Los jinetes del Apocalipsis (Horsemen)

Quien le haya echado ya el ojo a este thriller, abandone toda esperanza; es oooooootro de la escuela conocida como "los hijos de Seven", pero en su versión parvularia.

La biblia, libro abundante en crímenes, profecías chungas y cosas truculentas en general, sirve otra vez de inspiración para una serie de asesinatos como siempre desagradabilísimos, aunque el público bregado en la saga Saw encontrará el tema sangriento de lo más moderado y eso sí, hay que reconocerle al director que no se ha excedido con los planos de las masacres en detalle, no sabría decir si por elegancia o por falta de presupuesto en látex.

Resulta incluso cómico que a estas alturas todavía haya quien ingenuamente venda la moto del poli con intuiciones y flashes repentinos cuyo resplandor no alcanza a tapar los agujeros negros de una trama mal hilada, interpretada por un Dennis Quaid bastante capicaído y una Ziyi Zhang de vergüenza ajena como sobreactuadísima muñeca diabólica a la que sólo faltaba bajar por una escalera a cuatro patas y con el cuello girado en noventa grados para redondear su estúpida actuación. El resto de los actores, por supuesto, están de comparsa.

Se puede decir como cosa buena que una vez gastado el leif motiv de los jinetes del apocalipsis, al género thriller cutre-religioso, ya le queda menos biblia que cargarse y menos tontería con qué nutrir nuevas y estúpidas películas de psicópatas.

Pues el cartel ya te explica bastante, te dice:"vas a verle la jeta al Dennis durante 85 minutos en un ambiente inquietante". Interpreta a un padre policía de esos que no van a ver a su hijo jugar al béisbol porque, aparte de que el béisbol es un coñazo, está muy ocupado persiguiendo a seven corderos saw y los cuarenta mutilados... encima es viudo, como para contar chistes en la cena.
El papel le viene como anillo al dedo y pone cara de policía atormentado en todo momento, lástima que el guión falle un pelín y haya diálogos en plan "quiero que no dejéis pasar ni una pista","que hace esa señora atada ahí, ¿quién no revisó el armario?" o "me cago en la canción, así pensando me acabo de dar cuenta de quién es el malo".
La película parece bien montada y el ritmo es bueno, no se hace pesada. El problema creo que está en el fondo, la originalidad (que se dio mus) y en los giros argumentales. Los ingredientes para la ensaladilla son los habituales, cuatro piraos, bricolaje de tortura, una biblia, el cura que habla de la biblia, la pirada en la celda, el poli, el poli compañero florero que dice si a todo, el jefe que le dice "toma, otro caso" y el protagonista le responde "no, que éste aún no está acabado"... y un largo etcétera de topicazos... se echa en falta la máquina detectora de poluciones nocturnas en la oscuridad para completar el thriller standard pack.
Todo esto mezclado nos da una ensaladilla con mucha patata y poca aceituna, un Apocalipsis Light que por lo menos entretiene.

Aidan Breslin, un taciturno y huraño detective de la policía de Detroit, viudo y con dos hijos (Dennis Quaid), es el encargado de investigar una serie de atroces y truculentos asesinatos, cuya pauta descubre estar inspiradas en los pasajes de la Biblia referentes a los cuatro jinetes del apocalipsis.
Partiendo de esta premisa, tenemos un refrito de numerosas películas con este eje argumental (Seven, Saw, El silencio de los corderos), dirigida por Jonas Åkerlund, el responsable de la controvertida, “Spun 2003”, con guion de Dave Callaham (Doom) y producida por Michael Bay, que si bien no aporta nada nuevo al género, los diálogos son en algunos momentos pelín risibles y está plagado de tópicos, es digna de un visionado, más que nada por volver a encontrarnos con Dennis Quaid en un papel de esos que no necesita mucho esfuerzo para interpretar y a la exótica y sensual Ziyi Zhang, que ilumina la pantalla en cada aparición y sobre todo a su corto metraje (85 minutos), que seguramente la habrán hecho más digerible que los 110 minutos de la versión estrenada de forma limitada en USA.

Convencional thriller en el que se dan todos los clichés del género; esto es, asesino en serie virguero, protagonista con lastre emocional, pistas a descubrir, atmósfera pretendidamente asfixiante, moralina, giros argumentales, etc.

Con una factura técnica innegable, una fotografía cuidada y un Dennis Quaid, con esa cara de apaleado-sorprendido, que tan bien sabe hacer; la pelicula promete, pero no despega en ningún momento y se queda en eso; un producto que se ve con facilidad y de la que hay poco que hablar (dos características que unidas no dicen mucho de una pelicula).

Dennis Quaid lleva el peso y en ningún momento flojea, Zhang Ziyi da muestras de que sabe lo que hace (algunos momentos inquietantes); y el resto, cumplen.

Jonas Akerlund, que sorprendió por su originalidad en "Spun", aquí se deja llevar por la industria y el tito Bay, para darnos un poco de moralina barata y unos cuantos giros argumentales tan predecibles como necesarios.

Predecible y relamido thriller que copia el estilo de EL SILENCIO DE LOS CORDEROS y SEVEN (y por ende de otras muchas que las han calcado sin piedad), pero muy, muy lejos de ser la mitad de buena que éstas. Todo transcurre con una pasmosa monotononía, que aunque no llega a aburrir, sí que te deja esperando un algo más que nunca llega.

Se nos presenta a un papá criminólogo que reniega inconscientemente de su familia tras un trágico suceso, posteriormente inmerso en el mayor y más escalofriante caso de toda su carrera, que -como no-, acabará de forma muy personal para él. Entremedio, dramas de familia, colegueo policial, víctimas y verdugos y una investigación inconclusa y poco clara, pero que el bueno de Quaid acaba por resolver de forma muy precipitada (hay una clarísima falta de pistas para llegar a esa conclusión de forma tan inverosimil), después de que el guionista se quedara sin ideas (o cortaron demasiado el guión en la sala de montaje, una de dos).

Las interpretaciones son simplemente correctas, los decorados demasiado simples y aunque la sorpresa final no está mal, se ve venir bastante antes de que suceda con esos "jinetes" siendo redimidos por sus propios demonios. Lo dicho, se puede ver, pero no esperes gran cosa. Por algo ha sido pasto de videoclub.

- Lo mejor: la escenificación de las muertes y su descriptiva, además de poco sutil, explicación, ahorrando al espectador ver escenas sanguinarias. Destacar también el momento de la automutilación del chico ante la aterrorizada mirada de su hermano.

- Lo peor: su falta de emoción y que todo transcurra por lugares tan comunes y trillados en este género.