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Esas mujeres

Comedia Félix, un músico con gran talento, vive retirado en una suntuosa casa en compañía de siete mujeres. Llega entonces Cornelius, un periodista que desea escribir la biografía del maestro. (FILMAFFINITY)
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Críticas 9
Críticas ordenadas por utilidad
12 de abril de 2006
35 de 51 usuarios han encontrado esta crítica útil
El director sueco es de sobra conocido por ahondar en la psique humana tratando temas tan entrañables como la muerte, los celos o la locura. Aquí no veremos nada de ello afortunadamente. Esas mujeres es mi obra favorita de Bergman por variadas razones. Una de ellas sería por la maestría con la que utiliza el color en esta su primera obra tras el blanco y negro. Por una simetría visual cargante y bella como no he visto en ninguna otra película. Muchos de los encuadres que gasta el sueco en la obra, a pesar de su relativa sencillez, ofrecen al espectador un dibujo perfecto que consigue otorgar al film una sensación de irrealidad bastante notoria.

Luego está la historia. Perfecta. Graciosa. Ingeniosa. Sublime. Nunca he entendido porque Bergman no tiró por aquí con el resto de sus obras. Se hubiera quitado el sanbenito de tío coñazo y nos hubiera regalado risas a lo Woody Allen pero en europeo y en sueco, que tiene más mérito si cabe.

El tropel de mujeres que adoran a Félix es variopinto en edades y gustos. Nuestro amigo biógrafo las irá conociendo poco a poco e intentará servirse de ellas para llegar hasta Félix, ya que el tipo es una especie de jefe de las Ángeles de Charlie, pero el muy cabroncete no se conforma con tres, sino que tiene siete. Y todas se turnan para que el susodicho las cubra, guardando turno como es menester. Luego les toca el chelo y las gatitas quedan satisfechas hasta la próxima ocasión.

El amigo Félix es uno de mis héroes cinematográficos por excelencia. Humor a ratos surrealista y a ratos tontorron pero fabricado con mimo. Muy divertida.
Txarly
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3 de junio de 2010
22 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
Fantasía cómica en torno al culto a la personalidad del artista, las negociaciones de la fama y la vanidad de las cortes que se forman alrededor.
Aunque Bergman advierte en rótulo previo lo de “cualquier parecido con lo llamado Realidad”, o tal vez por eso, se nota que está despachando material privado y lidiando con fantasmas personales.

La primera sección se centra, con cámara frontal y estática, en el aparatoso funeral del maestro violonchelista Félix. Aparece el crítico Cornelius, histrión, petimetre, aspaventoso, y declama sin éxito pasajes de la biografía del maestro.
Y aparecen sucesivamente desde el fondo siete viudas del difunto que repiten la misma frase, menos la última, la oficial, quien entra en cuadro desde la posición del espectador y no dice nada.
Las siguientes secciones se ocupan, en cuenta atrás, de los días previos a la muerte, desde la llegada del biógrafo a la mansión para una entrevista.

Esa mansión, muy ostensiblemente un decorado con toques orientalistas, es uno de los procedimientos distanciadores. También lo son las interpretaciones, burlescas y sobreactuadas, en especial la del pedante Cornelius (a cargo de Jarl Kulle, notable); lo son asimismo los intertítulos, las frases de los personajes a cámara, los pastiches insertados (como el tango en blanco y negro, para sugerir el acto sexual sin chocar con la censura), la alternancia estrepitosa de un reiterado pasaje de la Suite nº2 de Bach con ráfagas de charlestón, las danzas y coreografías paródicas, las estatuas que se mueven o sangran…
Como las escenas de vodevil, con sus carreras, persecuciones y travestismo, son recursos numerosos para romper la ilusión realista e implicar al espectador en lo que le están contando.

Grotescas y farsescas, y ácidamente satíricas, quedan esas figuras del divo tan en otro nivel respecto a los mortales que ni se le alcanza a ver, ni siquiera en una máscara; de su gineceo de bellas mujeres, con cada una de las cuales tiene un pasado y un ‘feeling’, y que lo miman por turno (rebautizadas: Isolda, Traviata, Beatrice…); del zalamero e interesado biógrafo, que negocia contraprestaciones a cambio de que su semblanza sea laudatoria también en los “detalles personales”…
Forman un engranaje que no se detiene por el fallecimiento del maestro, cuya muerte es menos irreparable de lo que se dice: hay figuras de refresco y cada personaje vuelve a su puesto para reanudar la función, lejos ésta de acabar, como se duda mordazmente en el último fotograma.

Una de las escasas comedias de Bergman, su sentido del humor es tan vitriólico que la comicidad no está entre sus rasgos principales. Prevalece más bien una dura reflexión sobre el endiosamiento, la falsedad y la manipulación en el mundo del arte.
Archilupo
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21 de abril de 2023
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Fallida caricatura de la fama y el eterno legado. Sobreexcitado ejercicio de chiste tontorrón y travesura infantiloide. Ritmo con tedio y desconexión de interés.

Bergman patina. La sobresaliente puesta en escena y el colorido trabajo de Nykvist no levantan una obra condenada desde su nacimiento a vagar entre pilares propios.

Demasiado ruido para tan poco Fellini. Fanfarria olvidadiza.
La puerta de Tannhäuser
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23 de diciembre de 2007
9 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Bergman y Allen son unos de los grandes genios que vienen a mi mente cuando alguien me pregunta sobre el séptimo arte.

Hace unos días tuve una conversación con un amigo sobre si Woody Allen copiaba descaradamente a Bergman en sus obras dramáticas ("Septiembre" o "Interiores", obras maestras similares a las "Sonata de Otoño" o "Secretos de un matrimonio" de Bergman) o solo adaptaba sus presupuestos creativos a la comedia ("Recuerdos (Stardust Memories)", "La comedia sexual de una noche de verano" o "La última noche de Boris Gruchenko".

En mi opinión, son dos autores completamente distintos. Sus obras lo aclaran completamente. Es innegable la enorme influencia del sueco sobre Allen pero acaso ¿Cezanne no influenció a Picasso?

Lo curioso del largometraje que nos contempla es poder observar como una obra de Allen sería llevada a cabo por Ingmar Bergman. Verdadera incursión en lo cómico, tras pasar por el vodevil sentimentaloide de sus primeros años ("Tres mujeres" por ejemplo, magistral por otra parte para la época arcaica en que surgió de la mente del sueco).

Pero ¿Cómo afrontará Bergman la comedia?

La respuesta como podrán imaginarse no requiere duda alguna : "Como solo los genios saben hacerlo".


LO MEJOR: Eva Dahlveck y Bibi Andersson en color. Impagable.

LO PEOR: Alguna que otra persecución a lo "Benny Hill´s Show"
Haneke y Farrelly
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12 de junio de 2007
8 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
En una filmografía cargada de dramas, muchos de ellos desgarrados, Bergman sorprende con una comedia y al igual que Hitchcock con "Matrimonio original" el director sueco parece tropezarse con tal género. Sin duda un oportunidad de ver un registro desconocido de Bergman, aunque el film no sea precisamente recordado como uno de los mejores del director.
o0_oscar_0o
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