Cuestión de derechos

El amateur director de fotografía James Ball (Milgram and the fastwalkers) escribe y dirige Cuestión de derechos, su ópera prima que se centra en un caso judicial sobre el aborto.

Es habitual la creación de proyectos en las que el tema de base es muy interesante y recurrente a nivel social, pero la ejecución resulta tan descuidada que su importancia queda en la sombra de algo que podría haber sido excelente. En Cuestión de derechos sucede precisamente esto; el mensaje parece que tomó tanta relevancia en la preproducción y creación que la calidad del producto final resulta fallido.

Encontrar largometrajes objetivos con un tema tan sensible es imposible. En este caso, Ball y ciertos actores como Emma Elle Roberts —que también participó en Unplanned, película de la misma temática—, adoptan una posición clara. De todos modos, hace falta remarcar el intento de exposición de argumentos a favor de ambas posturas para que el discurso no resulte tan agresivo.

Ceder a los estereotipos es fácil, y Ball no consigue evitarlo. La falta de profundidad en la historia le hace caer en unos clichés básicos que cualquiera puede reconocer. El arrogante jugador de fútbol americano, el sabio entrenador del equipo, la protectora y exigente madre que casualmente ha vivido la misma situación, y un sinfín de personajes sin trasfondo ni sentido narrativo.

En definitiva, la importancia de esta propuesta queda en la sombra de un film poco elaborado, con una fotografía que desaprovecha la oportunidad de embellecer su estética y una edición basada en transiciones que no terminan de aportar nada. Aunque el tema puede parecer abierto y con argumentos razonados, no evita abandonarse a tópicos que apenas rascan la superficie de algo que podría haber sido una buena obra.

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La película está hecha desde posiciones pro-vida, pero no convierte las posiciones ni a favor ni en contra en trincheras. Permite el diálogo, y reconoce la legitimidad jurídica del aborto, pero no su legitimidad moral, frivolización, ni que se convierta en un "derecho civil" como los de las minorías o de género.
Los debates entre abogados repasan todos los argumentos a favor y en contra con bastante objetividad.
A nivel técnico, las transiciones no están bien hechas, lo cual empobrece bastante la película.
Me quedo con la conclusión: la guerra y la polémica no sirven de solución, solo el amor triunfa.

Sinceramente, me enfada mucho que se menosprecien determinadas películas por el simple hecho de ser cristianas. Echadles un vistazo a las críticas de esta: "panfleto cristiano", "cinta del lobby antiabortista", etcétera. No importa ni la calidad del filme ni su enjundia: como es cristiana, se denuesta (¡si hasta ocurrió con "La pasión de Cristo"! Pese a tratarse de una obra excepcional, está mancillada por la opinión de los críticos de medio pelo: comprobadlo vosotros mismos en esta web).

Por el contrario, si la película trata un tema "de actualidad" (homosexualidad, transexualismo, aborto libre, etcétera), entonces sí recibe todo tipo de elogios. Por ejemplo, ¿quién se acuerda de "Moonlight"? La película era mala y aburrida, pero, como versa sobre un negro trucho, hasta le dan un Óscar. ¿Os acordáis de "La chica danesa"? No, ¿verdad? Pero eso no importa: es que habla sobre los problemas de los transgénero, así que es una obra maestra (y si no te gusta, eres un homófobo o tránsfobo o lo que sea). ¿Qué me decís de "4 meses, 3 semanas, 2 días"? Que sea buena o mala da igual: lo importante es que promueve el aborto legal. Y todo es así.

Concedo que "Cuestión de derechos" no es el mejor filme en el aspecto técnico, ni cuenta con los mejores actores ni la mejor dirección ni nada; pero aborda valientemente un problema real, y lo hace desde una perspectiva totalmente novedosa: la del varón. Siempre se habla de las dificultades de las mujeres embarazadas..., pero ¿qué pasa con los padres de las criaturas? Además, se trata de un juicio auténtico y la película no ha dado pie a la ficción: lo que se ve es lo que pasó. Eso sí que es presentar problemas "de actualidad" sin sumarse al discurso dominante.

Yo creo que la película merece la pena: que tenga aspecto de telefilme, me da igual (peores cosas hemos visto); que los actores no parezcan chicos de instituto, me importa un bledo (claro, en "Al salir de clase" todos tenían quince años...); que la dirección no sea todo lo buena que debería de ser, es irrelevante (el responsable no es ni cineasta, sino un pastor protestante que se lio la manta a la cabeza y realizó esta película). Lo que importa es lo que cuenta (exactamente igual que "Moonlight" o "La chica danesa". Pero claro: estas forman parte de lo "políticamente correcto" y te tienen que gustar por fuerza).

Todo el mundo tiene derecho a exponer sus ideas…incluso los lobbys anti aborto que han financiado y promovido esta película de pequeño tamaño y poco talentoso equipo.
El problema de estas producciones moralistas y religiosas es que están dirigidas a los ya convencidos y tienen una calidad bastante pobre. El guión es predecible y parece escrito por un adolescente de esos que se ven obligados a una doble vida por formar parte de una familia de convicciones morales y religiosas. La dirección es plana y se somete, con gusto, al pequeño presupuesto con el que cuenta porque no podría dirigir otra cosa. Los actores son voluntariosos que no tienen otra cosa que hacer y los productores quieren propagar e imponer sus valores y principios.
La trama es pueril y en algunos puntos ofensiva hacia los derechos que tanto ha costado conseguí y que, en algunos países, son imposibles. El derecho a la vida debe ser inalienable, por supuesto, como lo es el derecho a la vida de las mujeres que son obligadas a parir poniendo en riesgo su vida o teniendo que ver cada día las consecuencias de una violacion o viendo sufrir a su hijo una enfermedad o minusvalia terrible.
En éstos casos en los que se trata de temas tan complicados resulta imposible no opinar y si ésta película puede arrojar luz sobre los sectores enfrentados…bienvenida sea. En lo meramente cinematográfico, es un bodrio.