta de recursos) y después la solución al mismo, siendo el remedio peor que la enfermedad y además irreversible. O muerte lenta por inanición o a comerte los restos triturados de tus vecinos. Todo da igual.
La película termina con un Charlton Heston enloquecido gritando que el soylent green está hecho con carne humana sin que a nadie, ni a sus compañeros ni a los pobres hambrientos hacinados en la iglesia les importe lo más mínimo. La moral ha desaparecido: en una sociedad que reduce al ser humano a mera vida, a la supervivencia más elemental, no tiene cabida el planteamiento de cuestiones morales, son un lujo que no cabe permitirse. Una exageración, tal vez, pero que expresa una realidad profunda a la que nos enfrentamos cada día y a la que tendremos que enfrentarnos en el futuro, si bien de forma no tan cruda (nunca mejor dicho), pero no por ello menos cruel y desesperada.
21 de noviembre de 2008
21 de noviembre de 2008
78 de 98 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los últimos quince años de la filmografía de Richard Fleischer no fueron precisamente muy brillantes, y fue una lástima porque en sus veinticinco años anteriores había sido por derecho propio uno de los directos más interesantes del cine comercial americano al que daba siempre un marchamo de cine de autor y originalidad de la que no suele abundar.
Pero digamos que sus últimas grandes películas fueron “Tora! Tora! Tora!” y “El estrangulador de Rillington Place”, todo lo que vino a continuación es prescindible absolutamente.
Aún así, si tuviera que “salvar” a alguna de las posteriores o al menos hablar de ella creo que elegiría esa que lleva un título tan bonito y poético en español como “Cuando el destino nos alcance” y en cambio tan prosaico en inglés como “Soylent Green”.
La película tiene ese punto cutre que Fleischer iba tomando lentamente según iba terminando su carrera, y que hace que sus proyectos sean de serie B o lo parezcan que es mucho peor.
El guión tiene dos grandes vertientes, uno es el de la Ciencia-Ficción y toda la parte futurista y apocalíptica de lo que vendrá y el otro es de del thriller e historia policiaca que ambas confluyen en el último cuarto de película. Ninguna de las dos es gran cosa, si acaso la parte más humanista y ecológica es lo más interesante.
Los mejores momentos son los protagonizados en la intimidad por un resultón Charlton Heston y sobre todo por la presencia de Edward G. Robinson en su última película, en una especie de testamento propio donde se despide de todos nosotros. Magnífica la escena que ambos comparten en ese cena regeneradora de recuerdos y de vida. Poco más destacable si no es por algún detalle como lo del "mobiliario" que sin lugar a dudas firmamos todos.
El final intenta ser abrupto e impactante, pero a mi juicio sólo es una artimaña sensacionalista que lo único que veo de positivo es que es pesimista, única forma de pensar si se trata de los hombres.
Nostalgia, es la sensación quizás más placentera que nos puede provocar “Cuando el destino nos alcance”, pero cine, cine de verdad, bastante escaso.
Pero digamos que sus últimas grandes películas fueron “Tora! Tora! Tora!” y “El estrangulador de Rillington Place”, todo lo que vino a continuación es prescindible absolutamente.
Aún así, si tuviera que “salvar” a alguna de las posteriores o al menos hablar de ella creo que elegiría esa que lleva un título tan bonito y poético en español como “Cuando el destino nos alcance” y en cambio tan prosaico en inglés como “Soylent Green”.
La película tiene ese punto cutre que Fleischer iba tomando lentamente según iba terminando su carrera, y que hace que sus proyectos sean de serie B o lo parezcan que es mucho peor.
El guión tiene dos grandes vertientes, uno es el de la Ciencia-Ficción y toda la parte futurista y apocalíptica de lo que vendrá y el otro es de del thriller e historia policiaca que ambas confluyen en el último cuarto de película. Ninguna de las dos es gran cosa, si acaso la parte más humanista y ecológica es lo más interesante.
Los mejores momentos son los protagonizados en la intimidad por un resultón Charlton Heston y sobre todo por la presencia de Edward G. Robinson en su última película, en una especie de testamento propio donde se despide de todos nosotros. Magnífica la escena que ambos comparten en ese cena regeneradora de recuerdos y de vida. Poco más destacable si no es por algún detalle como lo del "mobiliario" que sin lugar a dudas firmamos todos.
El final intenta ser abrupto e impactante, pero a mi juicio sólo es una artimaña sensacionalista que lo único que veo de positivo es que es pesimista, única forma de pensar si se trata de los hombres.
Nostalgia, es la sensación quizás más placentera que nos puede provocar “Cuando el destino nos alcance”, pero cine, cine de verdad, bastante escaso.
17 de julio de 2007
17 de julio de 2007
64 de 76 usuarios han encontrado esta crítica útil
Puede que en el tratamiento visual del tema no haya resistido bien el paso del tiempo. Ahora estamos acostumbrados a muchos efectos especiales y a un ritmo frenético. Pero el fondo de la película no puede ser más actual y, si no , que le pregunten a Al Gore...
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
La dos mejores secuencias de toda la película se las come crudas ese pequeño gran ( grandísimo) actor que fue Edward G. Robinson.Nunca premiado por la Academia, inexplicablemente.
Tenía 80 años y 100 películas a sus espaldas , cuando rodó ésta. Estaba viejo y enfermo de cáncer, pero ¡qué monstruo de la interpretación! A su lado Heston, que nunca fue muy expresivo,es un aprendiz de la expresión.
Como decía, las dos mejores secuencias son aquella en que Heston y Robinson comparten una comida de verdad y la secuencia de la muerte de Sol.
Me impactaron mucho la primera vez que vi el filme y siguen emocionándome cada vez que lo veo .
Tenía 80 años y 100 películas a sus espaldas , cuando rodó ésta. Estaba viejo y enfermo de cáncer, pero ¡qué monstruo de la interpretación! A su lado Heston, que nunca fue muy expresivo,es un aprendiz de la expresión.
Como decía, las dos mejores secuencias son aquella en que Heston y Robinson comparten una comida de verdad y la secuencia de la muerte de Sol.
Me impactaron mucho la primera vez que vi el filme y siguen emocionándome cada vez que lo veo .
23 de febrero de 2007
23 de febrero de 2007
85 de 127 usuarios han encontrado esta crítica útil
Déjenme citar un tal Dr Foreman de la IMDB:
"Do you remember, before Star Wars, when Sci-fi was smart?"
Según demuestra Fleischer, no hacen falta grandes efectos especiales para filmar el horror de las profecías malthusianas... sólo hacen falta a) un montonazo de extras dispuestos a apretujarse, b) algunos filtros para que las escenas filmadas en exteriores tengan peor pinta que las rodadas indoors, c) el Charlton Heston haciendo de tipo duro para variar y d) un guión y una fotografía impecables.
Podría pasarme horas divagando sobre la muy creíble Nueva York del año 2022, pero me sabría mal irme de la lengua y soltar spoilers, prefiero simplemente recomendarla (este domingo a las 19:30 pueden ustedes verla en pantalla garnde en la Filmo de Barcelona) y suplicar a todos nuestros lectores que se liguen las trompas o se vasectomicen antes de que sea demasiado tarde, que no es necesario ser Thomas Malthus o Harry Harrison o Richard Fleischer para darse cuenta de que aquí no cabe mucha más gente, que un planeta finito no genera recursos para una población infinita, y que hay que parar el grifo urgentemente... y cuando digo grifo ya saben ustedes a qué grifo me refiero.
En serio, si no la han visto todavía, háganlo cuanto antes, que ahora mismo quedan reservas de petróleo para 20 o 30 añitos más, luego igual habrá que pedalear unas cuantas horas atados a una dinamo para poder generar energía necesaria para proyectar una peli tan buena.
Nota: matrícula de honor.
"Do you remember, before Star Wars, when Sci-fi was smart?"
Según demuestra Fleischer, no hacen falta grandes efectos especiales para filmar el horror de las profecías malthusianas... sólo hacen falta a) un montonazo de extras dispuestos a apretujarse, b) algunos filtros para que las escenas filmadas en exteriores tengan peor pinta que las rodadas indoors, c) el Charlton Heston haciendo de tipo duro para variar y d) un guión y una fotografía impecables.
Podría pasarme horas divagando sobre la muy creíble Nueva York del año 2022, pero me sabría mal irme de la lengua y soltar spoilers, prefiero simplemente recomendarla (este domingo a las 19:30 pueden ustedes verla en pantalla garnde en la Filmo de Barcelona) y suplicar a todos nuestros lectores que se liguen las trompas o se vasectomicen antes de que sea demasiado tarde, que no es necesario ser Thomas Malthus o Harry Harrison o Richard Fleischer para darse cuenta de que aquí no cabe mucha más gente, que un planeta finito no genera recursos para una población infinita, y que hay que parar el grifo urgentemente... y cuando digo grifo ya saben ustedes a qué grifo me refiero.
En serio, si no la han visto todavía, háganlo cuanto antes, que ahora mismo quedan reservas de petróleo para 20 o 30 añitos más, luego igual habrá que pedalear unas cuantas horas atados a una dinamo para poder generar energía necesaria para proyectar una peli tan buena.
Nota: matrícula de honor.
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