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AC/DC: Let There Be Rock, la película

Documental AC/DC en directo en el Pavillion de París el 9 de diciembre de 1979, durante la gira que sería la última del cantante Bon Scott. Aunque la banda se encuentra todavía en sus años 70, era minimalista, con pocos efectos en el escenario y pirotecnia, esta presentación en vivo fue considerada como una de las mejores y más enérgicas de su carrera. El concierto se intercala con entrevistas semi-ficticias con los miembros de la banda. Las ... [+]
Críticas 1
Críticas ordenadas por utilidad
10 de julio de 2017
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como todo buen seguidor de la banda australiana sé diferenciar perfectamente sus dos épocas: la de Bon Scott y la de Brian Johnson.

Y para mí (aunque tengo todos los álbumes de su discografía) la más auténtica es la de los '70, la primera, en esa década en la que el "rock" era "rock" y punto, y no había ni teclados, ni cardados, ni maquillaje, ni pirotecnia innecesaria. De hecho se nota la época que es porque el escenario parisino donde toca el grupo es de lo más sencillo. ¿Pero quién coño necesita luces, explosiones y fantásticas vestimentas o trucos cuando tenemos a los ya de por sí fantásticos Scott y Angus Young?
La hora y media de concierto que ofrecen estos titanes del "rock" es visceral y frenética, donde no se pueden contar las descargas que salen por el mástil de la Gibson del pequeño (pero matón) Angus, bien compañado de la furiosa batería de Rudd, escoltado por Malcolm y Williams, y las poses y alaridos del macarra de Bon, la voz más jodidamente furtiva del "blues". A ver, parece que para todo dios Brian Johnson es la voz de AC/DC, pero jamás le ha hecho sombra al escocés de tatuajes y larga melena.

Por desgracia esta fue la última actuación que haría antes de pasar a mejor vida por aquel trágico incidente del 19 de Febrero del 1.980. Volviendo al concierto, todos los integrantes demuestran estar en plena forma con una lista de temas míticos, empezando con ese enérgico y animado "Live Wire". Es todo un espectáculo presenciar a Young dando saltos de aquí para allá, tirarse al suelo, pegar brincos y sin parar de sudar. Como se nota que aún eran jóvenes.
Hay momentazos como el demencial "striptease" que protagoniza Angus a mitad del "Bad Boy Boogie", esos minutos en los que el guitarrista se tiene que ausentar del escenario a que le den oxígeno y agua para poder seguir con el tema "Rocker", y luego pasearse a lomos de uno del equipo por todo el recinto, o ese increíble final que se marcan con "Let There be Rock". Pero el "set list" contiene otras perlas igual de legendarias tales como la "bluesy" "The Jack", "High Voltage", "Whole Lotta Rosie" y la gran "Highway to Hell".

Y entre tema y tema se hacen unas muy curiosas y graciosas entrevistas a los miembros (unos prendas de muchos cuidado), como esa en la que les preguntan si esperan una 3.ª Guerra Mundial en breve, que qué opinan de las "groupies" y en la que le preguntan a Bon que si se siente una estrella, respondiendo éste "no, pero a veces sí que veo estrellas". Además, resulta memorable la carrera que se echan Williams y Rudd, uno con una avioneta y otro con un coche, sonando de fondo "Walk All Over You". Ahora, menos mal que lo vi con subtítulos, porque cualquiera entiende ese inglés australiano ininteligible de estos mendas.
En fin, a partir de aquí todo cambiaría, y el mundo del "rock" ya no sería el mismo, al igual que la calidad musical de la banda, que iría descendiendo más y más durante toda la década de los '80. Gracias a shows históricos como este podemos disfrutar no sólo de la era de esplendor de AC/DC sino también de ese gigante que fue Scott, uno de los más extraordinarios "frontman" que han existido.

Allí estará, pimplándose un ron con el Diablo a su diestra.
Pilla una buena a mi salud, Bon.
Chris Jiménez
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