Fight for My Way (Serie de TV)

Comedia romántica surcoreana que como curiosidad diré que tiene entre el casting a dos de los actores de la oscarizada «Parásitos».

Nada de eso evita que «Fight for My Way» sea casi una tomadura de pelo. Los fallos de continuidad y coherencia en el guion son un desastre y aunque ejemplos hay muchos, me interesa más hablar del romance. Un romance asqueroso, añado.

Lo de amigos antes que amantes llega aquí a su máximo nivel: veintitrés años, queridos míos, se tiran estos dos como amigos íntimos antes de que a él, al protagonista, le entre la ventolera, no sé si por iluminación celestial, maduración neuronal o hartazgo, no tengo idea; como digo, veintitrés años hasta que Dong-man decide que está enamorado de la protagonista. Hago aquí una pausa para que meditemos todos un momento.

Esta situación no solo está fuera de toda credibilidad, sino que, más importante, es horrorosa, un verdadero espanto, lo anti romántico. Dong-man ha tenido una novia, una especie de gran amor que lo ha abandonado para casarse con otro y que por supuesto volverá para ser la típica arrastrada babosa. A Ae-ra, por su parte, la conocemos con un noviete a quien, ojo al dato, mantiene ella para que él pueda estudiar y sacarse las oposiciones a juez. Denigrante. Luego tienes que creerte (o gustarte, o emocionarte) que Dong-man se ponga celoso. Hasta ayer, me importaba un pimiento que tuvieras novio; hoy, no. Todo esto mientras Ae-ra lleva toda la vida enamorada de él. Mujeres del mundo, ¿en serio os gusta esta fantasía?

Dong-man, a pesar de todo, tiene comportamientos que están bien en un hombre, es lógico que te sientas atraída por él, pero ¿Ae-ra? Lo peor, peor, peor de esta mujer es que es una pesada, una auténtica plasta marimandona y protestona. Todo son quejas, todo son amenazas, todo son chantajes. Hacerle elegir entre el deporte o ella es una muestra de su bajeza. Echarle la bronca cuando se encuentra herido y frustrado tras una pelea que lleva esperando toda la vida, es ya de persona vil. No seamos así, nunca, con nadie. Las personas tienen que elegir su camino. Puedes aconsejar, opinar, interceder, ayudar, pero siempre desde la comprensión, la tolerancia y el amor sincero. No puedes querer controlar y castrar a la otra persona. De verdad, niña, vete a tomar viento.

En fin, creo que queda claro.