El noviazgo del padre de Eddie

El espectro de la madre muerta permanece presente en todo el metraje de “El noviazgo del padre de Eddie”. En off, por supuesto. Es un rasgo de una comedia que esconde un caramelo envenenado: Glen Ford, Tom Corbett en la película, mira el televisor y ve a Clark Gable besando a Grace Kelly en la orilla de un rió. Se trata de “Mogambo” y las lágrimas acechan en los ojos de Ford. Su hijo, protagonista indiscutible como sombra de su madre, abre la puerta tembloroso y asustado, frió y completamente ‘zombificado’.
Posiblemente la elección que realiza Vincente Minnelli como representación del drama interior de Ford sea más difícil que la elección de Gable: no sólo se trata de una ‘sustituta’ sino de cerrar definitivamente una etapa anterior que sigue presente y viva en forma de hijo.

Pocas veces el cine se define a di mismo en un ejercicio de brutalidad lírica a través de lo trivial y cotidiano. La muerte acecha hasta en una pecera, una de las múltiples referencias su madre. Los secretos de padre-hijo no existen cuando la madre muerta sigue presente. ¿Podría rehacer su vida un viudo observado por ojos de su difunta esposa en el rostro de su hijo?
Las elecciones son meras afinidades cuando la reencarnación emerge de las sombras para señalarnos con el dedo. Y es que aunque “El noviazgo del padre de Eddie” esté engalanada como una competente comedia esconde, en lo sutil , un regalo que merece ser abierto como cada cumpleaños.

El tránsito del drama a la comedia significa un recorrido amable que V. Minnelli plantea con suavidad, desarrolla con buen gusto y culmina con la habilidad propia de quien conoce lo que se trae entre manos.
Cuenta con el aval de un argumento sólido, capaz de generar interés por sí mismo y de garantizar la aceptación del público.

Película familiar que firma sus créditos como divertida, tierna y picante.
El problema surge cuando el guión se decanta en exceso hacia la vertiente del melodrama y alarga innecesariamente la duración de la historia.
Y eso que la interpretación de los protagonistas resulta convincente y muy profesional.

"Eddie, un niño de seis años, está harto de que su padre siga viudo y sin compromiso. Decidido a solucionar el problema, prepara citas para su padre y supervisa la selección de la posible candidata", dicen aquí en Filmaffinity. No estoy de acuerdo. La madre del chico ha muerto recientemente. No tuvo tiempo de estar harto. Tampoco supervisa, sólo expresa su preferencia por una de las dos posibles candidatas de su padre...
Es una película que quizá se comercializó mejor anunciándose como comedia pero está lejos de serlo y creo, eso atentó contra el resultado. Una definición clara hacia uno u otro género hubiera sido favorable. Esta dualidad tan recurrente en el cine puede ser que esté pensada para complacer a todos los gustos y quizá tener una mejor posibilidad de difusión, pero pensado como arte lo asimilo a un cuadro pictórico que da igual colgarlo en un dormitorio como en una cocina.
La película entretiene. Las actuaciones son muy convincentes. El guión, umm...Es extraño, por ejemplo, que vecinos que viven con puertas enfrentadas, separadas por el ancho de un corredor, que se conocen de años, se comporten y hagan comentarios que corresponderían a dos desconocidos. Y hay otras situaciones que podrían haberse obviado y el resultado hubiera sido el mismo.
He disfurtado con la estética de los años sesenta de la cultura norteamericana: ambientes amplios, decoración impecable, vestimenta elegante...