Punto y Raya

Elia K. Schneider nos presenta una original y realista (por el formato digital) e interesante propuesta acerca del enfrentamiento militar entre amigos, entre hermanos.
Pedro, un campesino colombiano que acaba en el ejército, representa el patriotismo y la pureza. Por otro lado tenemos a Cheito, un venezolano camorrista y camello que es reclutado de manera obligada y por lo tanto no tarda mucho tiempo en ser un desertor.
El filme junta a ambos personajes, que sobreviven a guerrilleros y narcotraficantes para formar entre ellos unos lazos de amistad en la adversidad.
Lo más destacado es la utilización del sentido del humor que compone casi toda la película y un sentido crítico sobre la hipocresía, el cinismo y la corrupción de los gobiernos y del ejército. De como la pobreza, la incultura y el analfabetismo se ver superados por la coca y las armas, que es lo que finalmente cuenta para los gobiernos y los militares.
Lo peor es que las limitaciones técnicas quedan muy al descubierto en las escenas de acción y ni el abusivo y excesivo uso del ralentí en el montaje salvan lo que no hay: medios.
Aplaudo su mensaje de tolerancia y antibelicismo y la manera cómica de abordarlo pero no me creo nada del filme cuando trata de ponerse serio.
¡Ojalá los conflictos territoriales y fronterizos se resolviesen en un partido de fútbol!

Por encima de los ejércitos y de las luchas políticas ha de prevalecer la fraternidad entre los hombres. Cualquier análisis mínimamente concienzudo del conflicto de Colombia, en el que están implicados campesinos, ejército, narcos, paramilitares y guerrilleros revolucionarios, nos revela que el discurso (a)político que transmite Punto y raya es claro a la par que pueril. Mensaje desafortunadamente orlado con vulgares escenas de pretendida comicidad basadas en la teta, el culo y el mete-saca. Ni la bonhomía del discurso de la película, ni el entusiasmo que, seguro, debió poner su equipo realizador logran eclipsar las deficiencias técnicas y visuales que ésta posee. Más de uno quedará estupefacto al ver cómo una película con una estética tan paupérrima, cercana al video casero, y un mensaje tan simplista ha sido exportada con cierto éxito, e incluso ha tenido una buena acogida por parte la crítica. El Cine es mágico y la vida es injusta.

Dentro de un contexto bélico el manejo del humor puede resultar tarea complicada ¿No? Hay que tener una idea del objetivo general de la trama, cómo llevarlo a cabo, no convertirlo en un resultado tan local o que se muestre incongruente. También queda claro definir los géneros a manejar dentro del metraje, ya que Schneider no concluye su trabajo de manera contundente y así poder convertirlo en una autentica tragicomedia, que trascienda más allá de la frontera venezolana, colombiana o española.

Hay ideas claras que la directora expone sin titubeo como la unidad de los pueblos, la amistad, solidaridad, entrega, fidelidad y respeto, valores que se ensombrecen ante la inminente hipocresía y corrupción, que rigen a nuestra sociedad y estructuras gubernamentales, quienes con batuta eligen el conflicto, el motivo y a quienes se desempeñarán dentro de él, con motivos muy “patrióticos” y contrarios a resultados en beneficio de sus habitantes.

Es a partir de los protagonistas que su directora hace una crítica directa a todos los participes de una guerra sin mucho sentido en la que están inmiscuidos narcotraficantes, campesinos e integrantes de un grupo guerrillero colombiano, en la cual se debe tener postura y en la que abstenerse significa la muerte; donde no pueden existir los lazos de amistad y las treguas solo sean lapsos dictados por otros. Punto y raya hace un paréntesis para recalcar la defensa de la línea divisora que supera la importancia para erradicar el analfabetismo, el hambre u otras necesidades de ambas naciones.

Aun así considero que se puede recomendar con ciertas reservas, con el fin de conocer un poco de la situación entre las dos naciones, su conflicto y su poco empeño para terminar con el narcotráfico.

Esta película parece actuada por unos mamarrachos que no tiene ni idea de lo que hacen, en Colombia se transmitía una serie llamada "Hombres de Honor", producida por televisón pública, con poco presupuesto, pero era mucho mejor que este remedo de película. Tal vez la historia es buena, pero no transmite nada que se logre asomar a la realidad.

El guión es algo simple pero su fondo bastante importante.

No se si refleja o reflejó la realidad de los ejercitos venezolano, colombiano, la guerrilla y los narcos de aquella zona pero al menos es una ventana donde asomarse, rodeada de la tan bella naturaleza de esos países.

De las actrices, todas son secundarias, me llamó la atención Daniela Bascopé en el papel de Lutecia.

La comedia no es muy buena pero los personajes son muy característicos y se pasa un rato entretenido.

Me asomo al cine venezolano desde la biblioteca pública de mi cuidad, donde lamentablemente sólo encontré dos DVDs, este y "Secuestro Express".