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Tenemos que hablar de Kevin

Drama. Thriller Eva, una mujer satisfecha consigo misma, es autora y editora de guías de viaje. Casada desde hace años con Franklin, un fotógrafo que trabaja en publicidad, decide, con casi cuarenta años y tras muchas dudas, tener un hijo. Así nacerá Kevin. Pero, ya desde el principio, empiezan a surgir dificultades... Adaptación de la novela homónima de Lionel Shriver. (FILMAFFINITY)
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Críticas 179
Críticas ordenadas por utilidad
11 de diciembre de 2011
176 de 198 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aunque es cierto que "We need to talk about Kevin" puede echar para atrás a muchos en los primeros minutos de su metraje, a mí me enganchó desde el principio. Esta primera parte es bastante caótica, difícil de digerir y de hilvanar si, como yo, la empiezas a ver sin tener ni idea del argumento. Pero creo que es un caos necesario, la forma de una madre de organizar en su mente los recuerdos más traumáticos de su vida. A partir del minuto 30 o 40 (no lo recuerdo bien), comienzan a ordenarse los hechos de forma cronológica, y la historia arranca con más fuerza.

Las interpretaciones (realmente hay solo dos personajes importantes en toda la película) son brillantes. Tilda Swinton está mejor que nunca, y Ezra Miller aporta el carisma necesario. Dado que la cinta se centra en la introspección de estos personajes y tiende a evitar el morbo, el gore innecesario y los efectos de sonido, es a ellos a quienes hay que agradecerles que funcione tan bien.

La fotografía es completamente impresionista. El color rojo se utiliza de forma abundante, rozando el abuso en numerosas ocasiones. El rojo es la sangre, es la angustia, es la locura de él y es el miedo de ella. Es una conclusión fácil de sacar, dada la precisión de las imágenes. Por su parte, la banda sonora recoge grandes canciones (la mayoría curiosamente alegres) que ejercen un potente e interesante contraste con el hilo argumental.

Conclusión: De lo que llevamos de año, ha sido una de las películas que más he disfrutado. Sí que al principio los flashbacks están demasiado desordenados y eso desubica mucho, pero lo recupera finalmente. El final es tal vez un poco decepcionante, menos apoteósico de lo esperado, pero aún así, "We need to talk about Kevin" es una película con una fuerza psicológica suficiente como para recomendarla encarecidamente.


Edit: Han pasado más de diez años desde que escribí esta crítica. En este tiempo he visto Tenemos que hablar de Kevin dos o tres veces más, y cada vez me maravillo más ante la burrada que se sacó Lynne Ramsay de la manga. Me gusta pensar que hoy en día me comunico con más soltura y escribo mejores reseñas, pero esta fue una de las primeras que publiqué en FilmAffinity y le tengo cierto cariño, así que prefiero dejarla como está. Lo que sí haré, desde luego, es ajustar la nota de una de mis películas favoritas de los últimos quince años.

Calificación: Obra maestra
Dabi
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20 de enero de 2012
140 de 170 usuarios han encontrado esta crítica útil
Menos mal que Luis existe y ayer pude llamarle a las 12 de la noche tras terminar de ver “Tenemos que hablar de Kevin” porque me faltaba el aire para respirar, que puede sonar exagerado, pero créanme que sí lo necesité. Soy muy fan de la música, y del arte en general, pero cuando una película es buena de verdad la onda expansiva es devastadora, se lleva por delante más cosas que un buen concierto, un gran disco, una gran cómic o una buena exposición de fotografía. He visto grandes películas, pero que al terminar me dejasen sin aire sólo recuerdo “Lilja-4-ever”, y “Earthlings” por supuesto. Y cuando digo que me falta el aire, me refiero a que si ayer Luis no hubiese cogido el teléfono, no sé qué podría haber hecho para rescatar mi yo tras haberme perdido dos horas en el abisal mundo que Eva esconde tras su mirada. Porque Eva no habla por la boca, habla por los ojos.
No entraré a detallar el guión de la película, es mejor no saber nada de ella, así llegué yo, y así me suele gustar acercarme a las películas, en este caso me interesó por Tilda Swinton a la que, si creyese en los Oscar, le daría una docena por esta película, al color rojo le daría el Oscar al mejor actor secundario y a la Banda Sonora el último, porque más allá de resultarme impresionante la elección de las canciones, tienen una personalidad y una puesta en escena tan acertada que se convierten en protagonistas más que en atrezzo.
No soy nada de leer críticas antes de ver las películas que me interesan, soy de los que al terminar corre a leerlas ávido de información. Y más cuando la resaca es visceral y no analítica como en este caso, podríamos hablar de Kevin horas y horas, pero nunca sabríamos por qué determinadas cosas suceden a pesar de manejar multitud de datos que aparentemente podrían darnos una explicación. Hay tantos sentimientos intangibles en esta película que resultaría una grosería traducirlos a palabras porque determinadas radiografías emocionales no existen, se pierden en códigos indescifrables que no tienen un por qué, simplemente son ("There is no point, that's the point"). Esta película seduce por el magnetismo que desprende cada fotograma y por la empatía hacia unos personajes prisioneros de la milimétrica frontera que separa el amor del odio. La mejor película de 2011.
árbore
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9 de marzo de 2012
90 de 101 usuarios han encontrado esta crítica útil
El infierno personal de Eva, otrora profesionista exitosa, que abandona su vida profesional para criar a Kevin, su primer hijo. La relación entre ambos es un infierno y Eva vive sumida en la culpa, no sólo por haber deseado nunca tener a Kevin, sino por el destino final de su hijo.

A estas alturas ya es poco lo que se puede agregar sobre Tilda Swinton y su magnífico trabajo en Kevin. Su magnética actuación es la pieza angular de esta cinta. Su grandeza radica en las pequeñas sutilezas de su arte, en los gestos, las muecas, los tics nerviosos que dicen más sin mencionar una sola palabra. Tilda es quien manda en esta cinta y merece todos los premios que se le puedan dar. Enorme.

Deberían de darle un premio al encargado del casting: ¿dónde encontró a los kevins niño y adolescente? Ambos no sólo son parecidos sino que comparten, además de una actitud del diablo, ese evil look que hace aún más perturbador al personaje. ¿Cómo carambas se le hace para criar y educar a un niño así?

La directora opta por una serie de imágenes y viñetas que saltan en el tiempo, creando una sensación de ensoñación y en la que el secreto final se va descubriendo poco a poco.
Esto tiene dos efectos, uno, centrar la atención en Eva y lo que le pasa y dos, generar una tensión que siempre va en incremento, causando malestar y angustia en el espectador. Es un triunfo de la mejor cinematografía, una combinación de elementos auditivos y visuales encaminados a crear atmósferas.

El aspecto más interesante de Tenemos que hablar de Kevin es su crítica sin piedad a la institución maternal. Cuestionada a raíz y sin piedad, el resultado deriva en una cinta que puede resultar molesta para ciertos sectores. Una visión obscura, pero muy necesaria sobre un tema que ha recibido demasiadas flores y pocas críticas.

Perturbadora y políticamente incorrecta, Kevin no sólo dinamita todos los mitos relacionados a la maternidad como estado ideal de la mujer, sino que además es un ejercicio cinematográfico impresionante, como hace mucho no veíamos.
Dani26GR
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2 de marzo de 2012
67 de 77 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lynne Ramsay ha hecho una pequeña gran película con numerosos detalles y un material dramático y literario proporcionado por la novela de Lionel Shriver. Parece una imposible secuela de “La semilla del diablo” con el personaje de Constance, pulido por muy diferentes y afiladas aristas, de “American Horror Story”. “Tenemos que hablar de Kevin” es una película claramente psicológica con breves incisos y tendencias al thriller, un polo opuesto a “Mamá sangrienta” de Roger Corman, forjada sobre varias capas temporales.

La presentación del personaje es sublime con Eva (Tilda Swinton) cubierta de un manto rojo, grumoso y liquido en La Tomatina de Buñol. Se trata de una metáfora obvia de un baño de sangre y recurrente en toda la puesta en escena de la directora de Ratcatcher. Al igual que Sam Mendes recurría a las coloridas y enronquecidas flores en “American Beauty”, Ramsay ha decidido que su personaje esté rodeada de tarros de sopa de tomate, que el carmesí siempre esté presente en la puesta en escena y, sobre todo, que tenga que limpiar esa ‘mancha roja’ con la que ha quedado marcada por la sociedad. La tensión narrativa queda apagada desde las primeras secuencias aunque invita a cierta manipulación en las imágenes para no desvelar todas sus cartas. En cierta medida el espectador sabe de qué trata “Tenemos que hablar de Kevin” en sus primeros veinte minutos pero al igual que su protagonista principal quedamos encerrados junto a esos sucesos que vamos a ver aunque queramos evitarlos. Esa percepción nos convierte a nosotros en asistentes del leit motiv del filme: el sentido de la culpa y el remordimiento por la revisión de todos los acontecimientos que provocaron una tragedia… inevitable.

“Tenemos que hablar de Kevin” trata y se reduce realmente a una relación inusual y la imposibilidad de comunicación clásica entre una madre y un hijo. El diálogo queda establecido desde el nacimiento e infancia con el miedo y el dolor, con el llanto y la incapacidad de dar amor convencional mutuo. Esa enfermiza comunicación va en crescendo hacía un abismo de perdición para ambos. Quizás, el filme de Lynne Ramsay funcione perfectamente con sus trazos de comedia negra pero, en cuanto a la emoción que puede sacar del drama, queda congelada por la fría relación y sentimientos de sus personajes principales. Para algunos será coherente, para otros… una pena.
Maldito Bastardo
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6 de mayo de 2013
53 de 60 usuarios han encontrado esta crítica útil
Menuda película elegí yo para el día de la madre! Eso es tener ojo clínico y lo demás es tontería. Hombre, es cierto que la historia va de la relación de una madre con su hijo. Una relación un tanto peculiar pero bueno, indiscutiblemente maternofilial. No sé por qué, cuando la estaba viendo se me vinieron a la cabeza unas sevillanas que cantaba un amigo mío hace un montón de años, que decían algo así como : “No le pegues más ar niño que ya ha aparesío er meshero”.

Quién no se ha preguntado alguna vez cómo deben sentirse los padres de un psicópata. Echando mano de la palpitante actualidad, quién no se ha preguntado por ejemplo cómo deben sentirse los padres de José Bretón, el tipo que mató y quemó a sus dos hijos para vengarse de su mujer. O cómo deben sentirse los padres de aquel sujeto que entró en un cine y se cargó a nosecuantos chavales que estaban viendo Batman. O los padres de un pederasta que haya violado y asesinado a uno o varias chiquillos.

Quién no se ha preguntado si se ven venir estas cosas en un hijo o pasan de sopetón y te pillan totalmente por sorpresa. Si se culpan a sí mismos esos padres. Cómo pueden seguir viviendo después. Si continúan queriendo al hijo o reniegan de él. Si piensan que si lo hubieran educado de otra manera podrían haber evitado la tragedia. Cómo se enfrentan al rechazo de la sociedad. Todos podemos imaginar cómo se sienten los padres de una víctima, pero es mucho más complicado, mucho más terrible si cabe imaginar cómo deben sentirse los padres de un verdugo cabrón hijodeputa.

Es probable que todas estas preguntas no tengan una sola respuesta y que cada caso sea un mundo, una pesadilla diferente. Lynne Ramsay intenta entrar en una de estas historias y nos plantea el enfrentamiento entre una madre (magnífica Tilda Swinton) y un hijo (inquietante Ezra Miller), un hijo que da verdadero miedo y que da muestras desde su más tierna infancia de tener una personalidad "rarita". Sin embargo es la madre la única realmente consciente de la anormalidad del niño; es ella la única que ve la maldad intrínseca del crío y que le teme, y además es ante ella ante la única que él se muestra como realmente es.

La historia es terror puro, tal vez el terror más intenso que puede haber porque es real, porque te planteas que es algo que le podría ocurrir a cualquiera, porque no estamos hablando de ectoplasmas o de marcianitos verdes sino de personas que están ahí, en cualquier parte, que existen, que pueden ser tus vecinos, o aún peor, tus propios hijos.

La película podría haber sido sobresaliente si no fuera por esa profusión de saltos en el tiempo que Ramsay se gasta y que son verdaderamente mareantes (Qué hartura de delirios videocliperos, pordiosssss), sobre todo lo que es la primera media hora hasta que ya consigues situarte, más que nada guiándote por el corte de pelo de Tilda Swinton (corto pasado, largo presente). Sinceramente no creo que haya necesidad de tanta tontería para contar una historia, mucho menos tan apasionante como ésta.

Desde luego es la película-anticonceptivo ideal. No creo que nadie se atreva a arriesgarse a traer al mundo a una criatura como Kevin. Para los que se estén pensando lo de la paternidad, ni se os ocurra verla; puede haceros desistir para siempre. O casi mejor, vedla.
Talía666
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