Soy el pequeño diablo

Se trata de uno de los primeros films que podríamos considerar como "estilo Benigni": dirigido por él mismo, protagonizado por su histrionismo característico y, como no, junto a su inseparable Nicoletta Braschi.

Es una comedia de argumento fantástico y con una historia sin mayor trascendencia. Sobre todo recomendada para amantes de Benigni.

Aunque el protagonista mantiene su acento toscano, usa un italiano mucho más asequible que en películas anteriores como "Non ci resta che piangere (1985)", donde era bastante más difícil entenderle completamente.

A pesar de haber visto en su momento "La Vida es Bella" y de ser una de las películas que mas vi en mi vida, no se me había presentado oportunidad previa de ver otro film de Roberto Benigni. La critica general solo realza esta obra del autor por sobre el resto y quizás ese sea el motivo principal.
Tras poder ver esta película, se puede afirmar que ya se notan pequeños destellos del estilo Benigni, toques de humor, situaciones insólitas y demás presentes en la mencionada arriba, pero queda en evidencia que al director le faltaban años y afilar un poco el estilo.
No obstante este film se deja ver y por momentos saca una sonrisa, gracias las ocurrencias varias de Benigni y la participación de actores de la talla de Walter Matthau, Stefania Sandrelli y por supuesto, Nicoletta Braschi.

A priori tendría que ser un bombazo. Matthau y Benigni nada menos.

Pero ojo, aquí Benigni es solo un diamante recién sacado de la mina, y aunque hay algunas escenas que te hacen reír, da la sensación de que lo suyo se quedaba todavía en el humor de skecht.

No hay guión, Roberto hace de diablillo como podía haber hecho de primo de pueblo, el cura está muy mal aprovechado y el espíritu de crítica se agiganta cuando pensamos lo bueno que ha hecho estos dos por separado, y lo que podían haber dado de si juntos.

Es verdad que hay que tener un don, pero también es cierto que hay que trabajar mucho y aprender más para sacarle todo el potencial. Aquí a Benigni todavía le quedaba un tramo.

Lo bueno es que acabó por recorrerlo.

Con un guión que va a trompicones., la película está hecha por Benigni a la medida de Benigni.
La trama es bastante ridícula y sin sentido y la presencia de Matthau es por completo superflua.
Resulta una serie de escenas en los que la continua presencia de Benigni llega a cansar. Tanto hacerse el gracioso termina por aburrir, debido también a lo inverosímil de la trama.
En su tiempo gustó en Italia, pero más de 30 años después es prescindible.
Menos mal que luego Benigni nos dio La vita è bella, en la que hay historia, emoción y sentido.