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The Moss

Acción. Thriller El decadente barrio de Shan Sui Po, centro de la prostitución y las mafias locales, es el sitio ideal donde ser policía si hace tiempo que perdiste los escrúpulos. Jan, es uno de ellos, un policía que juega en los dos bandos y Fa, una niña que acaba de llegar al barrio. Una rocambolesca serie de acontecimientos (asesino a sueldo de por medio) les hará compartir un funesto destino... (extraído de CinemaSitges.com) (FILMAFFINITY)
Críticas 2
Críticas ordenadas por utilidad
13 de agosto de 2008
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
No siempre el cine asiático nos da gratas sorpresas..... Se presenta un film extraño, con buen argumento, pero con criterios muy excéntricos.... Llega a agotar al espectador y, resulta un tanto predecible..... De lo peor que he visto últimamente proveniente de Asia....
canarioburgos
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28 de diciembre de 2017
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El musgo se arrastraba silenciosamente a través de las zonas oscuras del lugar, sobreviviendo allá donde hubiese agua y alimento; la flor resplandecía bajo el sol y mantenía su brillo a pesar del calor sofocante. Un día el musgo cubrió a la flor hasta los pétalos y se vio obligada a vivir en las sombras. El muelle de aguas profundas de testigo mudo...

Las aguas profundas no son otras que las de Sham Sui Po, inmenso distrito al Noroeste de Kowloon tan famoso por sus bulliciosos mercados atestados de turistas como por la popular Apliu Street, atracción para jóvenes, las tecnologías y las modas; pero no es en ellos donde nos sumerge "The Moss", ni mucho menos. El que fuera asistente de dirección y guionista de Wilson Yip, Zi-Jian Guo (o, internacionalmente, Derek Kwok), ya sorprendió en su prometedor y no menos excéntrico debut "Wild Dog", y ello le valió una nominación en los Hong Kong Film Awards.
Como artista en proceso sigue versando sobre temas similares y hace crecer su estilo, y este producto es la prueba, que comienza al borde del muelle de Sham Sui Po bajo la narración evocadora de Fa sobre su propia historia, disfrazada de sombrío cuento de hadas, inicio que bien podría pertenecer a una obra de Kar-Wai Wong, pero los tonos verdosos que provee el operador Xing-Pei Ke refugian a las superficies y el entorno en un abismo de oscuridad invasivo, figurando un espacio cubierto de musgo. El director, que vive en el distrito y está acostumbrado a ese ambiente, pasea a su pequeño equipo por los barrios en una decisión audaz con la intención de transmitir toda la autenticidad posible.

Pero toda esta primera parte navega en la extrañeza, la de un humor negro sucio y algo perverso, la de un realismo crudo al mostrar las entrañas de este microcosmos compuesto de ladrones, prostitutas, asesinos y policías corruptos, y la de un relato que, como pretende Kwok, empieza jugando con los manidos géneros de la acción y la intriga de etiqueta "made in Hong Kong". Kam-Yuen Szeto, guionista de Johnnie To, imaginó el periplo de un protagonista misterioso (convertido más tarde en el mendigo), pero el director y sus colaboradores prefirieron ampliar el drama a un nivel colectivo, en el que varios arquetipos de la miseria social se cruzan y coinciden cual película de Guy Ritchie.
Mientras el gordo y repulsivo hijo de Chong, una gángster local (Yin-Yin Shao, veterana de la Shaw Brothers) pierde (de una forma que acentúa dicho humor negro y hay que ver para creer) una gema robada, la pequeña Fa es acogida por su hermana en el lupanar de mala muerte que de vez en cuando frecuenta Jan (un Shawn Yue que estornuda permanentemente y se empeña en imitar sin éxito el simpático histrionismo que convirtió Yun-Fat Chow en su seña de identidad). Esto al principio, con redadas y grupos de gángsters de diferentes etnias aquí y allá, es un policíaco viscoso en la línea más realista y comprometida de Ringo Lam.

Szeto imprime algo del estilo de su casa Milkyway y Kwok trasciende los géneros para centrarse en esa serie de personajes que primero actuaban de engranajes de los mismos y ahora son los responsables de mover con sus actos y emociones la trama, cuyos patrones vienen directamente heredados de su film previo, cambiando a su pequeño protagonista Lin por Fa y apostando por la creación de vínculos sentimentales entre seres de diferente condición que terminan revelando puntos en común de sus existencias. Pero "Wild Dog" presentaba un sensible relato humano y de luchas encarnizadas entre gángsters que resultó en una mezcolanza entrañable.
También lo era aquel trío (el niño, hijo de un mafioso; un patoso miembro de un clan rival y una profesora); sin embargo, habituados a la ruina nihilista y al materialismo despiadado, nada hay entrañable en los implicados del periplo urbano que fluctúa entre conspiraciones criminales e identidades embarradas que es "The Moss", y no parece que la redención se vaya a poner ante sus ojos. Kwok hunde a sus personajes en el submundo sudoroso y sofocante de Sham Sui Po, los desnuda y lo que hay debajo es una tremenda debilidad unida a una fealdad insoportable, tal vez por el pasado de pérdida y dolor que les confiere y que sirve para justificarles.

La niña despreciada por su familia que sólo quiere ganar dinero, el policía desleal y amoral, la prostituta a la que ama, al parecer todos tienen motivos para ser como son, incluso ese mendigo imbécil que sólo sabe emplear la fuerza y que termina convirtiéndose en una especie de ángel caído protector de Fa; la segunda mitad del metraje está completamente dedicada a extraer profundas emociones de la repugnante conciencia de todos ellos, y provoca a su vez que el ritmo decaiga a niveles soporíferos, ya que durante un larguísimo tramo no sucede prácticamente nada, y los interesantes secundarios (el oficial An (gran Chi-Wai Tsang), Chong o su hijo) carecen del tiempo que merecen en pantalla o simplemente se esfuman.
Otro problema es que cada uno de los guionistas aportó diversas subtramas para hacer de "The Moss" un relato coral, y ninguna de ellas se desarrolla plenamente, como tampoco funciona la amistad construida poco a poco entre el mendigo misterioso y Fa, al menos no al intentar emular, por parte del director, la de los Lin y Man-Dui de "Wild Dog". Gracias a una intensificación de la violencia hacia su último cuarto de hora, que sin duda recuerda a los clímax brutales de las obras de Lam, la acción vuelve a despegar, pero todo ello queda solapado por la manía de Kwok de apelar a una especie de salvación piadosa cuando es imposible que nadie la reciba.

Incomprensible decisión final la que tiene este "thriller" de atmósferas duras y violencia absurda, mitad intriga policíaca, mitad drama humano atroz, que por fin dio al nativo de Hong Kong su tan soñado premio en los Hong Kong Film Awards.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Chris Jiménez
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