Salomé

He visto "Salomé" por un canal de música clásica, que es una ubicación más acorde con el carácter de esta obra, precedida de una angustiosa presentación de Roque Baños (que comparte música con Tomatito), porque ese artista padece un lastimoso problema físico, que le impide articular una sola frase sin que transcurran eternos segundos. Saura vuelve a repetir el intento de hacer ballet u ópera de flamenco, y nos
narra sus intentos (y algunos ensayos) en más de 25 minutos iniciales, que quizás sobran, porque deberían haberse incluido en un "extra" de DVD (algo como "el así se hizo" de muchas películas). El siguiente tercio ya es acción pura, esto es, una lección espléndida de ballet flamenco, con un decorado totalmente sobrio, donde puede parecer chocante que el mismo Herodes baile por sevillanas. Y finalmente, para mi gusto lo mejor, el desarrollo de la tragedia como una ópera casi muda (a la música fascinante, con sabor más a clásico que a flamenco, se le añaden algunas canciones de corte arabesco o judaíco); pese a lo cual, los conocedores de la historia, pueden verla aquí reconstruída. Me parece que el guión se ciñe, con mucha aproximación, a la ópera del mismo nombre (Salomé), con música de Richard Strauss y el inspirado libreto de Oscar Wilde. El momento cumbre ya se conoce: la caprichosa Salomé, hijastra de Hérodes, embriaga de deseo a este personaje, y le pide la cabeza de Juan Bautista, por el que siente una extraña obesión de amor y odio. (Con esto no comentamos el argumento, porque este es mínimo, ya que lo importante es, solo y exclusivamente, la danza y la música, que son magíficas).

Salomé es una película más de Saura dedicada al baile pero esta vez de manera íntegra.
Intenta contar una historia pero solamente con el baile, quiere mostrarnos una historia contada solamente con pocos elementos, con un decorado austero y con grandes intérpretes, el resultado es esta gran película.
Cuando leí que se trataba de un ballet pensé que solo sería filmar el ballet y nada más y me pregunté ¿qué tiene que ver aquí un director de cine y hacer una película de esto?, y al verlo me he respondido.
Pensaba que sería lo mismo como en películas tales como Carmen o Tango, pero aquí es diferente y al mismo tiempo igual, mantiene los mismos moldes de decoración como en Iberia o en Tango, películas de los mismos años, pero en Salomé se centra solamente en el ballet.
La película comienza con una introducción hablándonos y presentándonos a los personajes y colaboradores, coreógrafos, maquilladores, vestuario y un ciento de personas que hacen posible todo lo que veremos.
La película es exactamente lo que Saura nos narra, intenta ser con su cámara el ojo del espectador, y lo consigue, no está solamente la cámara de un director filmando un ballet, está la sensibilidad de un director amante del cine y del ballet, capaz de unir ambas artes para conseguir mostrar el espíritu y carácter español, es sin duda un artista, un amante del arte y amante de España, de su carácter y su espíritu.
Es eso lo que queda reflejado en Salomé, un artista, ya que muestra el espíritu, es capaz de grabar con una cámara la sensibilidad, los sentimientos de personajes a veces difíciles de plasmar sin palabras y Saura lo logra con su cámara, consiguiendo captar el sentido de los movimientos de los personajes.
Una película excepcional a pesar de que a la gente no le llame mucho la atención, uno ha de sentarse a verla como una película diferente, un cine que no está hecho para pasar un buen rato, se pasa, claro está pero solamente si uno es capaz de entender el fin con el que está hecha esta película.
Una vez más Bravo Saura.

Basada en la historia real y mítica (¿cuánto quedará de real?) de la sensual y perversa Salomé con Juan el Bautista, Saura unió con sabio talento para el musical cerebral y heterodoxo con el de la estupenda bailarina y coreógrafa, también buena actriz, Aida Gómez, para orquestar una obra original, barroca y vanguardista aportación al género en nuestro país, al que el cineasta aragonés ya ha regalado obras memorables ("Flamenco"), un musical bien acompasado y conceptualizado dónde la danza, la coreografía, el cuerpo y la interpretación expresiva casan de forma ecuánime, con una hermosa Aida Gómez.

Si es verdad eso de que el flamenco es una lengua universal posiblemente el cine de Carlos Saura tenga una parte de responsabilidad en ello, sirviéndole para proyectar, en afinidad mucho más connatural, en imágenes su visión de obras de Lorca, Prosper Mérimée o Manuel de Falla, y menos previsiblemente pero de desgarro sentimental, e indomable similitud en un corazón de implacabie (anti)heroína femenina, a otra novela corta: Salomé de Oscar Wilde.
Mismo patrón que en la trilogía flamenca e iguales intenciones, las de embellecer atusando de pasionalidad el dolor, la rabia y una furia impotente que empuja a la mujer despechada por Juan El Bautista a exigir su cabeza a cambio de bailar para el engatusado Herodes.
Aída Gómez baila, agita el aire y los sentidos a un Paco Mora arrastrado por el poder de la hija (en ficción, cuando no nos colamos, y esto me es familiar, en los ensayos) de Carmen Villena repitiendo presencia "en la serie" para que mientras tanto, en las bambalinas, ese director de mentirijillas (Pere Arquillué) y Roque Baños -que cofirma la BSO con Tomatito- ultimen esos preparativos que llevarán al bailarín, actor, tenor y BAUTISTA Javier Toca a perder la cabeza, literalmente, por una mujer: lo de que no parpadee no sé si es por hacerse el muerto o un efecto secundario por tener a Gómez tan cerca arrimándose a un muerdo.
Por duración, estructura, mutismo y, sobre todo, el preludio de teatro dentro de cine, 'Salomé' (2002, Carlos Saura) no puede negar sus vinculos 'de sangre' con las Bodas de Ídem que Saura plasmase cerca de 20 años antes. E imagino que a Al Pacino tampoco le pasó inadvertido, a título de planteamiento, también compartido por 'Looking for Richard', pero especialmente escenográfico, ninguno de los semidocumentales ficcionados y musicales de Carlos Saura antes de que él abordase 'Wilde Salome' de las tablas a escenificar su preparación en formato semidocumental (o su escisión masticada y cinematográfica de 2013).
Otro espectáculo para que pierdas la cabeza (y no sientas ganas de recuperarla) a años luz sobre la ocurrencia de Lluís Miñarro con Ingrid Jonsson versionando 'Vivo cantando' de -¡oh, divina sutileza!- la eurovisiva Salomé.
Carlos Saura le da un cierre magnífico a la sublime pentalogía que aunaba música, folklore, artes escénicas y literatura durante 20 años con lenguaje ficcionado, pero a su jukebox de documentales le quedaría cuerda indefinidamente... creo.