Haz click aquí para copiar la URL

Picnic en Hanging Rock

Intriga. Drama El día de San Valentín de 1900, las estudiantes de la Escuela Appleyard van de excursión a Hanging Rock, una región australiana montañosa. A lo largo del día se producen una serie de fenómenos sobrenaturales: el tiempo se detiene, estudiantes y maestras pierden el conocimiento y tres chicas y una profesora desaparecen. (FILMAFFINITY)
1 2 3 4 5 10 11 >>
Críticas 51
Críticas ordenadas por utilidad
24 de marzo de 2010
90 de 110 usuarios han encontrado esta crítica útil
Picnic en Hanging Rock es un paseo en verso fascinante. Tiene el color de Barry Lyndon –ambas cintas son del mismo año–. Su sonido prefigura a David Lynch. Avanza por el cauce del adagio del concierto ‘Emperador’. Más que atmosférica es atmósfera. Es cálida, morbosa, sencilla e inquietante.

Detiene el tiempo.

Es cine con temperatura. Cine de pocos elementos bien cuidados. Un hermoso lugar para perderse, soñar, tal vez morir. Es música y literatura, pintura y danza. Es un poema dentro de un poema embriagador.

Rainer Maria Rilke, en su primera elegía de Duino, nos da su clave en unos versos que parecen escritos para ella:

“¿Quién me oiría, si gritase yo, desde la esfera de los ángeles?
y aunque uno de ellos me estrechase de pronto
contra su corazón, su existencia más fuerte
me haría perecer. Pues lo hermoso no es otra cosa que el comienzo
de lo terrible en un grado que todavía podemos soportar
y si lo admiramos tanto es sólo porque, indiferente,
rehúsa aniquilarnos. Todo ángel es terrible.” (*)

La experiencia de entrar en esta obra es por esencia inexplicable. Es cine sensorial. Qué sentido tiene contar los pormenores de un sabor. O describir un primer beso. Picnic en Hanging Rock es una invitación, una cata, un modesto escalofrío.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Servadac
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
21 de marzo de 2009
58 de 75 usuarios han encontrado esta crítica útil
Entiendo perfectamente que a muchos esta película les pueda parecer un rollo patatero. En ciertas partes del metraje lo es, sobre todo entre medias.

Pero tiene una atmósfera tan diferente y subyugante, que no sé lo que tiene pero te atrapa después de haberla soltado. Hay películas estupendas, pero que no dejan poso. Y ésta no sé si es muy buena, no me atrevo a catalogarla así, pero la recordarás seguro.

Además para mí es evocadora. Me recuerda a esas fotografías que me enseñaba la abuela. Eran picnics campestres donde salían los bisabuelos y otros familiares desconocidos. Todos iban cubiertos desde los tobillos hasta el cuello en pleno verano. Esa mezcla entre asfixia y placer onírico la refleja muy bien este film.

Y tras este mágico envoltorio nos cuentan una historia que no gustará a los que buscan respuestas a los misterios, pero sí al que le encante encontrar más preguntas.
Gilbert
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
14 de agosto de 2011
81 de 123 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si te gustó Mujercitas, La casa de la pradera, Mary Poppins y los dibujos de Mi pequeño pony, ésta es tu película.

Una bonita mañana de primavera, Peter Weir se asomó a su ventana a contemplar las florecillas del jardín mientras desayunaba un té verde sujetando su taza de porcelana rococó con el meñique estirado. En ese instante, tuvo una idea. Decidió poner a hervir un repollo al vapor, echando en la cazuela unas gotitas de Anais, anais. Cuando estuvo en su punto idóneo de cochura, lo envolvió en un tapete de croché y se lanzó a la calle a buscar un productor para su proyecto.
Tras varios intentos infructuosos, al fin consiguió engañar a uno, aunque tuvo que mentirle un poquito… le aseguró que su película, aparte de repolluda, sería de intriga.

Y, efectivamente, intriga hay a raudales. Por ejemplo: Una señora sin orejas y peinada con un moño suflé que le otorga más apariencia de marcianita de Mars Attack que de ser humano lirondo, está sentada en la mesa de su despacho. En busca de alguna cosa, abre el primer cajón, y… ¿qué hay dentro?... ¿papeles?, ¿agenda?, ¿elementos de escritura?, ¿carpetas?... Pues no. La buena mujer tiene ahí dentro una colección de figuritas de porcelana blanca de esas que regalan los horteras a las señoras en las bodas. Un montón, tiene. Todo el cajón petado. Y tú, al ver esto, te preguntas ¿pa qué?... Pues ahí lo tienes: Intriga.
A lo largo de la peli hay un montón más de secuencias como esa. Una cosa inaudita.

Si algo se saca en claro de todo esto, es que el de atrezzo era un cachondo que aprovechó la situación para deshacerse de todas las chorraditas que tenía por casa, tras generaciones y generaciones de mujeres asistiendo a bodas, bautizos y comuniones.

Que no se me olvide comentar que el de la música también es un cachondo. El tío compone tres piezas:
1-Al piano. Más cursi que comer pistachos con cuchillo y tenedor. Perfectamente a juego.
2-Al sintetizador. ¿?. Aparte de sonar horrible, es que no conjunta.
3-A la ocarina. ¿? ¿? ¿?. Maravillosa melodía. Aparte de no conjuntar, tampoco, es que cada vez que suena, te descojonas.

Encuentro la película de una ridiculez insondable, salvo en un aspecto. La minuciosa reproducción de consigue Weir de la estética impresionista. Todas las secuencias de exteriores recuerdan a Renoir (el pintor). De hecho, hay un calco de Le Moulin de la Galette bastante logrado.

Y ahora, perdonar que me calle un momento.................... está pasando un cisne................................................................................................... Ya, sigo.

¿Pero cómo van a salir bien paradas las muchachas de una excursión a un peñasco en medio un monte con lo mal equipadas que van? Botines de tacón, vaporosos vestiditos de encaje, canotier, lacitos por todas partes. Si las viese el Capitán Tapioca, le pegaba un jari que se quedaba seco.
VALDEMAR
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
20 de abril de 2007
56 de 74 usuarios han encontrado esta crítica útil
Para mi es, por antonomasia, la película cumbre del llamado cine de misterio. Un sofisticado universo de irrealidad que destila arcanos e incógnitas a través del más mínimo de sus elementos.
Esta película es por lo general encuadrada dentro del género de misterio; también lo es en el fantástico, el policiaco, el drama, el horror. Tiene elementos de todos ellos y más, y dentro de todos ellos supone un aporte de originalidad que la aparta de los derroteros habituales de cada uno. Yo prefiero verla como un drama de misterio, o si me aprietan, como un drama de horror (que no terror). Misterio por la inquietud subyugante que me atenaza desde el primer momento, y la atmósfera creada, donde sin pasar nada, sin que se recurra a treta alguna, lo más inverosímil crees que puede ocurrir, y quizá por ello se la enmarque también dentro del género fantástico, pese a la casi total ausencia de elementos fantásticos explícitos. Y me gusta verla como un drama, y también he dicho horror, porque uno de los puntales de esta película es como el hecho central que nos presenta, la desaparición de las chicas, viene a afectar y vapulear el micromundo en que os hemos visto involucrados, avivando las ascuas de tensiones latentes, existentes tiempo ha.
“Todo lo que vemos y lo que parecemos no es más que un sueño dentro de un sueño”; con esta cita de Poe, lanzada nada más empezar la película, nos ponen sobre aviso de lo que se avecina. La inclusión de dicha cita me remite a otras similares en otros films (“Alice” de Svankmajer, “Black Moon” de Malle, o “La Bella y la Bestia” de Cocteau) donde se solicita del espectador cierta predisposición a dejarse llevar, cierta relajación o suspensión de algunas inclinaciones prospectivas, para poder gozar de la película, para disfrutar del tono onírico del que se ha intentado dotarla.
Creo que “Picnic en Hanging Rock” es una de las muestras mas totales del logro de esa indefinición e irrealidad, de la consecución del ambiente etéreo que logra la tregua con nuestra vigilancia y alerta.
Para ser una película de misterio Weir recurre a una puesta en escena luminosa y naturalista alejada del tenebrismo típico del género, y pese a ello, logra ciertos pasajes que se podrían vincular con el gótico emocional y lúgubre más conseguido. Las últimas escenas con la directora o la figura de Sara son escalofriantes e impactantes a más no poder.
irian hallstatt
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
30 de diciembre de 2007
45 de 62 usuarios han encontrado esta crítica útil
San Valentín de 1900 en el Sur de Australia. Un grupo de colegialas australianas desaparece durante una excursión de picnic al paraje de rocas volcánicas de Hanging Rock. Sin encontrar señales de tres alumnas y una profesora, la búsqueda afecta de tal manera a la vida del centro educacional que las pasiones más elementales y los comportamientos más básicos comienzan a aflorar en todas las personas relacionadas con el incidente.
Picnic en Hanging Rock narra la excursión de las alumnas de un colegio a una extraña formación rocosa, donde tres de ellas y una profesora se pierden para siempre, como si se hubiesen volatilizado en el aire. Basada en hechos reales, pero adaptada de una novela de Joan Lindsay, Peter Weir se da a conocer con esta producción que, al igual que su restante obra australiana, se basa en la oposición entre cultura y naturaleza.
Leo en una vieja guía de cine: "Peter Weir es un excelente director australiano que, por desgracia, podría haber dado mucho más de sí. Pero después de rodar dos obras maestras como ésta y La última ola (The Last Wave, 1978), se dejó tentar por la aventura norteamericana para ir perdiendo personalidad, aunque incluso sus películas posteriores sean en general bastante aceptables". Efectivamente, a Weir le conocíamos de El show de Truman, Único testigo y poco más. Y viendo Picnic en Hanging Rock, sabrás por qué está película es única.
Nos sumergimos en mundo victoriano, elegante y austero, con bellas señoritas de cabeza a pájaros que se limitan a soñar. El día de San Valentín, su mayor distracción es un picnic campestre, agradables paseos y una rica tarta. A la hora de comer, los relojes se paran, las muchachas se duermen. ¿Por qué está película no se olvida? El atractivo de esta fascinante película fantástica reside en la eficaz atmósfera creada por Peter Weir para el desarrollo de la historia y en que no se da ninguna explicación lógica sobre el suceso en torno al que gira la acción. Es pura magia.
Rodada para un público exigente, esta maravillosa película es una fiesta para los sentidos, donde la naturaleza se convierte en un personaje esencial. Un exuberante paisaje australiano, que evoca tiempos pasados, la melancolía y el romanticismo, antiguos símbolos. Y esa música... la atemorizante banda sonora de Bruce Smeaton contrasta con las dulces notas de flauta.
Es extrañísima: enigmática, deslumbrante, bella, atemorizante. Hipnotiza. Llena de misterio, de presencias fantasmales, de miedo irracional. Conteniendo la respiración, la inocencia que se traga la tierra; mejor dicho, las rocas colgantes. Es una truculencia... irreal e inexplicable. "Lo que vemos y lo que parecemos no es más que un sueño, un sueño dentro de un sueño". Quizá sea lo mejor, soñar, no despertar...
Naran
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
1 2 3 4 5 10 11 >>
Cancelar
Limpiar
Aplicar
  • Filters & Sorts
    You can change filter options and sorts from here
    arrow