Father's Day

*Un pasado muy presente

Sin duda, las heridas sufridas en el pasado siguen influyendo en el presente. Y obviamente no sólo ocurre en Ruanda, como es el caso de Father's day, sino en todo el mundo, en todo ser humano.

Los traumas del pasado siguen latentes en el fondo. Aunque la película no trata explícitamente del genocidio ocurrido en 1994, en el que murió casi un millón de personas, la mayoría de la etnia "Tutsi".

La mayor parte de tanta violencia fue perpetrada por hombres. La figura del padre ausente, el que ha traicionado a la sociedad por olvidar su papel protector y guía en la familia, queda en entredicho.

De esta manera se desarrolló, también, una crisis masculina, paternal, y en la actualidad se cuestiona el papel del "padre" en dicho país. Todo ello contando, además, con la violencia sexual generalizada por el bando "Hutu" durante el genocidio.

*Paternidad

En Father's day se muestran diferentes maneras de sentir y vivir la paternidad, especialmente la falta de ese compromiso, la no aceptación de ella. Resulta irónico que precisamente se hable de esa celebración cuando en realidad, ninguno de los personajes masculinos que aparecen la merezcan.

Un modelo de padre representa al tipo cruel que atemoriza a su propio hijo pequeño, obligándole a delinquir para sobrevivir. Otro, ya anciano y moribundo, oculta un pasado muy turbio con gran responsabilidad en las masacres cometidas.

Un tercero no asume su paternidad porque no es el padre biológico, siendo fruto de otra relación anterior de su pareja. Su frustración queda patente continuamente reprochando a su mujer su profesión de masajista.

Claro que tampoco debe ser sencillo ser padre en un país cuya mayoría de hombres han cumplido alrededor de veinte años de condena en prisión. ¿Cómo se construye una nueva sociedad con ciudadanos con un pasado tan turbulento?

*El nuevo papel de la mujer en Ruanda

Zaninka (Mediatrice Kayitesi) habla de otro virus tan peligroso como el Covid, un virus que es devastador en las familias: cuando un hombre no quiere asumir su paternidad. Sobre todo en un país donde hay tantos huérfanos tras las tragedias vividas, necesitados de esa figura protectora.

Sin embargo, Father's day también muestra la búsqueda de la independencia de la mujer. Siendo como son ahora imprescindibles en su país, intentan superar sus penas y su desarraigo. En la interesante película lo harán de una manera auténtica, sin grandes discursos ni poses.

*Conclusión

Una magnífica y realista visión de Ruanda. Rodada por un director ruandés, con intérpretes ruandeses y en su lengua, el "kinyarwanda", Father's day nos traslada a sus maravillosos paisajes naturales.

Un retrato de una parte de África que ha sufrido terribles dramas y que resurge de sus cenizas. Un esperanzador desarrollo de la sociedad ruandesa, cuyas mujeres son las principales protagonistas en la reconstrucción de un país roto.

Escrito por Irene Abecia Navarro

Father’s Day (2022), de Kivu Ruhorahoza ha pasado por la Berlinale, y la primera, tristísima, pero primera pregunta que surge es: ¿cómo se celebra el Día del Padre en un país como Ruanda donde no hay padres, pues todos ellos fueron exterminado durante el genocidio de los años noventa? Afortunadamente, se trata de una exageración manifiesta, porque sí quedan padres en este país de los Grandes Lagos. Ahora, bien, ¿en qué condiciones han quedado dichos padres sobrevivientes, en particular, y las familias, en general? Pues para contestar a esta pregunta ha rodado Ruhorahoza, cuyo anterior largometraje, Grey Matter (2011), obtuvo la Mención Especial del Jurado en el festival de Tribeca, cuando este director no había cumplido aún los treinta años.
En cuanto a Father’s Day, el espectador se ve sorprendido por la ausencia casi total de diálogos durante los primeros compases del largometraje. Poquito a poco se va entrando en la película y comprendemos que se trata de tres historias cruzadas con el denominador común de la guerra. Al final, el espectador comprende guardan una cierta conexión directa entre sí, sin que eso sea demasiado relevante, pues lo que verdaderamente importa es el diseño de historias que realmente ocurren en el interior de las personas: se habla muy poco de la guerra, no se ve ni una sola escena de guerra, pero las secuelas afectivas en la población ruandesa son innegables para trazar perfiles humanos de violencia, pena o decepción todo ello en un contexto familiar que justifica el título.
Así, por ejemplo, aunque la historia transcurre cuando todavía la pandemia por covid no ha concluido y, por lo tanto, es habitual ver a los personajes con mascarillas, la protagonista de una de esas tres historias afirma, cito de memoria: “El covid tan solo ha destruido lo que ya era frágil”.
La guerra, pues, continúa en el interior de las personas, al menos, las secuelas morales de la guerra como el verdadero problema al que se enfrenta la sociedad ruandesa de nuestros días, y lo que Ruhorahoza consigue es que las cámaras penetren en el alma de personas, lo cual es algo que recuerda a ese portentoso observador de la pena que fue Fassbinder y que hoy también podemos perseguir en la filmografía de Haneke, por citar solo dos ejemplos ilustres.
Es por ello que en numerosas ocasiones los silencios se ven aureolados por los ruidos ambientales de la ciudad o de la naturaleza, un recurso mediante el cual este director ruandés facilita la introspección y el espectador puede contemplar las almas desnudas de los personajes, que es la verdadera intención de Ruhorahoza en esta cinta.