La cautiva

Esta la vi hace unos tres años en el Cine Doré. A mí me gustó mucho, pero la gente en la Filmoteca echaba unos bufidos de aburrimiento que parecía una manada de búfalos a punto de embestir. Estaban tan hartos que acabaron riéndose con los diálogos de los personajes, que no tenían nada de gracioso. No me lo explico, porque la gente en la Filmoteca se supone que está acostumbrada a ver los mayores rollos sin pestañear. Bueno, hay de todo, hace unos años descubrí una pintada en los servicios que decía: PEDANTES. VIVA MARIANO OZORES.

En los servicios de la Biblioteca Nacional, la pintada que más se veía (hace tiempo que no voy) es: OJO CON RUBALCABA.

Seguro que todo está relacionado. En cualquier caso, el cine de la Akerman a mí me chifla. Muy recomendable la peli, sobre todo para los gafapastas.

Decidirse a adaptar al cine una de las obras más encumbradas de la literatura como hace aquí Chantal Akerman (trasladando la acción a la actualidad) es exponerse a todo tipo de palos y al ridículo más atroz y es algo de lo que sólo nombres como Visconti (El extranjero de Camus, Muerte en Venecia de Mann) o Haneke (El castillo de Kafka) salen airosos. Sin embargo, la directora belga sí que consigue aquí, si bien no con el cúmulo de matices que caracterizan la obra de Proust, transmitir la situación básica que se describe en el quinto tomo de En busca del tiempo perdido: un hombre obsesionado más con el hecho de poseer que con aquello que posee, inmerso en un carrusel de dudas y sospechas que le impiden disfrutar de lo que tan preciado debería ser puesto que le provoca tantas dudas y sospechas. Sylvie Testud, muy sexy y buena actriz aunque no exactamente guapa, encarna a la mítica Albertine de la obra de Proust (llamada aquí Ariane), como queriendo dar razón a la frase de esa misma novela: “Dejemos las mujeres bellas a los hombres sin imaginación”. Una película agradable e interesante para los amantes de la literatura y de los cruces de ésta con el cine .

El juego de opresión que construye Akerman refleja múltiples taras adquiridas por la costumbre social. Se adentra en avenidas atenuadas por la estela de roles acomodados. Enfrenta géneros y los presiona contra el confort ficticio de su entorno. Víctimas de sus impotencias. Los protagonistas se van devorando en su propio ego, bajo sus propias expectativas, como piezas de un tablero social impuesto por el correctismo patriarcal de épocas y morales ancladas.

La rebeldía de su cine consiste en la observación detenida de espacios y de fugas, en los encuadres argumentales de sus episodios, las relaciones, las naturalezas muertas que laten al compás del tiempo, en las distancias sin estancia, las dependencias sin remedio…

Una perla más en su mayúscula filmografía.

Uno se vuelve feminista luego de ver esto.
Es tremendo, pero pinta bastante bien lo que somos muchos, hombres inseguros y ridículamente obsesionados con idioteces, y lo que son ellas, pacientes, resistentes, tolerantes.
No sé si es lo que quiso contar Proust en el quinto tomo de su megaobra o si es lo que intentaba mostrar Chantal, pero para mi fue angustiante, desesperante, uno y el otro. Pero sobre todo fue un golpe de realidad, algo tardío además.
Por lo demás, buena peli, con buenos personajes, y un placer mirar a esas jóvenes tan lindas, tan ligeras y sin asomo de frivolidad o tontería.

Si hay algo que sea realmente eficaz contra el insomnio son las pelis de Chantal Akerman. Cuando comienzan crees que tienen un ritmo lento. Pero a medida que avanzan, para tu desesperación, ves cómo todavía se va ralentizando más. El último plano de este film, un plano fijo en el que una barca en el mar con dos personas se acerca lentamente a cámara, dura unos 3-4 minutos. ¿Por qué hacían falta 3 minutos para mostrar que a nuestro protagonista lo han recogido del agua? Eso sólo Chantal Akerman lo sabe. El resto de los humanos no lo sabe, sólo lo sufre....Iba a poner esto en spoiler, pero ¿para qué?. No vais a llegar despiertos a ese plano.