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The Broken Tower

Drama Biografía del poeta estadounidense Hart Crane que se suicidó a la edad de 32 años, saltando del barco de vapor SS Orizaba. (FILMAFFINITY)
Críticas 3
Críticas ordenadas por utilidad
15 de febrero de 2014
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cinco años después de Good Time Max, James Franco compone con The Broken Tower la culminación de su personal y perverso estilo cinematográfico, el zenit para alcanzar a tocar el cielo de su particular cruzada de planteamientos eclécticos, rupturistas y anti convencionales. Con una puesta en escena histérica y voluptuosa, adapta las características del montaje emocional soviético para impartir un curso avanzado de efectismo y manipulación de la imagen, un recurso que se ve potenciado por su peculiar impronta visual basada en una ignominiosa cascada de imágenes causticas y elocuentes, una planificación compositiva fragmentaria y disociativa que conjuga desenfoques, iluminación discontinua e intermitente, sonidos estridentes arbitrarios y las rupturas bruscas y continuas del discurso narrativo articulado como un sentir creativo que bebe más del impulso que del raciocinio neutral.

Estos elementos son algunas de las trampas del lenguaje interno de Franco que, en definitiva, busca alternar talantes orgánico-distantes y crear un marcado distanciamiento brechtiano que es provocado concienzudamente por el autor para romper la identificación del espectador con algo que considera cierto y guiarle en la toma de conciencia de que está viendo un espectáculo de luces, imágenes y sonidos. Se nos cuenta un recorrido por los sucesos más relevantes en la biografía del escritor homosexual Hart Crane, que se suicidó prematuramente ante la presión social y la enfermiza homofobia de esta. Sin embargo, el lenguaje visual que utiliza su creador, alérgico al convencionalismo y la empatía, dista concienzudamente de una aproximación implicadora por semejante tormento personal.

Otros componentes brechtianos que pone en práctica con frecuencia son la observación distante del entorno social, la alusión metafílmica tomada de géneros, estilos y tendencia clásica pero manipulada y actualizada, así como el comportamiento, en muchos casos, muñequizado de unas creaciones que se sostienen de forma más artificiosa y unidimensional que tangible, dado el carácter de simbolismo experimental que recorre la cinta.

Franco se revela como un realizador muy dotado para radiografiar emociones con una narrativa sin cohesión interna y para otorgar un inefable sentido estético a la hora de representarlas. Esto se demuestra en su uso conjunto del filme concebido como elemento de manifestación y exploración expresiva libre y radicalizada, función que revela la emoción íntima de su creador como autor inconformista a través de las posibilidades psicotécnicas de la cámara. También a la hora de granjear consistencia a sus concepciones onírico-fragmentarias que actúan como atajo laberíntico enraizado y de incomprensible raciocinio.

En The Broken Tower existen numerosos pasajes que rompen con las estructuras lógicas de un texto, explicitando la condición de confesión íntima y no de ficción cinematográfica con pretensiones naturalistas. Su guión está concebido como un activo intangible donde representa las tormentas y los vampiros interiores. Un desarrollo surgido del subconsciente o de las obsesiones de James Franco por caricaturizar y deformar la realidad a su antojo. En el caso de esta película, manipulando hasta la histeria un planteamiento de género con raíz en el cine negro hollywoodiense más estandarizado. Pretensión existencialista de plasmación de autoconciencia que se transforma en opaca literatura de espíritus cuadrangular y geométrica.

Su cine, libertario e insobornable, es claro heredero de la síntesis creativa daliniana y de las proporciones abstractivas de la danza contemporánea: planteamientos que no se sujetan a la lógica, germen motivacional basado en el impulso más que en la composición, tosco desarrollo de fábula egomaníaca intransferible en su emotividad que busca pretendidamente el asombro y el impacto antes que la interacción con la audiencia.

El cine de James Franco está, decididamente, concebido como expresión libre de prejuicios e intereses comerciales, a contracorriente de planteamientos industriales, cuya implicación artística provoca la suficiente elocuencia e hipnosis como para mostrar un pérfido interés hacia las propuestas del creador curtido ante la cámara, a pesar de que estas, como en el caso de este filme, se muestren simplemente como un valiente e interesante logro para su director sin pensar demasiado en la existencia de un público activo. El intachable aislamiento autoral de esta película nos debe incitar a creer en la seguridad de que este tipo es, por encima de todo, inconformista e insobornable.

Crítica para www.magazinema.es
@WeisGuerrero @MagaZinema_
Weis
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12 de marzo de 2012
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
No soy un experto en poesía, no conozco al autor del que hablan, pero si he visto mucho cine. Película intimista, recreandose en pensamientos, poemas, imágenes. Contada en capítulos de la vida del personaje en cuestión, está rodada en blanco y negro. Personalmente, no me ha transmitido nada, y se me ha hecho pesada y lenta. La sensación es que cuenta la vida del poeta, por partes, sin continuidad, como contando lo que quiere contar para que conozcamos todos los capítulos de su breve historia y punto. Esto, si fuese un documental, podría tener su interés para los conocidos de este autor. Cinematográficamente, se arriesga a que la califiquemos muy bajo. Técnicamente correcta. James Franco debería escoger otro tipo de cine para levantar su tambaleante carrera.
JK04
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9 de marzo de 2014
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El cine por definición es imagen en movimiento, pero una buena imagen no es por si sola cine si no está en función de contarle al espectador una historia. Ni el movimiento es indicio de cine que nos cuenta algo. La fotografía en blanco y negro es magnífica, de lo mejor que he visto, pero no está en función de la vida del poeta, y simplemente solo entendemos al poeta por su poesía que suena y resuena en preciosos planos, que en conjunto no dicen nada: planos que muchas veces se limitan a seguir al protagonista andando en un largo tiempo y sin un objetivo. Con otro inconveniente, esta poesía es para leer y detenerse en el ritmo de las palabras mientras encuentras el significado. Aquí se le añade el agravante de una malísima traducción en los subtítulos, llenos además de faltas de ortografía. Probablemente Paul L. Mariani conoce a la perfección la obra de Hart Crane, y lo mismo le debe ocurrir a James Franco que es el guionista, el director, y el intérprete de esta película. De lo que no estoy tan seguro es de que se haya sabido llevar al espectador el conocimiento de este poeta. Para muestra un botón: es a partir de la mitad de la película que tenemos en imágenes confirmación de la homosexualidad del poeta.
Del Mar
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