Distancia

Guatemala. Tomás Choc (Carlos Escalante) es un hombre mayor que debe emprender un largo viaje de varios días hasta el poblado de Nebaj, esto para reencontrarse con su hija a quien no ve desde hace 20 años. Gran parte del metraje se le dedica a este viaje, al seguimiento de este hombre de mirada tranquila quien carga siempre un cuaderno, donde a modo de diario, día a día desde hace muchos años escribe con las faltas de ortografía propias de un campesino de su edad que muy probablemente tendría.

Distancia es un film muy contemplativo, constantemente se muestran paisajes montañosos, se entiende el tipo de cine que Ramírez desea presentar en cuanto a su formalidad, la cámara estática observando el leve accionar de los personajes, poco movimiento de estos, secuencias largas pausadas, diálogos escasos, se podría decir que muy rutinarios, los personajes son prácticamente ellos mismos.

Esto de los diálogos se da hasta el momento en que Tomás llega al pueblo de Nebaj, aquí las cosas se vuelven muy diferentes, con una naturalidad asombrosa el protagonista junto con algunos personajes, prácticamente guían al espectador mediante lo que hablan, dándole un completo sentido a la trama y la propuesta, la riqueza y el valor que alcanza la obra de Ramírez, quien también es guionista, es muy valiosa.

La película se encuentra muy bien filmada, la fotografía a cargo de Álvaro Rodríguez está bastante bien, la muestra de paisajes y de la idiosincrasia del contexto en que se desarrolla está muy bien ejecutada. El sonido quizá pudo ser mejor pero es totalmente entendible, además se agradece la inclusión de partes habladas en lengua indígena, algo que no podría faltar debido a la gran presencia de culturas mayas en la zona. Actores y actrices no profesionales, el peso recae en el protagonista que sale bien librado.

Distancia es una obra para no olvidar, no solo ella como producto cinematográfico sino en el sentido de lo que su autor desea exponer, como dice en algún momento una voz en off: “Recordemos”. La memoria debe mantenerse fresca, siempre, como ese diario en el que Tomás escribió la brutalidad que sufrió él, su familia y sus amigos durante una masacre del ejército guatemalteco, encabezada por el general Romeo Lucas García, presidente de este país del 78 al 82.

Este trabajo de Sergio Ramírez no es una obra perfecta, teje su narración de forma pausada durante gran parte del metraje, no comprendemos la historia totalmente hasta ya muy avanzado el metraje, sin duda esto es trabajo del guion e intención total del director, no mostrar todo de una vez para que cuando llegue el momento se dé una emoción tremenda, y realmente lo consigue, los últimos 25 minutos son sublimes. Una muy buena propuesta guatemalteca, uno de los mejores filmes centroamericanos.