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Bendice a los animales y a los niños

Aventuras. Drama Un grupo de chicos se dispone a pasar un día en el campo visitando una reserva de bisontes, pero la prometedora jornada se convierte en una pesadilla. Unos expertos cazadores conducen a la manada hacia un lugar que se convierte en un callejón sin salida.
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1 de septiembre de 2019
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Quizás el tema más reiterativo de las novelas que escribiera el estadounidense, Glendon Swarthout (1918-1992), es la capacidad de descarrío y de crueldad que posee la especie humana, y con ello da cuenta del rezago cultural con el que seguimos enfrentando la existencia. Con profundas huellas en su psique, causadas, primero, por La Gran Depresión, y luego, por la II Guerra Mundial, Swarthout, vivió siempre desencantado con la manera como los adultos han enfrentado los más graves problemas sociales… y es bien visible que reprobaba rotundamente la suerte de trato que los mayores dan a los niños y adolescentes, pues, en sus novelas, “Where the Boys Are” (1960), “Loveland” (1968), “Pinch Me, I Must Be Dreaming” (1994)… y muy especialmente, en “Bless the Beasts & Children” (1970), refuerza su implacable alegato con los más sólidos ejemplos y argumentos.

Debe haber sido por el estilo narrativo del director Stanley Kramer, quien sabía bastante de esas cosas que llegan al alma, pero, <<BENDICE A LOS ANIMALES Y A LOS NIÑOS>>, me ha calado muy hondo, quizás porque también siento, cada día, que la gran epidemia de la sociedad son los adultos, pues, en los peores gobiernos del mundo, en las más destructoras y abusivas empresas, en las más atroces guerras… y en todas las grandes infamias que se producen en el mundo, abunda la dirigente presencia de prepotentes adultos. Y en las depresiones, en la fragilidad y en la inadaptación de niños y niñas, hay casi siempre un par de adultos incompetentes arruinando sus existencias… unos por improcedente presencia y otros por deplorable ausencia.

Se trata aquí de seis muchachos, señalados por sus progenitores (y otros “adultos”) de “desadaptados”, “llorones”, “mariquitas” … y “mentalmente perturbados”, entre otras perlas, pero, cuando un día los llevan a un lugar llamado, Campo Infantil Box Canyon, cuyo lema es, “Tráiganos un chico… le devolveremos un cowboy” (la arcaica ley del Wild Wild West), entre los muchachos se producirá una sorprendente sinergia que los llevará a demostrar cuánto pueden lograr – ¡todos los jóvenes! - cuando alguien cree en ellos.

El filme no deja títere con cabeza; la sociedad estadounidense queda brillante, y vergonzosamente, recreada… y eso explica el arrinconamiento en que se ha mantenido esta gran realización, pues, otras sociedades no se alejan mucho de la norteamericana. Por suerte, la emotiva banda sonora, con un bellísimo tema central que sobrepasó las fronteras (“The Young and the Restless”), ha motivado a algunos jóvenes a buscar este brillante título de Kramer que, poco a poco, irá ocupando el lugar que se merece, pues, se trata, sin duda, de una historia inolvidable.

Para, Bill Mummy (Teft), Barry Robins (Cotton), Darel Glaser (Goodenow), y demás chicos que aparecen en la película, nuestro más hondo reconocimiento.

Cuando alguien decía que estaban, “mentalmente perturbados”, me hubiera gustado preguntar: ¿Quiénes, los chicos o los adultos?

Título para Latinoamérica: <<DENME UN JOVEN… LES DARÉ UN HOMBRE>>
Luis Guillermo Cardona
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