Malacrianza

Don Cleo (Salvador Solís) es un señor mayor, vive solo, trabaja en una tienda de piñatas de un amigo suyo, apenas sobrevive, es un excombatiente de la guerra civil, tuvo una juventud algo desordenada, está dejando de tomar licor y tiene un problemático hijo con problemas de drogas. Un día recibe la visita de un joven que dice ser hijo de él, viene llegando de Estados Unidos y lo contactó mediante su madre para que le ayudará a conseguir un trabajo, pronto Cleo recibe una carta donde lo extorsionan por $500.

Con guion del propio Menéndez, Malacrianza toca temas recurrentes en la sociedad salvadoreña, la extorsión hacia personas inocentes que apenas pueden subsistir, es la historia de Don Cleo pero de muchos más. Le da una gran importancia a la funcionalidad de la religión como medio social, enunciando en diversos momentos la importancia de la biblia y lo que respecta a los iglesia evangélica. Así mismo, aborda cuestiones referentes a las migraciones de los locales hacia el norte buscando mejores oportunidades de vida.

Malacrianza se esmera en ser una obra de denuncia y drama social, aunque esto se pierde un tanto por la comicidad que se le añade a la propuesta, aún así, el protagonista logra resultar empático lo que es de agradecer, además la interpretación de Solís está muy bien hecha. Siendo de destacar que la mayoría del elenco no son actores profesionales, cosa que también se denota.

Lamentablemente para el film, éste se siente que quiere contar más de lo que realmente hace, en este sentido faltó una evolución más grande del entorno y el contexto de Cleo. A pesar de algunas buenas secuencias y tomas, si palidece mucho el trabajo del montaje, donde en ocasiones las transiciones entre tomas se sienten demasiado forzadas y falsas, faltó pulir un más esta labor.

Viernes 17 de junio, Cineteca Nacional 7:15 pm. La producción de Arturo Menéndez es el retrato del ambiente áspero que prevalece en muchas regiones de Centroamérica, en el cual la pobreza —junto con pegado con la mala fe—, propician una jungla de asfalto donde el más fuerte doblegará al más débil, y eventualmente los orillará al cambio inesperado de roles, donde el cotidiano sea lo más acreditado del filme.

Una película ambiciosa, pero extraviada entre la imparcialidad de su narración, la denuncia que pretende y aquéllos elementos que atenúan recurrentemente a lo largo del metraje, lo cual imposibilita una mejor conexión con el protagonista, los sucesos que le marcan, así como el desenlace repentino y fútil de la misma. Una cinta endeble, que adolece de verosimilitud y su ficción nos encajona en escenas donde la intuición es el sentido más llevadero en la solución de cuestiones.

Poco qué decir, no es un filme sorprendente, es el habitual de una región que comparte no sólo el idioma o el color de piel, sino costumbres y hábitos que para mal son parte de nuestro acontecer.

Hay dos cosas buenas en el filme, casi notables pero increíblemente desperdiciadas. La primera es el personaje central, llevado con aplomo y gracia por Salvador Solís, ese que en la película se llama Don Cleo y que podría vivir en cualquier rincón de nuestra latinoamerica, desde el inicio vemos lo atractivo y folclórico del personaje, lo segundo es que a nivel de crear giros argumentales el filme es bastante competente (de hecho nunca aburre la propuesta) pero estás dos bondades del filme se ven lastradas por una dirección algo dispersa de Meléndez que se esfuerza demasiado en dar planos diferentes más que poner la cámara y los recursos al servicio de la historia (hay algunos planos fijos y cámara en movimiento muy quedaditos), lo otro y tal vez lo que más lastima el filme es la forma de resolver los conflictos antes planteados, realmente es un problema de escritura y malas decisiones a la hora de resolver los nudos argumentales, y no hablo solo de algunas ejecuciones técnicas y carencias de la foto, si no conseguir retener la atención del espectador con lógica argumental y no con resoluciones torpes. Realmente da pena eso. Y es triste porque el filme comienza muy bien y tiene una línea central si bien nada original si muy entretenida y hasta válida para poner su denuncia con respecto la vida diaria de un país como El Salvador. En parte las carencias técnicas uno está anuente a perdonarlas pero de fondo es complicado interesarse en esas resoluciones tan llenas de pereza. En todo caso mucho mejor este que la otra película del mismo director, la infumable La Palabra de Pablo.

5.5 /10