Haz click aquí para copiar la URL

Play

Drama. Romance Ella tiene 16 años y subsiste a duras penas junto a una familia pobre y rota, él tiene 18 y contempla en la yakuza el único medio para sobrevivir. Su repentino encuentro cambiará para siempre sus vidas.
Críticas 1
Críticas ordenadas por utilidad
1 de enero de 2021
Sé el primero en valorar esta crítica
Hace calor, mucho calor. La niña suda, e impaciente busca un nombre en una guía de teléfono; probablemente será una llamada que cambiará su vida para siempre...pero el rudo "Eh!" lanzado por un joven interrumpe esa llamada.
Es un encuentro casual y, aún así, el también inicio de un gran cambio.

Un periodo de innovación estética, formal y de renovación de ideas y visión de la sociedad como fueron los '60 en el panorama cinematográfico japonés ya ha pasado; una segunda edad de oro abanderada por los jóvenes vanguardistas de la Nueva Ola, tergiversadores y profanadores de los códigos tradicionales, cuyo sendero iba a oscurecerse bastante en la siguiente década. El auge de la televisión apartaba al público de las salas y las productoras lidiaban contra ello ofreciendo un contenido más "arriesgado" o acabando en la irremediable quiebra; así las "pinku-eiga" y los violentos "thrillers" de yakuzas ganan popularidad.
Irónicamente en 1.971 se producen dos hechos trágicos: el intento de suicidio de un enfermo Akira Kurosawa y la bancarrota de la legendaria Daiei; ésto último engarza con la mala situación en la que entró otro veterano, Yasuzo Masumura, quien a partir de entonces montaría una productora independiente. Pero antes de terminar su mandato como jefe de la misma, adapta junto a dos guionistas una novela del autor, cantante y figura política Akiyuki Nosaka, sobre todo famoso por "Erogotoshitachi Yori" y "Hotaru no Haka", llevadas luego con sobrado éxito al cine (la segunda como el mítico film de animación "La Tumba de las Luciérnagas").

Como en la "ozuniana" "La Hierba Errante", esta historia también toma lugar en pleno verano y donde el asfixiante calor casi actúa de catalizador de los impulsos y pasiones de los protagonistas. Durante unos escasos minutos, la cámara sigue a una joven de 16 años que permanece ante nosotros, y sólo con esa discusión que tiene con su madre podemos adivinar la amargura en la cual nos va a sumir el director; entonces otro chico de 18 años aparece en escena y el encuentro entre ambos, aunque no precisamente mágico (descrito en las primeras líneas) avisa de lo que puede desencadenarse.
Este es el comienzo para acompañar de cerca a los dos muchachos durante todo un día a través de un viaje de descubrimiento vital, sentimental y sexual. Es por tanto irónico que Masumura, en los últimos estertores de su carrera en Daiei, decidiera retomar el argumento con el cual iniciara ésta, con "Besos", presentando en "Asobi" lo que perfectamente podría ser su reverso más oscuro y sucio; sin embargo hay que reconocer que han pasado 14 años desde aquélla, y la sociedad japonesa de entonces, la de la recuperación económica, la que ya anunciaba el "boom" de la década siguiente, es distinta de la de ahora.

Enfoca sobre la misma situación pero la manera de observarla es distinta. Mientras seguía a los también adolescentes Kinichi y Akiko, obtenía del neorrealismo que tanto le fascinaba de Antonioni o Fellini, de la "nouvelle vague" y del espíritu de Nicholas Ray y del Bergman de "Un Verano con Monika", una visión ácida y pesimista del mundo que les rodeaba dejándoles no así disfrutar de lo que podía ser humanidad e inocente amor en estado puro; la atmósfera en blanco y negro se dibujaba ensoñadora gracias al entusiasmo y felicidad que compartían.
En "Asobi" los colores vivos, realzados por la áspera fotografía de Setsuo Kobayashi, traen consigo un entorno viscoso lleno de violencia y podredumbre, un entorno que encierra y oprime hasta la extenuación a esa magníficamente definida pareja: ella, una niña trabajadora cuyo ambiente familiar se compone de un padre alcohólico y brutal, una madre plañidera y una hermana enferma, sin contar sus repulsivas compañeras, con quienes ha de compartir piso, un puñado de furcias fáciles de engañar con la promesa de obtener diversión y dinero sin mucho esfuerzo. La chica, como otros personajes del director, no es más que una marginada objeto de las burlas.

Por su parte, él es un pobre desgraciado al que sólo le queda su madre alcohólica, y calma su ira interior, incapaz de expresar, pretendiéndose esos yakuzas de película que tanto admira, si bien el entorno criminal en el que está de hecho inmerso le revela una realidad repugnante. Al encontrarse e ir superando diversos obstáculos a lo largo del día (cuya narración cronológica se fragmenta de vez cuando y de forma inesperada para profundizar en la triste vida de ambos), estas dos almas perdidas se sentirán como los protagonistas de un maravilloso sueño, mientras la desenfadada inocencia de ella calma el feroz ímpetu de él y logra extraerle el verdadero "yo" que hace por esconder bajo esa débil fachada de tipo duro.
Pero aun con unas explícitas inclinaciones hacia lo violento y sórdido, Masumura vuelve a permitirles un atisbo de esperanza como ya hizo con Kinichi y Akiko y otras parejas de su cine, derivando esta brusca fábula de instantes viscerales hacia una preciosa tragedia romántica no poco inspirada en la literatura de Monzaemon Chikamatsu (y más aún sus últimos minutos en el casi onírico campo de cortaderas, que recordará a "Los Amantes Crucificados"). Vitales y no poco soberbios Keiko Takahashi y Masaaki Daimon, con cuyos personajes no resulta difícil congratularse y comprender. Algo más detestables son los otros Asao Uchida, Tokuko Sugiyama y Akemi Negishi.

Además de su evidente falta de originalidad, el gran error que comete el director y los guionistas es no ofrecer ninguna conclusión, no sólo dejando incierto el futuro de la pareja, sino un millón de cabos sin atar y que sin duda precisan más atención.
La última y anticlimática obra de Masumura para Daiei es una interesante reinterpretación de su debut y en general uno de sus dramas desgarradores y difíciles de digerir con protagonistas brutalmente humanos que pueblan su filmografía. La tórrida secuencia en el hotel es memorable.
Chris Jiménez
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
Cancelar
Limpiar
Aplicar
  • Filters & Sorts
    You can change filter options and sorts from here
    arrow