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Sueños

Drama Susanne es dueña de una agencia de modelos en Estocolmo. Doris, su modelo más popular, tiene una discusión con su novio, Palle, justo antes de que ella vaya con Susanne a Gotemburgo para ser fotografiada en una nueva colección. En Gotemburgo, Doris se encuentra con un cónsul de edad avanzada, que ve en ella un parecido sorprendente con su esposa, ahora en un hospital psiquiátrico. El cónsul satisface los deseos de Doris, comprándole ... [+]
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Críticas 15
Críticas ordenadas por utilidad
11 de enero de 2007
35 de 38 usuarios han encontrado esta crítica útil
He aquí un boceto bien construido y acabado (valga la contradicción) de una historia que contempla las tragedias cotidianas de la vida con un estilo sencillo y elegante. Bergman, infiel a su costumbre, se abstiene de aplicar el bisturí a la psicología de los personajes y evita, dentro de lo que cabe, ensañarse con ellos. Analiza, sí, pero no sin anestesia y miramientos. Gunnar Björnstrand compone un memorable caballero entrado en años, con cierto parecido al don Julián de Viridiana. Su porte y ademanes se tiñen de nobleza en cada gesto. Harriet Handersson transmite con sumo desparpajo la frescura casi adolescente de una joven modelo y, salvo en la escena del desahogo final con la editora despechada, siempre se nos muestra convincente. El resto del reparto, más que digno. El guion, real y verosímil. La factura, aseada y no brillante. Una película estimable que no enamorará a los bergmanianos.

Coda: en cierto momento, la modelo busca entre los discos uno que le apetezca oír; al coger el primero, dice, literalmente: “Zarabanda… Bach” y el iluminado de los subtítulos traduce: “¡Vaya una samba!”. Mi lado maligno me llevó a escuchar ese fragmento doblado al castellano y, ¿no lo adivinan?, pues sí, lo que aflora a los labios de la pobre chica es: “Las mejores sambas.” Toma filología.
Servadac
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4 de diciembre de 2009
32 de 34 usuarios han encontrado esta crítica útil
Poco antes de sus primeros éxitos internacionales, Bergman incorpora a esta película su pasión por las formas musicales: la estructura del argumento —que como en tantos títulos bergmanianos de los 50 se despliega según lógica circular, comienzo y final en el mismo escenario— es la de una doble fuga.

Susanne (Eva Dahlbeck, belleza lánguida con hechuras viriles) dirige una agencia de fotografía de moda, y Doris (la inolvidable Harriet Andersson de “Un verano con Mónica”) es su modelo principal. Viajan desde Estocolmo a Göteborg para un breve reportaje.
En realidad, Susanne busca reencontrarse con un antiguo amante a quien no puede olvidar. Y a causa del viaje, Doris rompe con su novio.

El viaje nocturno en tren, como a través de la nada, sirve para un hábil reflejo, en imágenes vibrantes y expresionistas, de la intensa frustración de Susanne. Esta limpia forma de narración por imágenes ya abre la película, en arranque contundente. Hasta el minuto 6 no se oye una palabra. Mientras tanto, ruidos significativos: un perturbador repiqueteo de dedos, tomados en primer plano; un recio tic tac… Y densos silencios.
Varios minutos son puro cine, escandinavo si se quiere: una figura en la ventana, campanadas horarias al fondo, calles desiertas al mediodía, pasos resonantes…

Pero con lo puramente visual se conjuga a la perfección lo dramatúrgico, que era el menester primero de Bergman. Hay secuencias capitales resueltas con pauta teatral, mediante puesta en escena exacta, diálogos bien organizados y monólogos impecables.
En torno al eje del viaje a Göteborg se desarrollan ambas historias, contrapunteando semejanzas y diferencias.

La de Doris comienza cuando durante un callejeo sueña ante un escaparate de ropas lujosas. En el reflejo, aparece junto al suyo, al estilo mefistofélico, el de un caballero elegante y maduro, con porte de hidalgo buñuelesco y una extravagante generosidad que lo empuja a regalar prendas suntuosas, collares perfectos (“de perlas canadienses de río”), y a ofrecer el cumplimiento de cualquier deseo ya que, como revela medio en broma, es un ‘hechicero’. En tal atmósfera de embrujo o encantamiento pasean por la ciudad, se meten en atracciones feriales, descritas con impactantes movimientos de cámara y ráfagas de pesadilla en la Montaña Rusa y el Tren del Terror.
Por su parte, Susanne vive un abrupto reencuentro con el amante remiso, en oleadas de sensible y delicado contacto físico.
En ambos sueños de amor apartado de la convención, y romántico en cierto modo, el elemento familiar irrumpe de dispar manera, en fría función institucional.

Con estos apuntes de psicología de la mujer (llenos de modernidad pese a tener más de medio siglo), que plantean la autonomía del deseo femenino y la libre espontaneidad de los sueños románticos, Bergman prefiguró la síntesis de imagen, teatro y estructura musical que cimentaría sus grandes obras venideras.

(7,5)
Archilupo
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8 de agosto de 2007
23 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
Film escrito y realizado por Ingmar Bergman. Se rueda en los Sandrew Studios (Estocolmo) entre el 15 de junio y el 4 de agosto de 1954. Se añaden tomas adicionales realizadas en febrero de 1955. Producida por Rune Waldekranz, se estrena el 22-VIII-1955, en Grand (Estocolmo).

La acción tiene lugar en Estocolmo y Götenborg, a lo largo de unos 3 días de 1953/54. Susanne Frank (Eva Dahlbeck), de unos 35 años, es propietaria de una agencia de modelos de alta costura en Estocolmo. Doris (Harriet Andersson), que tiene a penas 20 años, es su primera modelo. Por motivos que no explica, Susanne viaja a Götenborg con el pretexto de realizar una sesión fotográfica de una hora.

La película analiza las diferencias que separan la ilusión y los sueños de la realidad. Las dos protgonistas viven en Götenborg sendas experiencias, cuyo desarrollo y desenlace las lleva, por caminos diversos, a tomar conciencia de la vanidad de los sueños y la fuerza de la realidad, que se impone siempre por encima de ilusiones y quimeras. Consecuentemente, toman decisiones, transitorias o duraderas, inspiradas en una visión diferente de las cosas en general y del amor en particular. Dicha visión ni excluye los sueños, ni impone la desilusión. La descripción y el elogio que Bergman hace de la independencia de la mujer y de su liberación de infaustas limitaciones, situada en 1955, es destacable, avanzada y más que meritoria.

La música, del compositor Stuart Görling, incluye composiciones rítmicas, de piano, prcusión, guitarra y viento, que reflejan el panorama de la música popular de mediados de los 50, marcada por el rock y otros ritmos americanos. Hacia el final incluye melodías más contenidas y suaves. Añade la canción del momento "Music In The Night", que canta Harriet Andersson. La fotografía, de Hilding Bladh ("Noche de circo", 1953), se sirve de close-ups que atraen la atención sobre detalles singulares y focalizan la mirada en los rostros y la expresión corporal, al objeto de permitir al espectador entender, más allá de la palabra y en profundidad, la psicología de los personajes. El juego de claroscuros confiere belleza a las imágenes y hace que el relato sea vibrante y visualmente atractivo. Dedica una toma a la observación de pies calzados andando, homenaje a Buñuel. El guión ofrece una buena construcción de los dos personajes principales (los restantes quedan sólo esbozados o desdibujados), una trama sencilla y verosímil y una historia correcta, digna del autor, aunque inferior a la de sus grandes obras dramáticas.
Miquel
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5 de diciembre de 2009
12 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sueños es una de las película bien dirigidas de Bergman, bien actuada y con una clara intención, narrar una historia.
A diferencia de otras películas del gran genio del cine, Bergman narra una historia y plantea ciertos aspectos morales pero no quiere profundizar en ellos, hay ciertos indicios sobre el adentramiento en la mente humana pero prefiere narrar antes que ahogarse en la mente de sus protagonistas.

Dos mujeres y dos mundos diferentes pero algo igual para las dos...el sueño, la ilusión...el amor.
Una joven modelo, con pocas luces y bastante superficial se deja seducir de una manera un tanto barata por el amor material de un cónsul bastante mayor quien le recuerda a su mujer y la intenta llevar a su territorio gracias a los regalos caros que éste le hace.
La historia está dirigida con frescura y ligereza tal como corresponde al personaje, ningún elemento sobra pero se analizan dos mundos muy diferentes, la juventud y la vejez y los deseos de ambos.
Bergman ha analizado estos aspectos en muchísimas de sus películas, ha profundizado hasta el nucleo del problema llegando a sacar conclusiones de un auténtico filósofo mientras que en esta película plantea la historia y la narra sin llegar a profundizar en la raiz de la historia.

La otra historia que narra es la de la agente de esta joven modelo la cual desea el amor de un hombre casado hasta llegar aun punto desesperante y perdiendo todo tipo de compostura y de ideal, un ejemplo de lo que ciertos actos de nuestra vida pueden hacernos tambalear y dudar de nuestra fortaleza y personalidad, una mujer que parece ser fuerte duda de su gran personalidad cuando se enfrenta cara a cara al hombre que tanto desea pero que no sabe si quiere, aquí Bergman vuelve a analizar dos téminos muy importantes, desear y querer.
Solamente en esta historia Bergman parece utilizar su bisturí y analizar el alma de la protagonista con escenas un tanto características de su cine posterior, escenas como el viaje en tren (que me hará recordar a El silencio).

La película plantea la visión de una mujer moderna, independiente y emprendedora.
A pesar de que no está considerada una obra maestra dentro de la filmografía del director sueco, es sin duda una obra buena pero menor dentro de Bergman pero a pesar de eso la película tiene elementos que serán característicos de su cine como el silencio de su comienzo, elementos incisivos dentro del silencio tenso de algunas escenas, las miradas y el poder de sus retratos que sabe captar con un par de segundos de cámara.
Sueños, posee ya elementos que harán de Bergman el director tan característico de los años posteriores y que le han hecho crearse el nombre que tanto le caracteriza.
Se han intentado copiar elementos de su cine pero Bergman solo hay uno. Las películas de estos años son a su vez fundamentales para ver que el genio no nace sino que se hace desde la disciplina del trabajo.
manuel
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9 de abril de 2013
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
En "Sueños" Bergman nos cuenta la historia de Susanne (Dahlbeck) y Doris (Andersson), la primera propietaria de una agencia de modelos y la segunda su mejor modelo, centrándose en sus problemas sentimentales. "Sueños" combina el drama humano con la comedia sofisticada, con no poca penetración psicológica en los personajes. El genio sueco emplea muy bien los objetos, los ruidos, los símbolos. El sustrato de la historia es una pasión amorosa no correspondida que determina todos los actos de Dahlbeck, aparte de la magnífica intrahistoria de Andersson con el aristócrata Björnstrand.
Bergman vuelve a contar con un equipo infalible de actores y actrices; gran puesta en escena, excelente guión (tremendo el discurso de la esposa del amante de Dahlbeck ante los dos). Estamos ante un antecedente diáfano de los enormes logros posteriores de su autor y ante una película sólida y apasionante, en ningún caso una obra menor.
kafka
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