The Confession Killer (Miniserie de TV)

Lo terrible del caso es que si bien evidentemente este hombre no era un angelito, si se le utilizó ( y él se dejó utilizar) para cerrar cuantiosos casos que se han vuelto a reabrir luego de que se destapara el fraude. Y mientras la serie va avanzando lo vamos entendiendo mejor, y vemos las tonterías que cuenta Henry, y como unos están encantados de haberle conocido, otros de cerrar su casos, todos de formar parte del show.

Cuesta entender como a este serial killer se le ofrece trato de superestrella, como si fuera un deportista o un cantante famoso, pero eso parece formar parte del ADN de los Estados Unidos, porque este personaje es típicamente americano; no creo que en otro país pudiera surgir un personaje tan fascinante y tan ridículo al mismo tiempo.

Lo de su nula higiene, lo de los cuatro dientes que tenía, y cuando se está inventando que no sólo mataba, sino que descuartizaba, arrancaba las cabezas a sus víctimas, que se acostaba con los cadáveres sin cabeza, etc.... parece como si fuera una especie de competición estúpida sobre lo escabroso. Pero eso lo ves después. Antes, te recorren en cuerpo escalofríos. Cuando te das cuenta, y en eso el documental es literalmente genial, siendo un poco de asco y mucho de vergüenza ajena.

Cada capítulo avanza descomponiendo la historia y aportando un nuevo elemento que da al traste con lo que se sabía hasta el momento, se creó una extraña conjunción de elementos que hicieron que calificaran a Henry como un asesino de masas, aprovechando su escaso intelecto, daños cerebrales, y extrajeron un número inusitado de confesiones de asesinato, que conforme se va desgranando la historia, se puede ver que en el mejor de los casos se debían a incompetencia por parte de los agentes al guiarle durante la confesión, no seguir los procedimientos ni investigar, y en el peor de los casos se puede ver mala fe, una voluntad por cerrar casos de forma fácil y fraudulenta sin tener en cuenta que esto podía hacer más daño aún a las familias de las victimas que un caso que permanece abierto.

Al final deja la sensación de que Henry, que confesó cientos de asesinatos en circunstancias cuanto menos dudosas y con acontecimientos muy extraños rodeando al caso, muy posiblemente fuese un asesino, confirman unos tres casos, pero la información que se da cambia por completo la imagen de él y aporta muchos datos interesantes, y más que de una historia de la más pura maldad, nos encontramos con una historia de corrupción o estupidez, y esta, si que no conoce límites en el ser humano.

El autor aprovecha, para hablar largo y tendido de la naturaleza humana, un caso que da para dar y tomar para determinar la calaña, las motivaciones personales, el sufrimiento, pero también el heroísmo, honradez y pundonor, de bastantes personas, a título individual o como grupo o manada. En algunos casos, como piara.

Causa primera: un asesino, que es un enfermo mental, no un psicópata, cuya enfermedad le permite caer en el juego del ego y el acrecentamiento del prestigio político de un sheriff (cargo electo), que lo manipula para confesar cientos de crímenes que no había cometido. El desarrollo personal del primero, y el empecinamiento, hasta la tumba, del segundo.

La naturaleza humana del Cuerpo de Rangers de Texas de aquella época, que a pesar de existir dudas ya con los medios de aquella época, no dudan en amenazar, acosar y destruir la vida de un fiscal que trata de indagar en la verdad, al encontrar importantísimas inconsistencias a nada que investigaba unos cuantos casos, ya sólo con las pruebas de aquel entonces. Por la sencilla razón de que aquel Cuerpo se toma esa investigación como una afrenta a su orgullo corporativo. Haciendo prevalecer este sobre la verdad (y su propio deber juramentado), importándoles un carajo ya no sólo que caiga quien caiga sino, lo que es mucho más grave, que los verdaderos asesinos anden sueltos.

La naturaleza humana de algunos de esos rangers que, a pesar de todo lo que se demostrará después, y que siguen vivos, continúan defendiendo lo ya indefendible.

La naturaleza humana de los policías de diferentes estados y/o condados encargados de cada caso, que van como moscas a escuchar la confesión de alguien que no da el perfil, existiendo muchas dudas, pero lo que quieren es aprovechar el caramelo, cerrar el caso y colgarse la medalla, sin realizar la mínima indagación.

Mucho peor, la naturaleza humana de algunos de sus sucesores, negándose rotundamente a reabrir aquellos casos, cuando ya existían pruebas de ADN, cuando había ya pruebas fehacientes de que ninguna prueba de ADN relacionaba al presunto asesino serial con las víctimas que confesaba, y cuando ya estas pruebas habían permitido descubrir al fin a varios de los verdaderos asesinos.

La naturaleza humana de los sucesores que sí tuvieron los santos bemoles de hacer su trabajo, reconocer errores pasados, colaborar con las víctimas, aprovechar las nuevas técnicas para conocer la verdad ante tales descubrimientos, y no dejar que los verdaderos asesinos se fueran de rositas, aunque hubieran pasado lustros.

La naturaleza humana de las víctimas, la mayoría lógicamente en primera instancia queriendo matar al que confiesa, y sus reacciones, años después, cuando luego se descubre lo que se descubre. ¿En manos de quién están? ¿Y qué pasó con sus familiares?

Este documental, como decía, aprovecha este caso para hacerse un recorrido impagable por la naturaleza humana que muy pocas veces he visto, desde muy variadas perspectivas, de muy variadas personas, y de algunas de ellas a través del tiempo y los acontecimientos: el egocentrismo, el egoísmo, el corporativismo, abyectos y a veces recalcitrantes; los resultados del desconocimiento de algunas enfermedades mentales, trágicos; la redención; la lógica rabia justiciera convertida en desencanto y decepción; el desprecio por la verdad y las consecuencias -asesinos sueltos- cuando se trata de salvar el culo, o peor todavía, de no dar un palo al aire. Los héroes que hacen lo contrario aunque lo pierdan todo. Etcétera.

Y una clara advertencia que me ha invitado mucho a la reflexión: cuidado, basarse sólo en los prejuicios, y en que las cosas son lo que parecen (sobre todo cuando "conviene" que lo sean), puede tener consecuencias terribles, a muchas personas, y de todos los colores. No soy dado a prejuzgar a nadie. Ni a juzgar a nadie, ya puestos. Pero reconozco y observo preocupado que, hasta que he visto este documental, le daba más valor probatorio a la confesión del que puede merecer.