Psicosis II: El regreso de Norman

No se puede hacer crítica de "Psicosis II" basándose únicamente en el clásico que la precede. Seamos sensatos; no importa si era necesaria o no, si no está Hitchcock detrás de la cámara (vaya descubrimiento), si es un sacrilegio al cine clásico, etc... Lo que importa aquí es que después de ver hasta la infinidad secuelas de películas basura, sólo porque tuvieron una buena taquilla, se agradece que una de las historias más impactantes de terror jamás dirigida se merezca su propia continuación, continuación que no se define en términos de calidad, sino emocionales. Que tire la primera piedra aquel fan de "Psicosis" que nunca haya tenido la curiosidad de saber qué fue de Norman Bates. Relajaos, tomad la original como punto de referencia y suspendamos nuestra verosimilitud para, perplejos, ver qué pudo ser de Norman Bates.
Consideraciones de prejuicio a parte, ésta es una película digna, con momentos sobrecogedores, con una trama algo excesivamente retorcida, pero que funciona, y vaya si funciona, con imágenes de impacto que ya quisieran los tan cacareados éxitos de los 80 en el cine de terror. Hay algo en ella que, como en la primera parte, te inquieta y te pone muy nervioso, y se debe en parte al respecto que permanece intacto de lo que hizo de la primera un clásico: el culto a la madre, el miedo a la enfermedad mental, la muerte sobrevenida en la más absoluta cotidaneidad, la relación amorosa imposible del enfermo y su irreversible etiquetación de enfermo.
Para pasar un muy buen rato, para los fans de "Psicosis" que siempre la podrán contemplar con el cariño que uno tiene por un hermano pequeño.

“Psicosis 2” arranca 22 años después, cuando Norman es declarado “curado” y vuelve al motel. Pensé que me encontraría con algo peor, pero la verdad la he seguido con cierto interés y poco sonrojo (excepto por la última secuencia: inenarrable)
Los paralelismos con la primera “Psicosis” son abundantes, moviéndose la película en el pantanoso terreno de la copia/homenaje: la ducha de Meg Tilly, el clímax en el sótano…
Lo malo es cuando se aportan cosas de cosecha propia, en una concatenación un poco burda de sustos y pistas falsas, pero con todo se soporta.
Una gran novedad reside en mostrar el interior de la casa con gran detalle, lo que le resta mucho misterio (Hitchcock sólo mostraba la escalera y el sótano para dos escenas clave)

Todo es inquietante en esta obra de arte. Incluso Perkins esperó al fallecimiento de Alfred para hacerla, para desarrollar a Norman Bates como realmente tenía que desarrollarse. Trepidante hilo en el que sentimos a la par lástima y miedo por Norman. Imágenes de delirio absoluto como la interpretación del Claro de Luna de Beethoven por parte de Bates. Un error compararla con su predecesora, un absoluto error, ambas pertenecen a conceptos distintos (por época, director, etc...). Para mí, la mejor segunda parte que he visto en el cine; la más atrevida, la más original, la más diferente a la primera parte sin perder la esencia.

Infravalorada y muy digna primera secuela de la magnífica Psicosis de Hitchcock, que casi diría de visión obligatoria para los que disfrutaron en su día con las andanzas del enmadrado psicópata Norman Bates.
Más que de secuela al uso, estamos ante una respetuosa continuación y poderoso homenaje en base a: un magnifico arranque (al parecer se utilizaron escenas descartadas de la mítica escena de la ducha), la extraordinaria banda sonora firmada por Jerry Goldsmith, el retorno a los escenarios originales del motel, el luego más que digno director de películas de terror Tom Holland detrás del guion, Anthony Perkins y Vera Miles retomando sus roles y un elenco actoral que raya a gran altura, entre los que destacaría, aparte de los 2 anteriormente citados, a Robert Loggia en el papel de psiquiatra, Dennis Franz que triunfaba en esos días con Canción triste de Hill Street, como el administrador Toomey y el autentico descubrimiento de la función, una sensual y arrebatadora Meg Tilly.
Absolutamente recomendable.

Me pareció una interesante e inteligente secuela, que mantiene gran parte del peso específico de la original y se revitaliza con algunos aires narrativos nuevos para darle una saludable autonomía. Ello sumado a los giros sorpresivos que también nos depara la historia, dan por resultado un producto sumamente eficaz desde el suspenso y la atmósfera trastocada.
La principal virtud del filme es que conserva la tensión psicológica y siembra todo un halo de sospecha sobre las situaciones que dan vida al guión. Además Anthony Perkins sigue encarnando a un convincente Norman Bates, la casona detrás del motel sigue provocando intriga junto a la esquizofrenia propia de ese fantasma mental llamado “madre” (el cual siempre deja la inquietante sensación de ambigüedad entre realidad-fantasía enfermiza). Este filme conserva en todo momento la paranoica ambientación y además se adentra aún más en el despliegue psicológico dejando de lado la sangre y las vísceras. Por ende, a mi gusto es una inquietante continuación que afianza muy bien el concepto de la primera parte y le aporta suficientes variantes para seguir adentrándonos en una secuela muy interesante desde el terror psicológico.