Érase una vez... un cuento al revés

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Happily N'Ever After es una de esas tantas películas que han salido con la intención de hacerse un hueco en esto de la animación por ordenador. Sus bases se alejan de las del 90% de productos del género (animales hablando), pero desgraciadamente siguen las del 5%: clonar a Shrek. Poner los cuentos patas-arriba, parodiarlos exagerándolos al extremo, algo que la saga protagonizada por el ogro verde ha logrado sin mayor problema y que ha causado que le hayan salido varios clones por ahí, de los cuales sólo recuerdo realmente atractivo Hoodwinked, sin ser tampoco ninguna joya.

En esta ocasión se nos presenta como base el cuento de Cenicienta, una preciosa joven relegada a las tareas del hogar en casa de su madrastra y sus dos horribles hermanas. Cuando éstas son invitadas para el baile que organiza el Príncipe del reino para buscar a su esposa, 'Ceni' se queda en casa, apareciendo el Hada Madrina y etc; lo divertido aquí, o con lo que se juega, es con el acabar con el "fueron felices y comieron perdices". Happily N'Ever After plantea lo que sucedería si los malos de los cuentos: el lobo de Los Tres Cerditos, el Gigante de las Judías Mágicas o la Madrastra de Cenicienta, entre muchos más, se hiciesen con el poder.

Como héroe tenemos a un secundario que se presenta como "ese al que nadie presta atención", a Cenicienta, a dos animalejos parlanchines que vienen a ser Timón y Pumba rediseñados, y poco más. Gags simplones, alguno decente pero ninguno realmente destacable en su totalidad, una animación buena pero a años luz de las grandes películas, etcétera, son sólo algunos elementos que elevan la cinta de Paul J.Bolger y Yvette Kaplan. Por desgracia carece de un ritmo constante y bueno, haciéndose algo lenta o pesada en determinadas situaciones. Regular.

Tuve la suerte de verla en su estreno (en los EE UU) en enero del 2007, y la verdad es que aunque la haga la misma productora de SHREK, esta peli nunca alza vuelo de verdad.

El tema es fenomenal, se basa en la idea de lo que pasaría si en el mundo de los cuentos de hadas, quienes ganaran al final no fuesen los buenos, sino los villanos. Luego de que el Mago del Equilibrio entre el bien y el mal se va de vacaciones, se desatan una serie de eventos nada favorables para los buenos de los cuentos. Ese es el punto de partida para contar una historia divertida, pero que se queda muy corta en cuanto a muchas de sus líneas argumentales. Ya de por si la corta duración de la peli te deja sorprendido, pues apenas llega a una hora con 20. Es un poco desconcertante que el inicio de la trama dure más que el nudo argumental y el desenlace sea aun más rápido.
Sin embargo a pesar de que la historia desaprovecha mucho la idea original hay cosas que rescatar, como una muy lograda gráfica de personajes por computadora, que si bien es cierto son claramente caricaturescos, gestualizan de una manera tan correcta que se ahorran mucho en parlamentos. Además las voces de Sigourney Weaver como la villana del cuento y la de Freddie Prinze Jr. (por cierto actor de mi total desagrado) como el narrador – lavaplatos, son dignas de apreciar. Fuera de ello sales de la sala de cine con la idea de que SHREK aun no será destronado.

Con tanta informática y tanta historias, queda evidente que prácticamente quien quiera puede realizar una película de dibujos animados y esta película es una mas de esos rollos copias un tanto burdas de Dreamwords o Disney. Un guión más o menos ocurrente, con muchas interrupciones en el ritmo, unos personajes carentes de gracia y de vida hace de esta película un producto pasable donde por lo menos los niños no se van de la película aburridos.

La media sonrisa es permanente. Está producida por un nivel medio bueno de situaciones con chispa y gracia.
Tiene ritmo, el tiempo vuela mientras se ve. Da tiempo a ver todo lo que hay en imagen, no tiene el frenesí visual de, por ejemplo, Ratónpolis.
Si no llega al nivel de Shrek, es porque no debemos compararla con el icono y el patrón del cine de animación. Pero es de lo mejorcito entre las que siguen la estela del ogro verde.
Y mis hijas, de 3 y 5 años, ¡encantaiiiicas!