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Críticas de GEORGE TAYLOR
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Críticas 41
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
10
14 de febrero de 2014
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sensacional film de Nieves Conde con reminiscencias hitchcockianas protagonizado por la
espectacular Marisa Mell y Stephen Boyd en su etapa de coproducciones.Este film te atrapa y no
te suelta y el final te deja boquiabierto.Dicha pareja repetiria protagonismo en otro film de Nieves
Conde: "Historia de una traición"
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
GEORGE TAYLOR
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1
15 de enero de 2014
3 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Espectacular bodrio italiano perpetrado como exploitation de LA PROFECIA, EL EXORCISTA, etc.
Se intenta hacer una parabola entre la construcción de una planta nuclear y el apocalipsis, Kirk Douglas en horas muy bajas, buena banda sonora de Morricone,el final no lo acabo de entender y eso que la he visto varias veces, que alguien me lo explique por favor.
GEORGE TAYLOR
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2
14 de septiembre de 2013
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hasta bien entrados los ochenta, las copias de Tiburón abundaban a raudales en los cines, y gran parte de la culpa le corresponde al cine exploitation italiano. Con el spaguetti western en declive, a los tanos sólo le quedaba las películas sanguinolentas de zombies, los filmes eróticos y las copias baratas de los éxitos del momento, cosas que se podían obtener (a veces, las tres al mismo tiempo!) yendo a Miami y contratando por dos pesos a cualquier estrella en decadencia para que figure en el cartel. Para Tentáculos los italianos reunieron un buen cast de actores jubilados y se despacharon con una prolija película de terror... que mucho no asusta, pero al menos resulta bastante entretenida.
Ciertamente el guión no es el mas estúpido del planeta, pero hay que admitir que sus partes son bastante inconexas. Es como si hubieran comenzado a escribir la historia sin saber bien a dónde iban a ir a parar, y terminaron agregando personajes y personajes sobre la marcha, simplemente para hacer relleno y llegar a los 90 minutos de duración. El caso mas patente es la fútil participación de Henry Fonda en todo esto, quien se la pasa sentado en una mesa de jardín y hablando por teléfono con el resto del cast; es un papel que se podría haber podado olímpicamente sin afectar al resto de la historia. Ocurre que Mr. Fonda hace túneles submarinos, y las máquinas que utiliza hacen ruidos a frecuencias más allá de lo permitido. Como buen vecino cascarrabias aparece un pulpo gigante, decidido a lastrarse cualquier buzo que esté manejando esos aparatos. Como el bicho ha quedado con el oido sensible, se ha ido a las costas a devorarse a cualquier cristiano que tenga una radio en la mano, excusa estúpida si las hay pero que sirve para decifrar de algún modo el comportamiento de la criatura. A los 40 minutos de exhibición Henry Fonda le pega un tirón de orejas a su capataz para que sus máquinas submarinas no hagan tanto ruido y, dicho esto, hace mutis por el foro mientras pasa a buscar su cheque. Qué pérdida de tiempo, por Dios.



Algo parecido ocurre con el resto de los personajes, los cuales son demasiado viejos para ir al mar y matar al bicho. John Houston hace preguntas molestas por todos lados, Claude Atkins pone su mejor cara de Sheriff Lobo, y Shelley Winters histeriquea con un par de pendex mientras se despacha con algunas de las líneas mas tontas de todo el guión. Cómo se nota que todo esto está de relleno.

Al menos Tentáculos es bastante competente en las escenas de acción. Basa mucha de su efectividad en la banda sonora, la que tiene una musiquita de órgano electrónico propia de los filmes de Dario Argento y la cual no desentona para nada con lo que pasa en pantalla. Las miniaturas se ven truchas la mitad del tiempo, pero algunos ataques son pasables, y por lo menos el libreto tiene la decencia de intentar hacer algunas cosas propias sin calcar de puño y letra a Tiburón... lo que no quita que la gran escena de la película sea una obvia regata saturada de decenas de embarcaciones, las cuales son devoradas por el pulpo gigante como si fueran canapés.

En general Tentáculos es bastante competente y es un pasatiempo digerible, siempre que uno no se ponga demasiado exquisito. La acción está mejor que las actuaciones, y eso que no son gran cosa, pero hay una prolijidad técnica que es de respetar. Sin ser una maravilla entretiene, y eso ya es pedir demasiado de un producto con el pedigree que éste tiene.
GEORGE TAYLOR
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10
16 de agosto de 2013
17 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
Merrill, Merrill, Ned Merrill… Un momento: ¡Neddy Merrill! Claro que lo recuerdo. Vivía en el condado de…, en una gran casa, con su mujer, Lucinda, y sus hijas. Uno de esos tipos que transmiten vigor deportivo, la sensación de una inagotable juventud y una no menos inagotable capacidad de sorprender. Hubo quien decía que era inmaduro, algo imperdonable cuando se tiene la posición que él llegó a ocupar en la comunidad. Quiero decir que uno puede excederse un poco con la bebida los sábados por la noche, y quién no, pero Neddy, bueno, Neddy empezó a dejarse ver borracho, y a pedir dinero prestado, y luego fingía no recordarlo, y sonreía. Tenía una sonrisa maravillosa… Qué le pasó… Sí, qué les pasó a los Merrill… Eso no lo recuerdo; tal vez nunca llegué saberlo exactamente. Neddy Merrill. Caray. Un domingo de mediados de verano, en el sesenta y cuatro, tuvo la ocurrencia más insólita que jamás haya concebido nadie: recorrer a nado, desde la casa de los Westerhazy, donde él estaba esa mañana, los doce quilómetros que le separaban de su casa. ¿Cómo? Siguiendo el curso de un río de piscinas, o dicho de otro modo: cruzar el condado entrando y saliendo de todas y cada una de las propiedades que mediaban entre aquella casa y la suya, zambulléndose en sus piscinas, de cabeza, naturalmente (sentía un inexplicable desprecio por los hombres que no se tiran de cabeza), dejándose abrazar y sostener por el agua verde y cristalina mientras las cruzaba y saliendo a pulso por el otro extremo, a pulso siempre, nada de escalerillas… Qué le ocurrió… Se supone que hizo aquel recorrido en un solo día, en unas horas, y sin embargo bastó para que pasara de la plenitud a la derrota, del calor al frío, del aprecio de sus vecinos a ser tratado con cierta displicencia, e incluso con una abierta descortesía… Y dicen que al llegar a casa…, oh, pobre Ulises fluvial…, al llegar a aquella anhelada Ítaca pareció que hubieran trascurrido no ya varios días, sino años…
GEORGE TAYLOR
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4
1 de agosto de 2012
11 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Otto Preminger tiene un lugar de honor en la Historia del Cine. Títulos como “Laura”, “El Cardenal”, “Tempestad sobre Washington”, “Éxodo”, “Carmen Jones” y “Anatomía de un asesinato” así lo confirman. Pero “Rosebud”, la película que comentamos, no tiene ni la entidad ni la clase de los filmes citados. Está realizado en la época de decadencia del director de origen austriaco y es su penúltima obra.
Aunque su título evoque la famosa palabra clave de “Ciudadano Kane”, en realidad nada tiene que ver con la obra maestra de Orson Welles. Aquí es el nombre de un yate, secuestrado por palestinos de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), cuando éstos eran para Occidente unos terroristas irredentos (ahora ya se sabe que son el muro de contención de Hamás, con todas las bendiciones del Cuarteto, incluida la señorita Condolezza Rice: las vueltas que da la vida), y la operación internacional que se monta para librar a las cinco jovencitas atrapadas por sus secuestradores.
Pero la intriga está mal resuelta, la línea argumental se sigue con dificultad, por lo embarullada, y además carece del encanto de otros filmes de agentes secretos: todo resulta demasiado previsible y artificial. Con este paisaje, lo único potable es el reparto, y eso que Peter O’Toole, que lo encabeza, por aquella época dedicaba buena parte de su vida a trasegar cualquier cosa que tuviera graduación alcohólica, desde whisky a colonia... Aparece también Richard Attenborough, más tarde famoso por la dirección de “Gandhi”, y el hombre del clan Kennedy, el siempre insulso Peter Lawford, además de la deliciosa Isabelle Huppert, por aquel entonces casi una niña.
GEORGE TAYLOR
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