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La hora final

Drama. Ciencia ficción Un holocausto nuclear ha aniquilado casi por completo a los seres humanos, excepto a un grupo de personas que viven en Australia. Dwight Towers (Gregory Peck) es el comandante de un submarino cuya misión consiste en buscar a los supervivientes. Mientras tanto, la nube radioactiva que ya ha destruido el hemisferio norte, se va acercando al último enclave humano.
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Críticas 25
Críticas ordenadas por utilidad
15 de abril de 2006
40 de 47 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ya es hora de reconocer la labor de este importante productor y maravilloso director.
Stanley Kramer realiza películas que rezuman pasión y dedicación al oficio, auténticas piezas maestras, colosales ( p. ej. Vencedores o vencidos ).

La hora final se compone de un rosario de actuaciones entregadas y memorables que crean una obra difícilmente olvidable ( la expresión de Perkins ante la duda del suicidio, la enajenación de Peck al recordar a su familia, la desdicha y la pasión de Ava Gardner, el Último sueño de Astaire...).

El tempo narrativo se sostiene de manera excelente entremezclándose momentos desesperadamente románticos con otros terriblemente dramáticos. La fotografía es maravillosa ( el beso de Gardner y Peck junto al mar es imperecedero en mi memoria ), la música ( Ernerst Goild ) remarca con acierto las intenciones del director y la realización de Kramer incide en su técnica favorita: el zoom hacia el rostro de los personmajes para profundizar en sus sentimientos.
El guión es un poco tópico, pero la mano maestra de Kramer y el reparto le confieren una profundidad notable.

Quien desee ver una película excelentemente actuada, filmada y realizada con amor al oficio que consiga visionar este filme que a la vez es romántico, dramático, demagógico, directo, sincero, presuntuoso, brillante, apático, apasionado: tal es su grandeza.
opera 0
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3 de enero de 2008
33 de 43 usuarios han encontrado esta crítica útil
“On the beach” es lenta, agónica, desoladora. A ratos, surrealista incluso. La humanidad está en vías de extinción a causa de una hecatombe nuclear y los protagonistas de la peli se comportan con una sobriedad y circunspección encomiables. Insólito. Salvo puntuales brotes de desesperación, parece como si la humanidad entera acatara con resignación y comedimiento franciscano su tremebunda autodestrucción.

Gregory Peck resulta, en ese sentido, paradigmático. Su rectitud e integridad no tan sólo me chocan por inconcebibles sino que, por si fuera poco, reducen la carga dramática del film inculcándonos un comportamiento ejemplar del todo anormal e inverosímil. Quizás por esta sencilla razón me ofrecen mayor credibilidad Julian (Fred Astaire) y Moira (Ava Gardner). Adictos a la botella, exteriorizan con mayor naturalidad su amargo lastre vital y son capaces de desinhibirse como haría cualquier hijo de vecino en circunstancias similares. Ava, además, está espléndida. El magnetismo y la sinuosidad de sus vertiginosas curvas la hacen acreedora indiscutible de aquella célebre coletilla que la definía como “el animal más bello del mundo”.

No siendo la octava maravilla, la peli es, por lo menos, correcta e interesante. Kramer resuelve la papeleta en el último tercio del film, donde la compostura marcial deja paso a un sentimiento global poético o emotivo mucho más acorde para narrar con cierta coherencia el inexorable ocaso de la especie humana. Todo ello amenizado por un implacable “Waltzing Matilda” que se convierte en la machacona banda sonora de la película reivindicando, además, la identidad nacional del último reducto habitable del planeta.

¿Mis tres últimos deseos?. Conducir un Ferrari, calzarme a Ava... y sobrevivir!!!
Taylor
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6 de septiembre de 2008
22 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
Estremecedora producción y tremendo alegato contra la inutilidad de la guerra y la estupidez de los hombres que solo hacen uso de ella, en perjuicio del resto de la humanidad para resolver sus insignificantes diferencias.

La película es un bien resuelto drama llevado por un Stanley Kramer en plena forma, para hacer producciones cinematográficas de gran calidad artística y comercial contando con un elenco de actores que ya estaban consagrados dentro del star system de Hollywood.

Basada en la novela "On the Beach" escrita por Nevil Shute en plena época de La Guerra Fría, la película posee la virtud de advertir sobre el peligro que supone el uso intencionado o accidental de las armas de destrucción masiva, y que por desgracia sigue siendo un tema de plena actualidad mientras exista la posesión de tales armas por parte de países beligerantes que se atribuyen el derecho de hacerse con el control, con la excusa de otorgarnos una supuesta seguridad que ni ellos mismos nos pueden dar frente a otros.

Una gran historia lleno de momentos inolvidables con un estupendo Gregory Peck y una maravillosa Ava Gardner que posteriormente también tuvo su remake en formato televisivo en el año 2000 en una producción dirigida por Russell Mulcahy.
Rostov
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26 de diciembre de 2010
17 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
La Hora Final es un título importante de la historia del cine. Quizás no sea el mejor drama sobre el fin del mundo, pero es el primero que trata abiertamente el apocalipsis debido a una guerra atómica. En los cincuentas la ansiedad por la carrera armamentista y el peligro de un holocausto atómico se había visto reflejados de manera metafórica, usualmente a través del género de los monstruos gigantes radiactivos. El mérito de la película de Stanley Kramer es el dejar de utilizar alegorías y despacharse directamente con los hechos: muchachos, si estalla la guerra nuclear, pasaría esto. La puerta que dejaría abierta La Hora Final sería aprovechada por títulos posteriores como Pánico Infinito, Dr. Strangelove o Fail Safe.

Ciertamente el enfoque del filme es algo difuso al principio, y todo el tiempo roza lo melodramático. La noticia de la guerra nuclear es disparada por una emisión de radio en los cinco primeros minutos del filme, pero todo el panorama de Australia - la rutina normal de todos los días - nos impide asimilar el hecho. Hasta que uno empieza a toparse con situaciones fuera de lo común - la gente movilizada en caballos y bicicletas por toda la ciudad; las extrañas actitudes de la gente -, que nos dan la pauta de que algo no está bien. Y por más que esta gente aparente estar ok - como el personaje de Donna Anderson -, se encuentra devastada por dentro. Gregory Peck todavía imagina que sus hijos y su esposa están vivos en alguna parte, Ava Gardner vive alcoholizada, Donna Anderson niega la realidad, Anthony Perkins sigue con su rutina habitual mientras intenta conseguir pastillas de cianuro para su familia cuando llegue el momento, Fred Astaire se da los gustos de un condenado a muerte.
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El filme es muy vago en su tono hasta que aparece Fred Astaire. Sinceramente nunca vi al ex bailarín como un buen actor, pero su perfomance en La Hora Final es excelente. Todo el cast tiene buenas perfomances, pero lo de Astaire es brillante. Su personaje es cínico y realista, y tiene por lejos los mejores parlamentos de la película. Y es tan sutil su interpretación en algunos momentos - el consuelo a Ava Gardner, los razonamientos sobre el holocausto, la reprimenda a Anthony Perkins - que debería haber ganado un Oscar (sólo recibió una nominación en los Globos de Oro). En definitiva una obra maestra.
GEORGE TAYLOR
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28 de enero de 2012
14 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una película que es el resultado de la paranoia universal que embargó a toda una generación que temía que en cualquier momento pudiese desatarse un holocausto nuclear. Sin embargo, no se parece a la mayoría de las que entonces vieron la luz, mucho más centradas en la acción o en la intriga política. Quizá por eso ha envejecido mejor que esos otros filmes. Porque se ocupa de la evolución sentimental de los personajes, sin resultar en ningún momento una obra sensiblera ni cursi.
Nada más que su título es ya suficientemente elusivo, “On the Beach”: sugiere la experiencia de un día soleado, entregado a la molicie, a la despreocupación, al goce del instante, del chapuzón, de los juegos sobre la arena, de las conversaciones triviales, de la luz cegadora que invita a sestear.
Quizá por eso esta película posea tanta fuerza en su desarrollo dramático, porque por más que los personajes intenten obligarse a vivir la vida como si se tratase de un vacacional día de playa, sin otro objeto que el disfrute del momento, no pueden evitar caer en la cuenta de que están abocados a la desesperación más absoluta que cabe imaginar: no ya por la previsible pérdida de la propia vida, sino por la conciencia de saberse los últimos seres humanos sobre la Tierra, y últimos depositarios también de la responsabilidad de la destrucción de la vida en el planeta.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Belomorkanal
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