Al ponerse el sol

Película filmada por encargo, con el único objetivo de la vanagloria del cantante de moda de la época, Raphael.

Es mala, muy mala. Aunque sí que tiene argumento y una historia relativamente interesante, está contada de una forma nada lúcida y no consigue en ningún momento atrapar al espectador. El protagonista se pasa 30 minutos cantando de los 90 que dura la película, lo que contribuye a hacerla más lenta y aburrida si cabe.

Y vale que Raphael no es un actor, pero podría haber puesto un poco más de esmero en la interpretación, que difícilmente puede ser peor...

El propio Mario Camus reconoce que este típo de películas las hacía siempre por encargo; eran las que él denominaba "películas alimenticias", rentables en lo económico pero pobres en lo cinematográfico. El único objetivo era el lucimiento personal del protagonista. Ni siquiera el propio director se siente especialmente orgulloso de este film.

Lo único salvable, las localizaciones en Comillas, pueblo "fetiche" de las películas de Camus.

En la cúspide de su apogeo, el cantante y actor David Alonso sufre un trauma mental como consecuencia del exceso de trabajo al que ha estado sometido. Debido a esto es referido para un hogar de retiro en un alejado pueblo de la costa de España.

En dicho lugar conoce la historia de una enigmática y misteriosa mujer, de la cual se obsesiona con ella. Luego decide regresar a la farándula, pero descubre que ha perdido toda la fama y popularidad que tenia.

La combinación de un extraordinario cantante, Raphael, y un excelentísimo compositor, Manuel Alejandro, nos ha traído un exitoso y particular cantante de una gran expresión dramática en la interpretación de sus canciones.

Ahora, que como estrella de cine toda sus fans lo consienten a sabiendas que es un pobre actor, esto debido a que el niño de Linares los cautiva con su brillante voz, que a sus 69 años de vida todavía tiene una fanática que le es fiel y devota.

Raphael canta, canta y canta, primero en la tele y luego en persona, primero cuando está depre y luego, merced a un viaje a Comillas y al mar, cuando está curado. Una mujer (estupenda Serena Vergano, dobladísima) permanecerá en la sombra hasta que el muchacho salga de la bajona (porque menudas fiestas se montan en su pisazo) y un pringao, Manolo Zarzo, le esperará siempre, como si viviese en su casa, que a lo mejor también. Una marcianada, en definitiva.

Aviso: me declaro fan de Raphael, de su época sesentera, juzguen ustedes mi imparcialidad, el aviso está hecho.
Aléjense del tópico "Solo para incondicionales de Raphael", Afirmativamente," Al ponerse el sol" es un producto promocional al servicio del ídolo, aunque digno desde que lo firma el solvente Mario Camus.
Con un guion previsible, si uno escarba entre sus entresijos puede encontrar el asunto de los representantes manipuladores, la venta del alma al diablo por jóvenes aspirantes a estrellas, un guiño al papel de personaje melancólico, torturado, arrepentido de finales no felices que solía interpretar de los cuales podría estar harto ya que cuando en esta ficción produce su propio largometraje lo hace en clave de comedia, así como se puede intuir una relación a tres, David, su fiel asistente y su secretaria, que cada uno lo interprete como le parezca.
Se puede tachar de actor plano a Raphael, realmente se interpretaba a si mismo, no obstante Camus sabe sacar partido a su mejor perfil; esos primeros planos que resaltan su lozano rostro que el de Linares aguanta con aplomo ante la cámara, como Elisa Mendez interpretando un personaje que parece nacida para él con esa severidad maternal y que no acaban de aclararse sus intenciones tras las acusaciones de la joven estrella.
Rezuma la cinta ese modernismo de los sesenta desde el vestuario de Cornejo, el estilismo de secundarios y figurantes a ese descapotable que surca carreteras secundarias en estado de abandono.
Sobreexplotado el verano como ambientación de numerosas películas aquí el invierno impera en estos paisajes de olas batientes sobre playas desiertas, árboles despojados de hojas al lado de la carretera, cielos encapotados y la siempre fría sierra madrileña ya sea de fondo o en las inmediaciones de Rascafría.
Raphael lleva una digna vejez, sin extravagancias con esa decadencia por el paso de los años al que todo ídolo se expone, aunque me pregunto si hubiera fallecido trágicamente a los 27 como todos esos famosos rokeros ¿Hubiera quedado como icono de extraordinarias dimensiones? Desde luego sus películas habrían ayudado con esos finales tan tristes.