Un héroe de nuestro tiempo

Bastante divertida comedia de Mario Monicelli, que no esconde ni de lejos una velada y clara crítica de la situación de su país a mediados de los años cincuenta, cuando todavía muchos ciudadanos escondían sus verdaderas ideas teniendo miedo de manifestar su libre expresión por mor de ser arrestados por la policía.
Personas aún adictas al antiguo régimen fascista, o personas que tan solo desean vivir tranquilamente.
En medio de todos ellos se encuentra nuestro "héroe", un hombre simpático con el que te ríes mucho, pero que no puede ser más ruin y egoísta, incapaz de sacrificarse por nadie si no puede sacar de ello nada en su provecho.
Miserable de pies a la cabeza, no obstante, logra robarnos el corazón, sin duda por la estupenda composición de un gran Alberto Sordi, en su primera colaboración con el maestro Monicelli.
Una película agradable, que no esconde la miserabilidad y oscuridad de una época en la que las ideas no podían fluir libremente.
Como curiosidad, trabaja en un papel pequeño pero gracioso Carlo Pedersoli, que más tarde se daría a conocer internacionalmente como Bud Spencer.

La filmografía del maestro Monicelli es tan extensa que hasta tiene una película en la que aparece Bud Spencer, acreditado como Carlo Pedersoli y en el papel de un malhumorado y celoso fortachón que le quiere ajustar las cuentas a Alberto Sordi, el único y verdadero protagonista de la película. Por lo visto fue la primera colaboración entre Monicelli y Sordi; por suerte hubo más y mejores encuentros.

"Un héroe de nuestro tiempo" tiene la virtud de ser breve y aunque en algunos pasajes recurre a un humor fácil, en general creo que detrás de la película hay una mano que obra de forma muy inteligente. No hay que perderse detalle, cualquier breve escena puede convertirse en esencial, sobre todo para Alberto Sordi, que cree que puede estar a salvo de todo y en realidad está expuesto como cualquiera a los caprichos del azar.

Creo que Monicelli más que querer criticar una situación dada de la sociedad italiana lo que quería era hacer reír, no veo otra intención. Es maravilloso pues bajo mi punto de vista que en unos años en los que el cine italiano está asociado históricamente con el neorrealismo, aparezca un tal Monicelli de la mano de otro tal Sordi con ganas de ofrecer diversión. De los malos rollos sin solución ya se encargaban otros