Figuras

A las 12:00 regresé en solitario a la sala 2 del Kursaal para disfrutar de nuestra tercera película de Horizontes Latinos dentro del festival: Figuras. La anciana Stella, miembro de una familia de inmigrantes argentinos residente en Barcelona, padece ELA. Paco, compañero de toda la vida, la ayuda en todas las tareas de su día a día. Su hija Valeria también echa una mano de cuando en cuando, intentando dar alegría a una situación dura en la que bien pueden acabar en la calle. Una película pequeña y emotivo de una familia y de las penurias por las que hay que pasar cuando una enfermedad grave azota. Película que no carga las tintas en la tristeza y la pena y que sin embargo es optimista y luminosa, gracias a una Stella de envidiable carácter y un sentido del humor en muchas escenas que le sienta muy bien. Acertado también el estilo, de construcción de escenas en uno o dos planos y un b/n que sirve para despojar a la historia de distracciones (interesante es ese momento en el que uno de los personajes dice que no le gustan las películas en blanco y negro, estando ella dentro de una película en blanco y negro), apenas el visionado puntual en televisión de westerns. Docuficción simpática, sí, pero poco más, que está lejos de tener la naturalidad del cine de Lacuesta, cargándose mucho las tintas en los temas que Eugenio desea introducir en cada escena, principalmente por culpa de unos diálogos textuales. Además, el largometraje tiene poca fluidez, lo que evidencia un metraje excesivo para lo que esta película tiene que contar. Una película que, tanto por fondo como por forma, es un ejercicio entrañable de personajes simpáticos, pero ni tan carismáticos o emocionantes como ella se cree. Las emociones que produce no son fuertes, y el estilo aún puede ser pulido. Película agradable y honesta, pero cuyo alcance cinematográfico es eminentemente pequeño.

La voluntad eréctil insuficiente del director reclama y empuja a unos personajes maravillosos para que resuelvan unas carencias que traspasan el caleidoscopio de cualquier posibilidad de talento, autenticidad, brillo, o incluso emoción. Si la dirección tuviera la firma de alguien con 18 años sin duda con el tiempo estaríamos ante una promesa, pero no es el caso.