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Elegía de Moscú

Documental Este documental de la serie Elegías está dedicado al director ruso Andrei Tarkovski. (FILMAFFINITY)
Críticas 3
Críticas ordenadas por utilidad
24 de diciembre de 2008
27 de 30 usuarios han encontrado esta crítica útil
En la filmografía de Sokurov podemos encontrar varias elegías (Elegía oriental, Elegía de Rusia, Elegía simple, etc), en sus propias palabras la Elegía es "como un responso, una canto para recordar a alguien que ha desaparecido, una celebración en honor de esa persona que ya no está con nosotros. En realidad, quizá todo el arte es elegíaco". Pero quizás la que nos ocupa sea la más importante para Sokurov y sobretodo la más emotiva.

Se trata de un documental acerca de su maestro y amigo Tarkovsky, pretendía ser un regalo por su 50 cumpleaños pero la censura sovietica la retraso y cuando inicio el proyecto Tarkovsky ya había muerto de cancer de pulmón.

Un documental donde nos muestra la vida de Tarkovsky desde su infancia, a su padre el poeta Arseni Tarkovski y a su madre que siempre jugo un papel importante en su vida y en su obra, nos cuenta su vida en el exilio y como recordaba siempre con "Nostalghia" a Rusia. Nos detalla sus movimientos, su forma de expresión, sus razomamientos y sesudas reflexiones. Tambien visitamos las casas por donde paso y asistimos al rodaje de "Sacrificio", en el rodaje el ya estaba enfermo pero todavia no lo sabía, un día visitó al médico por un dolor en el pecho y este le dijo "ponga sus asuntos en ordén". Tenía cancer de pulmón. Resulta triste que fuese tambien un cancer de pulmón quie acabó con el actor fetiche de Tarkovsky, Anatoly Solonitsyn. A quien tenia reservado el papel principal en Nostalghia y Sacrificio, pero la enfermedad no se lo permitió (un actor que me encanta por cierto). Y al final del documental lo más emotivo e inevitable, la muerte del genio. La misa se hizo en pleno centro de París (donde vivió sus últimos años) y con multitud de allegados, entre ellos el genio Rostropovich interpretando a Bach en honor de Tarkovsky.

Este documental es uno de los mejores homenajes posibles a Tarkovsky.
Tarko86
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10 de febrero de 2009
14 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
En el rodaje de “Sacrificio”, antes de serle detectada la enfermedad mortal, Tarkovsky aparece con su invariable expresión reconcentrada y algo remota. Mismo peinado, mismo bigote, misma mirada atenta. Cuando habla con el equipo sueco a través de una intérprete (“¡Una cosa más!”, dice a menudo, y parecía haber terminado), surgen en su rostro largas y marcadas arrugas, casi pliegues. En cuanto con la cara fruncida se pega al visor de la cámara para estudiar la escena, se comprende cómo ese gesto ha ido cincelando su fisonomía durante años de ver la vida (los objetos, la materia de la realidad visual) a través de una lente cinematográfica.
Es la postura habitual de un cineasta único y obstinado, a cuya figura de creador se aproxima Sokurov sin análisis ni psicologías, en tono grave y elegíaco semejante al del retratado, ensamblando libremente trozos de noticiarios, piezas documentales, fragmentos de películas y grabaciones televisivas, con evocador fondo de corales rusas y acordeón.

El narrador, una voz tenue, comenta pausadamente las imágenes, momentos sueltos de la vida de Tarkovsky que se alternan sin seguir hilo preciso ni orden cronológico: la muerte de la madre del pequeño Iván en el primer largometraje, la tumba de la madre del director en Moscú, los solemnes funerales de Breznev; la partida hacia Roma, cansado de las zancadillas de los estamentos oficiales y la inquina de los cineastas ‘palaciegos’, celosos de su talento; “Tempo di viaggio” junto a Tonino Guerra, mezclado con el color de fragmentos de “Nostalghia”, en especial la hipnótica secuencia de la vela en el balneario brumoso…
Estos últimos años, duros, en el exilio, reciben atención preferente, trenzados con ráfagas del pasado: la infancia aún con el padre (el poeta Arseni T.) en la casa familiar campestre, la de “El espejo”; los apartamentos de Moscú, uno con la madre, mientras estudiaba, otro con una esposa, una vivienda moderna y diáfana en la calle Mosfilm. Actor joven, dice bastantes frases en el guateque de intelectuales de “El puente de Ilyich” (1963), de Marlen Khutsiev.
Un video tosco registra los meses de trabajo en la isla de Gotland y en Estocolmo: imágenes de un hombre en su elemento, organizando la filmación desde los raíles del travelling, pendiente de una nube que vela la luz.
Otro video aún más pobre, pero impresionante, muestra cómo en el hospital parisino donde le trataban el cáncer dirige con parte de su equipo el montaje de “Sacrificio”. Ponga sus asuntos en orden, le había dicho el médico tras los primeros análisis.

Melancolía acentuada destilan las grabaciones de la TV francesa dando el fallecimiento en enero del 87; el lamento del violonchelo de Rostropovich sobre los paisajes nevados de la Madre Rusia, la recia casa de los antepasados en una aldea apartada…

Y, sin embargo, en París la tumba. Numerosos visitantes dejan sobre ella monedas acuñadas en Moscú.
Archilupo
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2 de diciembre de 2013
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
«La muerte no interrumpe nada, y sin embargo...» (1) cuanto daríamos algunos por poder ver la 8ª de Tarkovsky. En este caso la muerte fue el punto final para uno de los mejores conjuntos artísticos del siglo XX; sus siete largometrajes son parte esencial de la historia cinematográfica, su obra pone al cine definitivamente en el mismo plano que técnicas artísticas de mayor tradición histórica, un arte bello y terriblemente complejo; Tarkovsky lo pone de manifiesto, elimina los complejos del cine como arte y pone en valor a los cineastas posteriores y también a sus predecesores. Mi mirada hacia Dreyer, Bergman, Bresson, Tarr o el mismo Sokurov no hubiera sido la misma sin el bueno de Andrei, cambió mi perspectiva para siempre, me hizo mirar más lejos, me hizo ver en un río el cielo reflejado y el fondo arcilloso.

De la genialidad de un artista hablan sus obras. Pero Tarkovsky es ya otra cosa, es un mito, es un icono ruso en la sociedad de los iconos pop, es un Andrei Rublev. Esta «Elegía de Moscú» es una película mitificadora, Sokurov habla desde la admiración hacia el artista y la frustración hacia su país, un país que no reconoce a sus genios, un país enfermo terminal, un país que 10 años después de obligar al exilio al más ruso de los rusos es vendido a trozos a la oligarquía que domina Rusia desde la caída de la Unión Soviética; y es el mismo país que en 40 años pasa de un estado prácticamente feudal y sin desarrollar a enviar a una persona al espacio...Una elegía de Moscú en clave de Andrei Tarkovsky. Es aquí el tema central de la película, por eso tantas secuencias de Nostalghia, Sokurov quiere dejar bien claro que se trata de un exilio forzado, la primera película fuera de Rusia habla de Rusia, un país intraducible para los occidentales (no sé si puedo entender a Italia, pero desde luego no puedo entender a Rusia). Andrei está en Italia, mientras en Rusia se entierra Breznev, Andrei entra en el apartamento y cierra la ventana pero sigue mirando hacia fuera; desaparece el sonido de la telivisión rusa, Andrei ya no está en su país pero lo sigue buscando con la mirada. Es cautivador escucharle hablar, un tono siempre reflexivo, lento, muy lento, como sus planos secuencia, convertir sus pensamientos en palabras es tan cuidadoso como convertirlos en imágenes, sólo que da la sensación que la conversión a imágenes es más pura o natural para el, necesita codificar menos.

La felicidad no es «motto» de la condición humana, si así fuera el sacrificio no se justificaría, ¿qué sentido tendría entonces entregar lo más preciado? Tampoco tendría sentido esperar algo a cambio, el sacrificio no es una transacción ni justa ni injusta, es entrega absoluta a un ideal elevado (elevado por el mismo individuo que la ejecuta). Entrego a mi hijo a Dios. Entrego mi vida a la igualdad del ser humano. Entrego mi libertad a mi familia (A mi familia, no POR mi familia o POR LA FELICIDAD de mi familia). Entrego mi felicidad al arte. Por supuesto que hablamos de fe. Cada persona hace sus sacrificios, ¿los de Andrei?

«Ponga sus asuntos en orden», esto es lo que se encuentra Tarkovsky al enterarse de su enfermedad terminal, qué frialdad europea, la falta de pasión que está convirtiendo a los europeos en norteamericanos de segunda; «este hospital es una empresa que trabaja con la enfermedad y la muerte, tratamos nuestros asuntos con la máxima seriedad y diligencia, usted va a morir pronto, le recomendamos desde nuestra experiencia que deje solucionados sus papeles, y le recomendamos que empiece ahora, la burocracia es lenta y al ser usted extranjero y además ruso puede llevarle meses solucionar su testamento; le recomendamos también que termine su película con rapidez, puesto que los posibles beneficios serán de mucha ayuda a su viúda y huérfanos». Me gustaría hacer el ejercicio de la misma situación en Rusia. «Ponga sus asuntos en orden. Tiene poco tiempo para solucionar sus conflictos con la muerte, no me cabe duda que como buen ruso lleva años trabajándolos, pero debido a la prontitud del fallecimiento hay flecos que quizás no tenga resueltos, aquí tiene una pistola cargada, haga uso de ella si fuese necesario».

(1) Verso de «La casa encendida», Luis Rosales
odokm
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