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Voto de GEORGE TAYLOR:
10
Drama Ned Merrill vive en una zona residencial de clase alta en las afueras de Connecticut. Una día, Ned se da cuenta de que todo el valle donde vive está lleno de piscinas privadas. Ante el asombro de sus amigos, Ned decide recorrer el valle de piscina en piscina hasta llegar a su casa. Por el camino, se encuentra a varias de las mujeres que formaron parte de su vida: una apasionada adolescente a punto de dejar de serlo, una ex amante ... [+]
16 de agosto de 2013
17 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
Merrill, Merrill, Ned Merrill… Un momento: ¡Neddy Merrill! Claro que lo recuerdo. Vivía en el condado de…, en una gran casa, con su mujer, Lucinda, y sus hijas. Uno de esos tipos que transmiten vigor deportivo, la sensación de una inagotable juventud y una no menos inagotable capacidad de sorprender. Hubo quien decía que era inmaduro, algo imperdonable cuando se tiene la posición que él llegó a ocupar en la comunidad. Quiero decir que uno puede excederse un poco con la bebida los sábados por la noche, y quién no, pero Neddy, bueno, Neddy empezó a dejarse ver borracho, y a pedir dinero prestado, y luego fingía no recordarlo, y sonreía. Tenía una sonrisa maravillosa… Qué le pasó… Sí, qué les pasó a los Merrill… Eso no lo recuerdo; tal vez nunca llegué saberlo exactamente. Neddy Merrill. Caray. Un domingo de mediados de verano, en el sesenta y cuatro, tuvo la ocurrencia más insólita que jamás haya concebido nadie: recorrer a nado, desde la casa de los Westerhazy, donde él estaba esa mañana, los doce quilómetros que le separaban de su casa. ¿Cómo? Siguiendo el curso de un río de piscinas, o dicho de otro modo: cruzar el condado entrando y saliendo de todas y cada una de las propiedades que mediaban entre aquella casa y la suya, zambulléndose en sus piscinas, de cabeza, naturalmente (sentía un inexplicable desprecio por los hombres que no se tiran de cabeza), dejándose abrazar y sostener por el agua verde y cristalina mientras las cruzaba y saliendo a pulso por el otro extremo, a pulso siempre, nada de escalerillas… Qué le ocurrió… Se supone que hizo aquel recorrido en un solo día, en unas horas, y sin embargo bastó para que pasara de la plenitud a la derrota, del calor al frío, del aprecio de sus vecinos a ser tratado con cierta displicencia, e incluso con una abierta descortesía… Y dicen que al llegar a casa…, oh, pobre Ulises fluvial…, al llegar a aquella anhelada Ítaca pareció que hubieran trascurrido no ya varios días, sino años…
GEORGE TAYLOR
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