El péndulo de la muerte

Si hay una película que resume el cine de Corman de los años sesenta mejor que ninguna otra, esa es sin lugar a duda “El péndulo de la muerte”. No digo que sea la mejor, que evidentemente no lo es –sólo hay que ver “La matanza del día de San Valentín- sino la que dentro de ese subgénero de cine de terror gótico al que se consagró Corman, este es su mejor ejemplo.

Y eso que no es una adaptación de la obra de Poe muy correcta. Más bien, de las menos fieles, pero sí que es la que recoge todos y cada uno de las obsesiones tanto del director de Detroit como del propio Poe. Todos los elementos están presentes, desde el castillo, la muerte, los fantasmas, las torturas, el adulterio, la locura, el catatonismo...

Es complicado además encontrar un papel donde Vincent Price esté más a gusto. En muchos instantes parece el mismísimo Satanás, sobre todo en esa espeluznante parte final. Sombrerazo para un actor del que en la actualidad no tenemos ningún heredero digno.

Comentaba otro compañero el sentido teatral de la película, es cierto, aunque también juega mucho con las distintas dependencias y pasadizos del castillo, por lo que en realidad no existe una verdadera unidad de espacio. Esto incluso hace que se le vaya a Corman de control y en algunos momentos algunas carreras sobran. El guión no es perfecto, se suceden algunos giros buscando más el impacto que la verdadera coordinación de secuencias. Y a pesar de todo “El péndulo de la muerte” (que manía con cambiar algunos títulos, con lo fácil que hubiera sido El pozo y el péndulo) permanecerá en los corazones de los amantes del cine como una pequeña joya a la que acudir cuando se quiera pasar un rato agradablemente terrorífico.

Los escenarios son de cartón piedra, las actuaciones están excesivamente dramatizadas (sobre todo el Vicntent Price del primer tercio de la película), los diálogos suenan cargantes y el montaje no lleva a veces la continuidad que debería. Y es más teatrera que una obra de Shakespeare.

Pero sinceramente, me la trae al pairo. Porque la atmósfera está intacta.Y el castillo tiene más pasillos que un Ministerio. Y Vincent Price irradia carisma por los cuatro costados. Y el guión es radicalmente magnífico e inesperado. Y tiene los mejores flashbacks que servidor ha podido ver en mucho tiempo. Y el último tercio de película es de una tensión y frescura colosal.
Y ese péndulo ¡Ay, ese péndulo! amenazando abrir tus tripas en canal y sacarte hasta el ultimo gramo de bilis, jodiéndote todas las digestiones venideras….

Y Corman era capaz de parir dos o tres de estas al año. Eso si es un genio…

Esta adaptación del cuento de Poe resulta interesante para aquellos que gozamos de historias bien ambientadas. Pues el castillo donde se desarrolla el relato consigue generar una atmósfera insana, enrarecida e intrigante. Teniendo de base una lograda ambientación, la historia en sí resulta sugerente, tortuosa y bien pergeñada a la hora de las sorpresas y los giros narrativos. En ella se combinan elementos paranormales, traiciones y mucha maldad contenida en una sala de torturas que esconde un oscuro secreto.
Vale la mención del más que correcto papel que otorga Vincent Price, personaje clave dentro de la estructura narrativa.
En fin, una historia breve pero concisa, que nos transporta a un escenario donde extrañas circunstancias harán pasar ratos de zozobra y de delirio, donde aprenderemos que nuestro principal enemigo no lo debemos encontrar en el mundo de los muertos.

Evidentemente, no produce el mismo efecto leer un relato de Edgar Allan Poe que ver una peli de Corman pero, aún así, yo diría que “El péndulo de la muerte” es -quizás- la versión cinematográfica que más y mejor se aproxima al fantasmagórico espíritu de las novelas del insigne americano.

Sólo por eso ya vale la pena ver una peli como ésta. Una peli, por cierto, cuyas mejores referencias las hallamos en la invectiva y en el oficio del propio Corman, productor -además- de esta fantástica (y nunca mejor dicho) cinta de género.

Siete merecidas estrellitas, pues, para un correctísimo trabajo en el que la soberbia y teatral interpretación de Vincent Price compensa, con creces, la sobriedad y escasez de medios de una peli con un final (ojo al dato) absolutamente memorable.

Existe un pozo y existe un péndulo. Eso es todo lo necesario para crear dos obras geniales, no viendo en el film la adaptación del relato, sino una recreación de los miedos y obsesiones recurrentes en el cine de Corman alrededor de estos terroríficos elementos de tortura, de fascinante diseño.

En la película, se sustituye el angustioso relato de un condenado por la Inquisión, en un oscuro calabozo, en espera de una muerte llena de horrorosos sufrimientos físicos y psicológicos, por la intriga en torno a la muerte de Elisabeth, esposa del hijo de un inquisidor, investigada por su hermano. Éste además actúa como el elemento externo al castillo, desencadenando la acción y revelando de la naturaleza de los personajes. Todos ellos, por cierto, bastante desagradables o y por los que no sientes nada de afecto. Con la excepción de Nicholas Medina, claro.

La película supone un cambio de perspectiva en el género ya que, además de mostrar la decadencia (física y psicológica) de la clase acomodada, aleja el mal de una figura externa y lo hace surgir de las profundidades del ser humano, mostrado en forma de locura, de degeneración mental de los personajes. De hecho, gran parte del sentimiento de terror está en el en el texto, en el guión, en el desvelamiento de la historia que a la vez construye a los personajes. Además técnicamente es muy buena, compensando la escasez de medios con soluciones creativas y muy efectivas, como los escenarios, la ambientación y los flashbacks, marca de la casa.