Faster, Pussycat! Kill! Kill!

-Sobre el director, Russ Meyer:

Este hombre es conocido sobretodo por un dato que yo calificaría de "handicap". Para explicarlo lo haré de una forma un tanto original. Así lo diría yo con una pinta de cerveza entre pecho y espalda:

"Russ Meyer nunca llegó a destetarse del todo".

Con dos:

"A Russ Meyer le gustan las tetas gordas".

Con tres:

"A Russ Meyer le gustan más las tetas gordas que a un tonto un... ¡le gustan más que a mí!".

Con cuatro:

Levantaría mi vaso y diría: "¡¡Por Russ Meyer!!". Como seguramente sólo yo entre mis amigos lo conocería volvería a levantar el vaso en un intento de evadir las acusaciones de freak y diría: "¡¡Por las tetas gordas!!".

Con cinco:

No tengo constancia de documento memorístico propio (o impropio) con cinco pintas en el cuerpo así que o bien no recuerdo nada llegado a ese punto o bien no se hablar. Me inclino por la segunda posibilidad.

-De la película:

Pues es una lección de estilo que no tiene nada que envidiar (ni en cuanto a planos, montaje, caracterización, vestuario, banda sonora...) a todo un hito en la historia del cine como es "Blow-up" con la diferencia de que en ésta no tendremos que aguantar al gilipollas que tiene por protagonista el film de Antonioni.

La historia no es ninguna maravilla y quizás peca de simplona en algunos momentos. Seguramente muchos la resumirían en una palabra, “tetas”, pero nada más lejos de la realidad, sólo habría que poner un guión algo más enrevesado, algún personaje más complejo, una reducción de pecho y tendría todo lo necesario para parecer de Tarantino (de hecho creo que este director le gusta bastante).

A pesar de todo no cae para nada en el chiste fácil que cabría esperar de la típica película americana de estas características; es más, en un momento dado comen pollo frito y en lugar de dar a elegir “pechuga o muslo” con una pícara sonrisa en la cara, ofrecen “alita o muslo” y sin ninguna segunda intención; vamos, que la chorrada obvia está desterrada del guión.

Y como gracias a dios las tetas nunca vienen solas también tenemos una buena (pequeña en comparación) dosis de piernas y culos (yo diría caderas, porque esos pantalones sesenteros de talle alto al culo no le favorecen nada) y por supuesto, y éste es el auténtico leitmotiv del film, tenemos la correspondiente dosis de violencia a cargo de las tres tipas duras protagonistas que son una especie de busca-problemas bastante malotas a las que les gusta pisar el acelerador a fondo, pegar a los chicos buenos y bailar a ritmo de pop. Vamos, que ni soñadas.

Se trata esta de una singular película que prometía al inicio con esa voz en off que te dice “bienvenido a la violencia” y esas carreras por el desierto con glamurosos deportivos sesenteros, pero se queda en agua de borrajas al llegar a la mitad, cuando parece que toda la acción del comienzo se torna en sinsentido tedio y absurdos diálogos con los tres paletos de la granja llegando un momento que no sabes si se los quieren cargar o se los quieren pasar por la piedra, o las dos cosas a la vez.
Esta obra está protagonizada por tres neumáticas mujeres de armas tomar de las cuales solo salvaría a la rubia y a la pobre novia secuestrada de lo grotesco por lo exagerado de las curvas y cinturas de avispa de sus otras dos compañeras de reparto.
Con respecto a la susodicha violencia y polémica de la que todo el mundo habla, me atrevería a decir que esta película no tiene mucha más violencia de la que te puedas encontrar en un episodio del Equipo A, pero no todo van a ser malas palabras, la obra tiene una estética muy atractiva que para la época fue todo un meneo a la industria cinematográfica y que ha sentado escuela en muchos otros directores amantes de la cultura chicle pop basura como Tarantino, y que conste que no lo digo de manera despectiva ni mucho menos.
Recomendable como curiosidad cinéfila.

Las caderas de una, las espaldas de otra, los movimientos de la de más allá y la candidez de la última... He empezado aludiendo a ciertos rasgos de las cuatro mujeres que protagonizan esta irregular película de Russ Meyer sin mencionar sus pechos, cuestión básica que más que mostrar insinúan a través de sus escotes o de camisetas apretadas. No creo que sea bueno para ninguna película señalar a los pechos de las mujeres que aparecen como lo más destacable, algo que resulta ser en "Faster, Pussycat! Kill! Kill!" totalmente fundamental. De otra manera no habría alcanzado la fama que alcanzó en su día y no habría llegado al S.XXI con la consideración de "película de culto". Me parece excesivo etiquetar a esta película como de culto, más que eso, incomprensible. Sé que ahora diré algo fuera de lugar, pero ahí va: ni si quiera vemos un pezón!! Menudo raquitismo!! Hay un momento de los muchos ilógicos que contiene la historia, en el que se van a dar una ducha en un desierto -he pensado, por fin se desnudarán...- y ni así. No es que sea importante para mí que se les vean las carnes a las protagonistas tal cual vinieron a este mundo, pero es un dato curiosísimo que de la explotación de la imagen de esas mujeres no haya ni un fotograma de desnudo mínimo.

La película no hay por dónde pillarla, es un despropósito tras otro con la excusa del erotismo siempre presente, con coches deportivos y seres humanos con muy poco cerebro. Mola ver a una mujer pegarle dos palizas a dos hombres diferentes, mola el polvo del desierto y la rareza real de la película, porque si llega a nuestros días y algunos nos lanzamos a verla es porque existimos los cinéfilos a los que nos gusta ver de todo. Eso sí, una vez vista, puedo asegurar que se hace aburridísima en muchos momentos y que las incoherencias la hacen bastante ridícula a menudo. No la puedo recomendar, es muy prescindible.

Esta película me ha gustado bastante. Todo un exponente del sexplotation, donde Russ Meyer nos presenta a tres mujeres lideradas por una tal Varla (interpretada por Tura Satana), donde las grandes delanteras ajustadas de sus protagonistas (difíciles de olvidar -por cierto-) se imponen al buen criterio de cualquier hombre. Mujeres peleonas, frías, irritantes, ambiciosas, que se ríen de los hombres y los humillan para explotarlos. Nunca antes una femme fatale (Varla) me había causado tanta sensación de impotencia. Como se dice en el propio guión "demasiada mujer para un solo hombre".

La idea de presentar a una mujer fría y frívola con el sexo masculino no se reduce a los grandes pechos de sus protagonistas (que más que pechos parecen puños de boxeo), sino que también se destapa a través de una historia de venganza con el sexo femenino por parte del padre y dueño del rancho donde acontece la segunda mitad del filme. Ideas que sugieren el enorme poder que puede llegar a tener una mujer sobre un hombre.

Destacable es también la sensación de locura y claustrofobia de Linda (Susan Bernard), en su papel de jovencita raptada, donde es incapaz de conseguir que alguien le haga caso, rodeada de completos paranoicos.

El carácter ácido de la cinta, en forma de violencia, strippers, coches, comentarios vulgares y erotismo agresivo rompe claramente con la imagen tradicional del buen ciudadano americano, todo ello presentado mediante una excelente fotografía en blanco en negro, que contribuye a crear un ambiente muy cercano al cine negro.

Película de culto y referente para otros directores. Es de obligado visionado para los amantes de Tarantino.

Russ Meyer es Dios. Sus películas son odas a la violencia, protagonizadas por mujeres de la talla 120. La violencia podría llamarse de género, pero en este caso a la inversa. Son las mujeres las que siembran el caos y la destrucción a su paso. En una época en la que no existía el cine de violencia y sexo explícito, Russ Meyer y Gordon Lewis son los pioneros y visionarios de este tipo cine. Una tensión sexual que desborda la pantalla, un sentido del humor muy especial y la violencia en todas sus manifestaciones son las señas de identidad de "Faster Pussycat Kill!Kill!".