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Pasa el circo

Comedia. Drama Al morir su padre, Mary Rainey hereda un modesto circo que sólo le crea angustiosos problemas económicos. A pesar de todo, la chica tratará de vencer las dificultades y salir adelante. (FILMAFFINITY)
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Críticas ordenadas por utilidad
23 de diciembre de 2010
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Rain or shine” (Llueva o haga buen tiempo) fue un musical con aire circense, que se presentó con notable éxito en Broadway, en el año 1928. Lo protagonizaba Joe Cook, un perfecto todero de circo, capaz de hacer malabares, equilibrista, pianista, bailarín, mago, violinista… y dispuesto a jugársela como un perfecto Chico Marx con unas rutinas originales y encantadoras en las que timaba a Tom Howard, quien representaba al recaudador de impuestos Amos K. Schrewsberry. Para aumentar el toque marxista (estilo hermanos Marx), el comediante Dave Chasen representaba a Dave, un tipo travieso que, de inmediato, nos recuerda a Harpo Marx, semi-mimo, con una peluca abundante y tan impertinente como éste. ¿Quién imitaba a quién? Lo cierto es que, en 1930, Harry Cohn, presidente de la Columbia, ofreció a Frank Capra realizar la versión cinematográfica de este musical, y el director aceptó, sin reparo alguno, trabajar con los intérpretes originales de esta comedia que, sin duda divierte, y que tiene momentos muy bien realizados.

Talvez se peque por exceso de diálogos, pero, por fortuna y por exigencia de Cohn, se prescindió de las canciones que incluía el musical y que son, precisamente, lo que más empaña las películas de los inolvidables Marx.

La historia del filme se refiere al circo John T. Rainey, cuyo dueño durante 30 años, ha fallecido dejando la tarea a su bella hija Mary. Ésta, buscando sacar adelante la empresa, ha asignado la dirección a Smiley Johnson (Joe Cook) un joven bastante recursivo que la ama en silencio y que soporta, con limitado estoicismo, que ella demuestre su amor por un joven de sociedad llamado Bud.

Pero, no son buenos tiempos y el circo está pasando por una seria crisis financiera. Ya son varias las semanas que sus artistas no reciben el salario, y hay dos trabajadores que están interesados en que la crisis se agudice para ellos quedarse con el negocio.

Capra consigue un filme sin mucho impacto –y, al parecer, sin demasiada originalidad-, pero, sin duda, logra arrancarnos frecuentes sonrisas con las travesuras de los cuasi-marxistas que rondan por aquel circo, y no falta algún momento del más puro cine, como la tragedia que arruina el espectáculo en un momento clave.

El final se convierte en una suerte de presagio de la vida que tuvo Joe Cook, un hombre versátil que se merecía mejor suerte como actor, pues, sólo hizo media docena de cortos y otro largometraje (“Arizona Mahoney”, 1936). Luego, su vida se vería afectada por el mal de Parkinson, y todo acabaría el 16 de mayo de 1959 cuando, olvidado del mundo del espectáculo, fallecería a la edad de 69 años.

Cuando llega el circo, traerá fiestas y sonrisas, aunque, tras su colorido vestuario y sus caras pintarrajeadas, algunos humildes seres estarán sintiendo que un gran dolor les lacera el alma.
Luis Guillermo Cardona
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