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El codo del diablo

Documental 1948 en Puerto Limón, Costa Rica. Cuatro días antes de navidad, Setico, un niño de 12 años, debe tomar un tren en busca de su padre. Un viaje que revelará la memoria olvidada de este enclave bananero y el asesinato de seis presos políticos en un lugar conocido como El Codo del Diablo. (FILMAFFINITY)
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Críticas ordenadas por utilidad
5 de diciembre de 2014
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Costa Rica es un país reconocido a nivel internacional como una nación pacífica en medio de una región turbulenta. Se vende como tal y realmente logra su cometido, a tal grado que sus propios ciudadanos se creen el cuento, la Historia Oficial está claramente definida y es firmemente creída por el grueso de la población.

Sin embargo, en este sueño idílico salta un documental como el presente para dar una bofetada a la sociedad tica, emitir un grito y hacernos reflexionar sobre lo que vivió (y vive, porque aún están presentes sus secuelas) nuestro país. Además de realizar un quiebre en la esfera política del país, es directo, escarba hasta donde puede y deja interrogantes en su resolución.

Al finalizar la Guerra Civil del 48, donde los revolucionarios comandados por Figueres llegaron al poder desplazando a Calderón, comenzó una persecución en contra de los comunistas, quienes eran aliados del ahora derrocado ex-presidente. Persecución que se amplió a distintos planos a lo largo de las décadas.

El documental toma como punto de partida el crimen que se realizó en el sector conocido como El codo del diablo, una peligrosa vuelta al margen del río Reventazón, lugar donde pasa el ferrocarril del atlántico hacia San José y viceversa. En ese punto, seis comunistas quienes habían sido dudosamente apresados fueron asesinados por las autoridades.

Los realizadores toman esto como punto de partida para desarrollar su trama, enfocada en dos aspectos que son innegables y consecuencia inmediata de dicho suceso, el primero es todo lo político-histórico alrededor del evento y lo segundo, el plano familiar de quienes se vieron afectados por la ausencia de estos hombres. Lo más importante de esto, es la visibilización que se hace de estos temas, uno eclipsado por la ya mencionada Historia Oficial y el otro, que simplemente nunca nadie había tenido el interés de identificarlo y estudiarlo de forma tan detallada.

Estamos entonces ante un documento de suma importancia para el país, es una parte de nuestra historiografía que debe rescatarse y que no debe olvidarse, para no repetirse. Aparte del contenido, el film está muy bien hecho, hay un armado correcto de cómo se desarrollan la distintas aristas de la historia, contextualizando al espectador e involucrando a las familias, enfocándose en la historia del chico que es la base del trabajo.

Se agradece mucho las recreaciones que realizan los directores, la utilización de las fuentes primarias, lo que hacen con las fotografías, de las entrevistas decir que hizo falta especificar quiénes eran los que hablaban (aunque puede que sea adrede porque sobre el final los presentan y consigue cierto impacto emocional), además resulta un poco incómodo que vuelvan a ver directamente a la cámara, pero estos son aspectos menores ante una obra humanista y de mucha importancia.
10P24H
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3 de febrero de 2015
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Decía uno de los hermanos Jara en una entrevista que al país le falta memoria visual, archivos de video que nos muestren nuestra historia, nuestra cultura de años pasados, nuestras ciudades y gentes, tiene razón, la falta constante del cine como medio de rescate e inculcador social en nuestro país junto al nulo interés del estado de promover las artes visuales tanto en forma de negocio como de retrato vivo cultural es parte de esta problemática. El codo del Diablo viene a darnos a conocer una historia que muchos intentan ocultar, el país sin ejército, el país de la no violencia, yo tengo un agregado más el país sin memoria, lo que paso en el mencionado Codo del Diablo es un crimen de estado, y me disculpan si meto mi opinión parcialista en esto, es un asunto de ajuste de los que el gobierno en turno consideraba un peligro para su estabilidad, que ironía eliminar el ejército para después ejecutar a unos presos, inteligencia y hasta cierta perversidad no les faltaba a estos gobernantes. Los hermanos Jara se apoyan en la fotografía de un talentoso Alejo Crisostomo (que dicha que Alejo se vino al país y ha empezado a mover la cinematografía nacional con estas coproducciones), y una esforzada pero no siempre eficiente dirección de arte de Kattia González, hay que decir sin saber si fue adrede o no que el documental es de sencillo acceso, para aquellos que no saben nada de la historia puedan interesarse en ella, tal vez para los más conocedores (no son muchos) el documental muestra quedara corto, cuenta con entrevistas de gran valor, diferentes personajes que de otra forma se vieron afectados por este hecho (de nuevo entra la importancia de la memoria visual). Bonitos primeros planos y una colorizacion correcta termina de redondear el producto, y si, si hay una película que merece ser vista por medio millón de personas debería ser esta, porque es seria y valiente al mismo tiempo, simple tal vez pero nos recuerda lo que otros no quieren que recordemos. En todo caso la recomendación queda dada, no dejen de apoyar este esfuerzo.
CINELOCURA
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