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El nadador

Drama Ned Merrill vive en una zona residencial de clase alta en las afueras de Connecticut. Una día, Ned se da cuenta de que todo el valle donde vive está lleno de piscinas privadas. Ante el asombro de sus amigos, Ned decide recorrer el valle de piscina en piscina hasta llegar a su casa. Por el camino, se encuentra a varias de las mujeres que formaron parte de su vida: una apasionada adolescente a punto de dejar de serlo, una ex amante ... [+]
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Críticas 57
Críticas ordenadas por utilidad
20 de abril de 2008
128 de 138 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con “El nadador” estamos ante una obra anticipatoria de lo que será el cine de los setenta, es decir, esos personajes turbados que despiertan del sueño en el que creían vivir, y se encuentran con una realidad malsana y agresiva. Ned Merrill es un protopersonaje de lo que será De Niro en “Taxi driver”, pero el mérito es que esto está rodado en 1966, aunque se estrenara dos años después.

Lancaster tenía por tanto 53 años, no 55, pero eso no quita un ápice de su envidiable condición física, que es una parte consustancial de su interpretación. Yo soy de los que creen que Burt tiene un puñado de actuaciones mejores que esta desde luego, pero eso no quita para decir que esta es muy buena también.

Los problemas de producción fueron tremendos, desde cosas que pueden parecer sencillas como que no se conseguían la cesión por parte de los propietarios de los chalets a rodar en sus piscinas, a la censura con las imágenes, que hizo que en cada país tuviera un montaje diferente. Pero sin lugar a dudas los más graves los protagonizó el propio director, Frank Perry, muy descontento por la falta de control que le daban, y que hizo que abandonara antes de su finalización. Un joven y desconocido Sydney Pollack, se encargó de terminarla y surgió una buena amistad con Lancaster que le sirvió para rodar ese western ecologista que es “Camino de la venganza”

La historia está basada en un relato corto del magnífico escritor John Cheever, publicado en 1964, y que viene a ser una mordaz crítica de la sociedad opulenta americana de su tiempo. El guión, escrito por la mujer del director recoge y amplia el texto, siendo la “Amercan Beauty” de los sesenta.

Pero además de una crítica hacia fuera, hacia la sociedad, también la tiene hacia dentro, hacia lo psicológico, nos habla de las falsas mentiras que la gente se cree de sí mismos, de esa delgada línea que separa la locura de la cordura, y por supuesto de las etapas de la vida, que es el recorrer de esas piscinas, hasta la vejez y la muerte, y como al final siempre estamos solos y sobre todo desnudos como el personaje. Y es que Ned Merril no era tan buen hombre como se cree, por eso la llegada de este Ulyses a Ítaca será tan dura.

La cinta tiene mucho de anticipatoria, de funesta, en lo complicado que son las relaciones de pareja. El propio Frank Perry y su esposa –la guionista- se divorciaran dos años después. Pero también el mismo Lancaster haría lo propio de su segunda esposa, en menos de un año del estreno.

La mejor pool-movie de la historia, que en manos de otro director con más talento a la hora de filmar, hubiera sido toda una obra maestra. Aún sí, y como dicen por ahí, es una película de culto, con sus defectos y virtudes.

Nota: 7,9
vircenguetorix
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30 de noviembre de 2014
67 de 70 usuarios han encontrado esta crítica útil
Interesante película y, por lo que he visto hasta ahora, arriesgada para su época. De hecho no tuvo mucha repercusión ni éxito. Recién después de muchos años se le empezó a dar atención hasta algunos clasificarla de culto.

Muchos insisten con usar la palabra "onírica", y por parte del director parece ser la intención. Pero para mi lo que le da ese ambiente no son los efectos de cámara, las luces ni ninguna cosa parecida. Si no directamente la historia, las situaciones. Tiene totalmente la narración, ambientación y simbolismo de un sueño. Por supuesto bastante largo, pero bueno, es una película.

Cuando y donde empieza la película no lo sabemos. Podemos, a medida que avanza, ir deduciendo cosas. Darnos cuenta que es que es la caída de un hombre que ha vivido de mentiras. De mentiras de el mismo sobre el mismo y su entorno. Y eso, por supuesto, llega el momento que se gasta. Un hombre que atrás de su imagen triunfadora, noble y exitosa, no ha sabido nunca forjar ninguna relación verdadera ni dar amor porque tampoco ha sabido desarrollar su propia persona.

Y en este mal sueño, se va chocando poco a poco con la realidad actual. Y lo vemos pasar (bien Lancaster, además de tener el perfil perfecto para este papel) de ser recibido y admirado, a ser despreciado y hasta humillado. De estar fuerte y sonriente a andar enclenque y desorientado. De estar en una posición de poder sobre los demás, a ser prácticamente pisoteado.
_______

¿Porque no es excelente?
- Para empezar, en mi opinión, la dirección no tiene la personalidad que requiere el tipo de película. Es cierto que eso fue un problema, de hecho la terminó (aunque no acreditado) otro director que el que la empezó. Pero es mas vale genérica, solo recurre a efectos y técnicas de moda de la época y se desaprovecha, al ser una película tan humana, pudiendo enfatizar mas sensaciones y personajes.
Por causa de todas estas trabas que tuvo su producción, que de hecho atrasaron su estreno dos años, no se como habrá sido tampoco la post-producción. Pero otra cosa que se nota fácilmente son muchos errores de continuidad.
No puedo evitar sentir una especie de "lástima" pensando en como hubiera sido dirigida por alguien de mas talento.

- Burt Lancaster hace un buen trabajo al igual que algunos personajes puntuales, pero varios secundarios dejan que desear también. Aunque esto lo apunto mas a un problema de dirección, no de los actores o actrices en si. Repito, para la época es una película novedosa y no creo que todos hayan sabido bien de que iba al momento de filmarla. Leí por ahí que a Burt Lancaster le encantaba la idea y dijo algunas veces que era su película favorita. Esto se nota, porque comprende al personaje, realmente se mete en el. Esto es lo que le falta a varios secundarios según mi opinión, estar mas cerca, mas adentro de la idea.

- La música. Por un lado es prácticamente el tema principal solamente, el resto es relleno. Y este tema se repite demasiado y lo peor es que se repite sin variaciones, siempre desde el mismo lugar, en la misma tonalidad y con la misma orquestación. Por lo que, a mi gusto termina gastándose y pierde la emotividad que debería tener.

Volviendo a lo de el ambiente de sueño. Prácticamente cada escena es simbólica. No hace falta que de mi interpretación de cada una, de hecho es mejor que cada uno saque sus propias conclusiones. Pero si me parecen muy bien ubicadas y pensadas y también algunas me gustaron especialmente. En spoiler para no influir en su crítica.

Pero sí, es una película muy recomendable, aunque sea como curiosidad para los amantes del cine y la literatura. Si bien el personaje principal y todos sus conocidos son gente rica, interpretando muchos la decadencia e hipocresía de este estilo de vida, aunque tal vez en el relato lo sea, en la película a mi me parece bastante general el mensaje. El que lo encuentre, le agradará la película, le dirá algo.
En el afiche dice algo como: "Cuando hable del nadador, hablará de usted?" ¡Sinceramente espero que no!
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Nico
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1 de enero de 2015
33 de 34 usuarios han encontrado esta crítica útil
Magnífica película que lleva a la pantalla una notable alegoría de John Cheever acerca de un hombre maduro, Ned Merrill, quien cierto espléndido día de sol, con el espíritu jovial de un adolescente y no más atuendo que un slip de baño, se empeña en retornar a su casa pasando a nado un cordón de piscinas que conducen a ella. Las fincas que deberá atravesar son propiedad de amigos suyos, a los que de paso concederá el honor de su visita. Un atlético Burt Lancaster encarna a Ned en un trabajo realmente antológico. No sabemos de dónde viene ni quién es este hombre sonriente y vital, que vemos surgir de entre el follaje de un parque, como un Adán virginal, en busca de su primer zambullida. Pero lo iremos conociendo a través del reencuentro que establece con sus relaciones de un ayer no muy distante. A medida que avanza en su periplo se irá desvelando su significado oculto y verdadera razón de ser.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Danivtar
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20 de enero de 2016
28 de 34 usuarios han encontrado esta crítica útil
La alegoría de Cheever

La piscina es símbolo de un nodo en la memoria; nodo que enlaza con X vivencia personal, con X personas que alguna vez conocimos. El peregrinaje campo a través corresponde a esa bruma de días indistintos que, pese a que escudriñemos en el recuerdo y procuremos identificar de forma individual, han desaparecido devorados por su propia insipidez y uniformidad. La memoria no es un almacén cronológico, tanto como un 'depósito' mutante, que se activa y anula según la urgencia, según la nostalgia. [Si 'Flores rotas', de Jarmusch, tuviese una antecesora espiritual en el Cine americano de los 60, podría ser esta película]

La transformación

Ned Merrill es presentado, al inicio, como un hombre pródigo en afectos; en darlos y en recibirlos. Es respetado, querido e incluso adulado. Parece seguro en su confortable nido de estimas, sus movimientos denotan arrogancia. Como el narrador de 'La caída' de Camus, su altanería es reducida al conocer, más tarde, el vituperio público, el desplante de la joven niñera, el odio enquistado de su amante. Si entendemos 'El nadador' como una abstracción conceptual, es evidente que Ned ha preferido presentarnos antes los rincones confortables de su memoria, y postergar los hostiles.

La desnudez de Burt

El galleo de Burt Lancaster puede resultar molesto, pero no concibo a este personaje encarnado por una persona de fisonomía más discreta. Su bronceado y su apostura no le salvan de que, hacia el final de la película, comience a sentir frío.

El flujo de personas

Aturde el desfile de personajes cercanos a Ned Merrill. Muchos son amigos; otros, amigos circunstanciales. A algunos ni los recordará una vez aparezcan, hablen y desaparezcan; pero han desfilado ante sus ojos en algún momento de su vida. Si intentásemos reunir a todas las personas con las que hemos cruzado diez, cinco o al menos una palabra en nuestra vida, la cantidad reunida nos haría sentir absolutamente pequeños.

...

La realización de Perry

'El nadador' me cautiva como metáfora, como viaje de recapitulación del aparentemente impoluto hombre moderno, como historia de un hombre que nada para naufragar solo; pero me escama en el aspecto técnico. El uso musical no acompaña bien la acción; en ocasiones, roza lo ridículo. Hay zooms abruptos, casi paródicos, en algún momento que otro en que Ned toma conciencia de algo. Escenas a cámara lenta que parecen herramienta exclusiva para lucimiento del apolíneo cuerpo de Lancaster... Recursos técnicos, en suma, horteras.

No en vano, me entero tras verla que Frank Perry tuvo discrepancias artísticas con la productora, y la tarea de completar el rodaje recayó en las manos del artesanal y correcto Sydney Pollack (tal vez la mayor solidez formal de la recta final sea debida a este cambio de batuta, pero no me atrevo a afirmarlo).

En esa indefinición artística reside el principal defecto de la película, en esa falta de coherencia en la dirección. La mano del director no es suficiente para levantar una película, si cada dedo no está coordinado con los demás.

Gracias.
Nuño
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9 de febrero de 2010
46 de 75 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pues sí, me cago en san dios, arriba las manos, arriba los pubis, arriba los whiskeys, esto es un escándalo.

Motta, irritantemente tibio con su 7, acaba de confirmar que sus nubes de hachís deben de estar ubicadas, más o menos, en el mismo sitio que los triunfos coperos del prostíbulo que anima; esto es, lejos, lejísimos. Efectivamente, el fan de Anthony Perkins ha emulado a Gregory Peck con asombroso tino, definitivamente ha puesto el Rioja en la llaga: esta taladradora llamada El Nadador, aunque data de 1969, es más atómicamente 70's que el debut de Montrose y que el cipote de Sidney Lumet.

Es cierto, no obstante, que su realización y su aparente banalidad remiten a la década de Yellow Submarine, cuando Mr. Sonrisa Política aparece marcando paquete, exultante y surcando aguas. Pronto, no obstante, y si uno presta la concentración que el gorras negaría a una rueda de prensa de Adolfo Aristaráin, una cierta inquietud sobrevuela el paisaje, un brote psicótico asoma de la mirada entusiasta de Mr. Sonrisa.

Y, tras enunciar su quijotesco proyecto, y cuando la película, quizá con poca sutileza pero con una eficacia y un poder hipnótico verdaderamente indiscutibles, levanta las cartas, por el amor de dios, se confirman las sospechas: ahí nacen los putos 70's, ahí vemos al temible burlón despeñarse, convertirse en objeto de chanza, en semilla del diablo. Aquí, por cierto, conviene romper mil lanzas y un misil nuclear en favor de la tonelada de matices que imprime nuestro ídolo a su personaje; por dios, qué bien envejeció este acróbata, con qué garbo supo cambiar los triples saltos mortales por los maratones de melancolía.

Así, lo que aparentaba ser un vasito de mosto, se convierte en un tanque de ginebra y, mientras los nubarrones y la tormenta suplen al sol en los cielos y Mr. Sonrisa deja progresivamente de anunciar Colgate, nos damos cuenta de su enajenación, de su desubicación, de su mundo de nostalgias, frustraciones y molinos.

Efectivamente, mientras Mr. Sonrisa comienza a sangrar, a encajar humillaciones, a vislumbrar su destino y a pedir a gritos una cruz, en algún lugar del mundo Iggy Pop ladra Feel Alright y Travis revienta una televisión, no me cabe la menor duda. Porque la recta final de esta película es de lo más perturbador, asfixiante y desesperanzado que he visto en mi vida, con Mr. Sonrisa dándose de bruces con la realidad, empalado en la cuneta y, efectivamente, musitando "Soy Mr. Sonrisa Política, y soy del Atlético de Madrid".

Soy consciente de que una filmación más potente hubiera redoblado aún más la intensidad de la película, y que no puede impedir algún que otro paso en falso, pero demonios, qué puede haber más emocionante y épico que una imperfección bella, que una desafinación llena de emoción, que una petaca quebrada, que un zurdazo estampado en el poste y que acabe besando con suavidad una red.

Apoteósica.
Barfly
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