La locura del charlestón

Este es el guion número 3, 4, 5, 10, 20… bueno, el enésimo que escribiera Hans Kraely (o Kräly) para ese inolvidable director alemán llamado Ernst Lubitsch. Mucho le debe Lubitsch a la creatividad, fluidez y magnífico sentido del humor de este gran escritor, como mucho le debe Kraely a la dinámica, la excelente dirección de actores y el ingenio del genial realizador. De esta fusión de talentos, fue que surgieron: “La muñeca”, “Las hijas del cervecero”, “El gato montés”, “Rosita” y un buen etcétera de afortunados títulos con los que se ayudó a la comedia a consolidarse como uno de los más apetecidos géneros cinematográficos.

“LA LOCURA DEL CHARLESTÓN” continúa la sinergia de este par de talentos, y el ejercicio se adentra en la vida de pareja, para mostrar que todo marido celoso suele ser bastante resbaloso y que, a un buen mentiroso, una mentirosa mayor habrá de aleccionarlo. Amores e ‘infidelias’ de ayer (y aún de hoy), vistos a la parisiense, donde las ventanas sirven para fisgonear y las puertas para poder entrar.

El filme está basado en la obra ‘Suzanne et les deux vieillards’, del celebrado libretista de óperas y operetas, Henri Meilhac (1831-1897) quien, con Ludovic Halévy (1834-1908), sostuvo una colaboración de más de dos décadas, que, entre sus muchos frutos, suman los textos para las operetas de Offenbach “La bella Helena”, “La vida parisiense” y otras, y quizás su más reconocido libreto sea el que hicieron para la inmortal “Carmen” de Georges Bizet. Autores también de vodeviles y comedias, ‘Suzanne et les deux vieillards’, fue uno de sus grandes éxitos cuando se estrenó en el Théâtre du Gymnase el 10 de octubre de 1868.

Sirviéndose de algunos afortunados efectos visuales y de los enredos típicos de una buena comedia, Lubitsch logra que su filme mantenga un oxigenante toque de divertimento, gracias, además, a una afortunada actuación de Monte Blue como el muy celoso Dr. Paul Girard; Lilyan Tashman como la ex-pretendida, ávida de revivir el dulce pasado y de Patsy Ruth Miller como la vengativa Suzanne.

Se pone ante la luz el fruto prohibido… y las Evas de turno no lucen para nada dispuestas a resistirlo.

Esto es Lubitsch, y siempre vale la pena verlo.

Título para Latinoamérica: "¡ASÍ QUE, ESTO, ES PARÍS!"