Black Mirror: Demonio 79 (TV)

El rótulo inicial de esta entrega se desmarca del resto de la serie y reza un ‘a Red Mirror film’, anunciando que ya no disimulan que se han quedado sin ideas para su producto estrella, y hay que expandirse e inventar una nueva marca. Podría estar bien, si lo haces con otra serie aparte. ¿Un ‘Red Mirror’ con historias de terror, fantasía y humor negro? Apúntame. Pero claro, mejor forzarlo dentro de ‘Black Mirror’ sin sentido, que tiene cierto renombre y vende más, aunque carezca de todas las características de la serie. Por cierto, podrían haber puesto la etiqueta también en el anterior episodio, que se adentraba en lo fantástico sin avisar.

Lo peor, y más triste, ni siquiera es que se desmarque del análisis introspectivo que supone el impacto de la tecnología a corto y largo plazo, lo peor es que la historia que propone es una chorrada. El planteamiento es, en esencia, una copia de ‘Death Note’, que luego deriva en una copia de ‘La Zona Muerta’, con el estilo del terror satánico de la década de 1970, el cual fracasa en emular. El tono es el de una comedia negra, lo que tampoco termina de convencer, pues los personajes resultan muy cargantes, en especial el demonio.

En la parte final todo se va al infierno y la historia da un giro hacia una especie de desenlace romántico con el que he sentido vergüenza ajena.

Lo poco salvable es el mensaje de que tal vez sea preferible la eternidad en la oscuridad de la nada a la vida en una sociedad enferma. ¿Apología del asesinato de pecadores o del suicidio? Es una idea muy perturbadora esa.

Ni ‘Black’, ni ‘Red’, sino ‘Dead’.

Definitivamente, 'Black Mirror' ha perdido por el camino su razón de ser y se ha convertido en un compendio de relatos de temáticas varias con moraleja final que relegan a un tercerísimo plano "el lado oscuro de la tecnología". Historias que si no fuera porque su título viene precedido de ‘Black Mirror’ y dos puntos nos costaría vincular con la serie madre.

Puede que con esta maniobra la serie se haya reinventado y abierto a nuevos horizontes o como quieran llamarlo pero es evidente que el motivo surge de la falta de ideas, de nuevos conceptos o futuras predicciones inquietantes. De hecho, esta fue en su día la definición oficial de 'Black Mirror': una serie de futuras predicciones inquietantes acerca del efecto negativo que ejercen las nuevas tecnologías sobre el ser humano. Un futuro cada día más inminente y menos lejano, quizás por eso, resultaría familiar y menos sorpresivo para el espectador.

Coincido con mi compinche, el usuario Biopunk, en que podrían haber creado una submarca o un spin-off de 'Black Mirror' y nadie les reprocharía nada. Hay sobrados ejemplos de éxito pero supongo que era más sencillo y lucrativo seguir explotando la gallina de los huevos de oro en lugar de lanzar y promocionar una nueva serie. Creo que ha sido un error por parte de Netflix que no nos queda más remedio que aceptar.

Black Mirror: Demon 79

El último episodio (hasta nuevo aviso) de la serie antológica es el más desenfadado y divertido de la lista. Una comedia negra que parodia las películas clásicas de terror. No he querido analizarlo plano por plano y me he decantado por disfrutarlo sin más expectativa que el placer.

Un arranque al estilo 'Insidious' (2010) y un claro homenaje (ahora sí) al 'Libro de los Muertos' de la saga 'Evil Dead' de Sam Raimi. También tiene cierto regusto a Shyamalan y su última película 'Knock at the Cabin' (2023).

Estos son los ingredientes: protagonista de origen hindú de metro cincuenta y ojos saltones se topa con una maldición de la que brota un demonio a modo de genio de la lámpara que le concede tres asesinatos o en su defecto el fin del mundo. La joven Aladdina (permítanme el comentario racista) dará rienda suelta a su apetito por el crimen como si de Jack el Destripador se tratara pero con martillo en mano (véase la portada). 'La asesina del martillo' se convierte en antiheroína cuando se propone acabar con la vida del próximo Adolf Hitler en la racista Inglaterra de 1979 bajo amenaza de guerra nuclear. Todo ello sazonado con un humor negro que proviene literalmente de un negro (permítanme otro comentario racista).

Si no es incentivo suficiente para darle al play es que no han entendido cuál es la moraleja de todo esto. Y si todavía se han quedado con hambre, les recomiendo la serie 'The Good Place' (2016). No se la pierdan.

Salvo que ocurra un milagro y den un cambio radical para volver a los orígenes de Black Mirror.

Definitivamente Netflix te dice aquello de " te mean en la cara y dices que está lloviendo". No se esconde y te lo tira a la cara con cosas como:
-¿Tecnología y sus peligrosas consecuencias? No nos queda nada.
-¿Eres fan de BM? No te preocupes le ponemos """""humor""""" que seguro es lo que buscas.
-¿Un entorno realista en el presente? Claro, vamos a situar la historia en el final de los setenta.
-¿Mensajes elaborados para usar el cerebro? Tenga caballero, se lo mastico y se lo sirvo para que no se canse.

Pero ojo, Netflix no solo destruye, es que además tiene que poner su sello. Toda persona blanca es mala, estúpida o repugnante. Toda persona no blanca es buena, oprimida o guay. Una mujer india mata 3 hombres blancos no pasa nada... a la inversa ya sabemos que pasaría...

En fin, hasta aquí llegó el viaje. Poco a poco he visto como Netflix ha corrompido hasta el último átomo esta (anteriormente) gran serie.
Viendo que casi no se le ha dado publicidad a esta nueva temporada, tiene todo el sentido tras ver los capítulos donde solo se salva y por los pelos 1. Ojalá algún día otra plataforma compre los derechos de BM, mientras tanto este espejo ya no es negro, simplemente está destrozado.

Feo y aburrido.

No obstante Netflix sorprende con una magnífica crítica velada a los POPULISMOS. Que sutil es todo. Y que sueñecito tan bueno te echas en el sofá.

Descacharrante que sea imposible encontrar una moraleja. Antes iba de una crítica a ciertas tendencias tecnológicas ahora, ¿qué ofrecen?

Está claro que para esta sexta temporada tan sólo tenían dos ideas más o menos potables, las del primer y el tercer capítulo; pero como había que entregar cinco, pues ahí van el resto de puro relleno, incluido este, más malo todavía que el cuarto. No quiero pensar cómo serían los guiones que no pasaron el corte y se quedaron en el cajón, aunque esos igual nos los colocan en la séptima temporada.

En fin, esto ya no es Black Mirror, sino una franquicia que vive del pasado, y uno asiste a sus capítulos con la esperanza de encontrarse algún vestigio de lo que fue.

Eso sí, Netflix a lo suyo, aprovechando para colocar sus mensajes políticos, presentando a los hombres blancos como fascistas, pederastas, maltratadores y asesinos, y a los personajes racializados como justicieros molones.