El peso de la duda

Gestiona un arco narrativo muy común, utilizado en el cine hasta la extenuación; pero funciona por la cotidianidad que imprime Anne Le Ny, su directora, a través de elementos que maneja con soltura.

Se sirve del sistema narrativo visual de Alfred Hitchcock, donde el espectador es en todo momento conocedor de las circunstancias reales que se producen.

El suspense está bien explorado, los giros y circunstancias se solapan, lo cual mantiene la intriga, sin que se fusione en la obviedad. La banda sonora que la acompaña es muy simple, incluso he llegado a pensar que perjudica su desarrollo, por lo inadecuada.

La película no es ninguna estupidez, aunque su argumento pueda parecer en extremo... simple. Los primeros cuarenta minutos, podría decirse que son levemente inquietantes.

No teme sumergirse en los registros más comunes del género, pero sale indemne por la sobriedad que le imprime su directora; posee un buen ritmo, diálogos concretos, y un guion siempre al servicio de la narrativa.

El fallo: Acaba sucumbiendo en su último tramo a los tópicos del género.

El peso de la duda presenta varias cosas interesantes, eso hay que reconocerlo sí o sí.

Luego otras no me terminan de llenar, sin llegar a considerar la peli mala o floja. Plantea algo bastante a tener en cuenta, la lealtad más allá de la justicia o lo correcto, aunque realmente el caso es bastante complejo, cosa que no voy a adelantar para no estropear la sorpresa.

¿Si alguien muy cercano a ti comete un acto que termina en algo muy grave, lo apoyarías simplemente por la cercanía o lo llevarías delante de la justicia?

Anne Le Ny nos engancha de muy buenas maneras y de forma muy correcta en las formas en los primeros minutos de la cinta, mostrando de forma bastante rápida a los personajes y la historia que se irá montando a raíz de esos momentos.

Un hecho sin mala intención (encuentro de un pendrive) desencadenará en un acto que tendrá consecuencias desastrosas y luego la suma de otros personajes, en especial el suegro, suma y mucho. Su esposa es un mero florero de adorno en el devenir de la película.

La peli es entretenida a ratos, el interés se va desvaneciendo, pero te queda la intriga de qué ocurrirá al final

Para pasar el rato y poco más.

Lison, una joven de 18 años, visita a su padre, Alexandre, en su chalet de la montaña. Allí vive con su nueva pareja, Juliette, y su hijo pequeño Darius. El es un empresario con buen nivel económico y ella es una mujer atractiva y elegante. La pareja se marcha a ver una obra de teatro, y Lison, aburrida, aprovecha para probarse la ropa de su madrastra, una vez que el niño se encuentra ya durmiendo. Será el inicio de una sucesión de hechos lamentables y trágicos.

Tras unos títulos de crédito misteriosos, en los que la cámara va ascendiendo, como buscando algo, por un torrente de montaña (el torrente del título original), la película continúa con buen ritmo. A los 20 minutos ya está liada y bien liada. Nos deja un buen ejemplo de cómo el azar puede hacerte una faena. No parecía una noche en la que alguien encontraría la muerte.

Las reacciones de todos los personajes resultan creíbles y Lison se convierte en una testigo importante que se ve manipulada por todos, el padre para que mienta, llevando su lealtad al extremo, y los demás para que diga la verdad.

No la recomiendo para los aficionados a las grandes sorpresas del guion, pues su desarrollo es bastante previsible, pero sí para los que buscan una historia bien contada y realista.