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Corpus Christi

Drama Narra la historia de Daniel, de 20 años de edad, quien experimenta una transformación espiritual mientras vive en un Centro de Detención Juvenil. Quiere ser sacerdote, pero esto es imposible debido a sus antecedentes penales. Cuando es enviado a trabajar a un taller de carpintería en una pequeña localidad, a su llegada se hace pasar por sacerdote y se hace cargo accidentalmente de la parroquia local. La llegada del joven y carismático ... [+]
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Críticas 51
Críticas ordenadas por utilidad
25 de febrero de 2020
58 de 80 usuarios han encontrado esta crítica útil
Primero voy a empezar diciendo que Corpus Cristi es un filme que se sumerge en el viaje de un personaje que juega con lo que más le encanta a las personas discutir, opinar, proteger, imponer y es la religión; pero aclaremos que la cinta no lo hace en tono de burla ni nada por ese estilo, más bien lo plantea de una forma muy social y es con lo que uno como ser humano quiere creer.

Jan Komasa es un director polaco; que logra colocar su filme en las ligas mayores del cine, y lo hace con una cinta controversial, directa en su mensaje y sobre todo bien filmada; para comprender mejor la propuesta del director podemos mencionar que Polonia es un país que posee una cultura influyente en su historia, sus tradiciones y sobre todo sus corrientes ideológicas donde juega un papel importante en el desarrollo de la narración, y sobre todo el comportamiento de sus personajes.

El Filme plantea el cuestionamiento sobre nuestra forma de creer en la fe; pone en jaque la idea misma (sin faltar el respeto), colocando al personaje de Daniel a preguntarse sobre cómo es el amor de Dios y cómo lo sentimos nosotros. Me gusta esa idea ya que el personaje es un joven que sale del centro de detención juvenil donde el solo quiere ser sacerdote pero por su pasado no puede, y por caminos de "Dios" (digamos) se le presenta la oportunidad y la toma; ese detalle es clave para preguntarnos "si tuvieras la oportunidad de hacer lo que más quiere pese a no ser legal lo harías" y esa pregunta es la hace su director en el primer acto de la película, pero no se la hace al personaje sino a la audiencia.

Como mencioné anteriormente, el cine polaco suele tratar sus temas más sociales, por lo cual no es raro ver una cinta sobre temas de sacerdotes, de la iglesias y sobre de la fe; eso sí, siempre cuestionan lo que están viviendo en su propio territorio y lo hace muy directo nunca buscando hacerlo sutil.

Daniel llega a un pueblo donde está pasando por un hecho trágico que los ha dejado marcados y como cualquier pueblo polaco, la iglesia es el centro neurológico donde la vida de los pocos ciudadanos gira en su fe. Y como mencionó, el filme narra muy sutil las tradiciones y costumbres del pueblo polaco donde la religión es parte de la vida de ellos. Es algo transversal y la cinta lo deja muy claro.

Daniel, el protagonista, debido a algún chiste o apuesta del destino o quién sabe el porqué, gracias a una media mentira acaba siendo el cura de dicho pueblo. Donde todos juzgan, critican y opinan de todo. Daniel al llegar al pueblo y ser el nuevo sacerdote va a ir adentrándose en un conflicto muy fuerte y se dará cuenta que nadie quiere perdonar, pero luego son los primeros en acudir a misa y darse golpes de pecho. Pero su carisma, su compromiso con Dios o mejor dicho con su fe, irá caminando entre ese gentío, buscando la manera de arreglar las cosas. Pero el filme no lo hace de forma cliché o normal, lo va haciendo de una manera ágil, divertida, cínica. Con diálogos finos y con un ritmo paulatino, para llegar a un resultado potente y agridulce, con un final abrupto tanto en la historia del pueblo (sutilmente profunda) como para Daniel (caótico y desatado) con un plano a la mirada de este que puede dar miedo.

Hay que reconocer la actuación Bartosz Bielenia que la palabra es fantástica, nos logra envolver desde el minuto uno, y nos logra convencer que puede ser un sacerdote.

Uno de los mejores filmes del año.
Dionar Hidalgo
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16 de febrero de 2020
39 de 46 usuarios han encontrado esta crítica útil
El cine polaco continua en racha. Un país con una basta tradición cinematográfica y cultural que en los últimos años está logrando colocar fuera de sus fronteras películas de gran factura técnica que no descuidan el contenido que hay en ellas. Todo lo contrario, gracias al cine contemporáneo polaco que nos llega podemos vislumbrar los claroscuros de ese país abandonado entre dos naciones imperialistas.

Este año la película que ha logrado colarse en los Oscars 2020, habiendo ganado el Festival de Gdynia, el galardón más importante del país, fue Corpus Christi, de Jan Komasa. Polonia es, junto con Irlanda el país más creyente de Europa. No es raro ver un par de películas cada año sobre curas, la iglesia y la fe.  Aunque los polacos no son tontos, por el contrario, son un pueblo bastante inteligente, siempre cuestionan lo que les viene dado. Sólo hay que ver Kler (2018), de Wojciech Smarzowski, siempre tan punzante y demoledor. No por ello empezó en Gdansk el derrumbe de la URSS. De manos de trabajadores del astillero bastante creyentes en Dios. He ahí la fuerza de la iglesia en Polonia. Dios bajó a la Tierra y puso un poco de orden, al menos por una vez.

Corpus Christi cuenta la historia de un adolescente que sale de un internado. Quiere ser cura pero por sus antecedentes nadie le va a dejar. Él quiere trabajar perdonando almas castigadas pero nadie le va a perdonar a él. Acepta el destino y va a trabajar a un aserradero en un pueblecito perdido del país. Como cualquier pueblo polaco, la iglesia es el centro neurálgico donde la vida de los pocos ciudadanos gira. Hay que vivir en Polonia e ir a misa, aún no siendo creyente, para admirar lo abarrotadas que están las iglesias con gente de todas las edades. Es algo trasversal.

Daniel, el protagonista, debido a algún chiste o apuesta del destino con no se sabe quién, gracias a una media mentira acaba siendo el cura del pueblo. La vida interna de esos pueblos es una vida cerrada. Donde todos juzgan todo. La mayoría, que puede estar formada por pocas personas, se impone a una minoría. Daniel va a ir adentrandose en un conflicto donde nadie quiere perdonar, pero luego son los primeros en acudir a misa.

Cabe recordar que Daniel ni es cura, ni puede serlo. Esto logra evocar a novelas rusas donde un farsante logra medrar en un círculo que no le pertenece.

Jon Komasa también tiene la muy interesante La sala de los suicidas (2011) dónde cuenta la adicción a juegos de internet de un chico con tendencias suicidas.

https://serycine.wordpress.com/
JGC
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28 de junio de 2020
33 de 44 usuarios han encontrado esta crítica útil
*En busca de su propio camino hacia Dios

Corpus Christi nos muestra el despertar espiritual del padre Daniel y el Vía Crucis por el que tiene que pasar para redimirse de sus pecados. Al comienzo, vemos cómo Daniel, tras dejar el reformatorio en el que ha estado enclaustrado durante tanto tiempo, ansía encontrar su propio camino en la vida. El protagonista cree haber encontrado en la fe un propósito que le haga convertirse en un hombre libre. Por esta razón, nada más salir del reformatorio, expresa su deseo de hacerse sacerdote con el fin de servir de alguna manera a Dios, pero se le niega dicha oportunidad. Tras un malentendido, el personaje de Daniel consigue cumplir su sueño de convertirse en sacerdote, al ser confundido por el cura de un pequeño poblado. El protagonista mantiene esta farsa, ya que de la otra forma, sería considerado una escoria por la sociedad.

Uno de los aspectos más interesantes de la película, es el viaje espiritual que emprende el protagonista a través de su fe. Al convertirse en clérigo, Daniel se ve abrumado ante tanta responsabilidad que es depositada en él. Él carece de toda experiencia y conocimientos teológicos, por lo que decide aferrarse simple y llanamente a su amor hacia Dios. Daniel no sigue los procedimientos convencionales que rige la iglesia católica, sino que se basa en su propia manera de concebir la fe, libre de todo dogma. A través de la fe de nuestro protagonista, alcanzamos a comprender que no hay un único camino hacia Dios, sino que cada uno de nosotros debemos encontrar nuestra manera para conectar con nuestra parte espiritual. La película rompe con todo dogmatismo tan arraigado dentro de la iglesia católica, que en gran parte se fundamenta en el miedo que infunde en sus fieles.

*Mucho público, pocos creyentes

Corpus Christi también indaga en las contradicciones que existen en la fe católica. La mayoría de los creyentes que asisten cada domingo a la misa de esta parroquia, lo hacen por guardar una apariencia ante los demás, o porque se ha vuelto un hábito con el que hay que cumplir. Estas contradicciones tan palpables en el catolicismo actual, se ponen en la palestra, dejando una profunda reflexión para el espectador de, si realmente predicamos con lo que decimos ser como individuos, o no.

El perdón es un factor clave a lo largo de toda la cinta, que se nos presenta como el único camino hacia la redención humana. La mayoría de los fieles que aparecen son incapaces de perdonar un trágico suceso que tuvo lugar en el poblado. Es como si la película lanzara una pregunta al aire, de hasta dónde seríamos capaces de llegar por nuestras convicciones religiosas. La película pretende ser incómoda en todo momento, porque habla con total honestidad de un tema muy delicado, como es la fe de cada uno. Si alguien se considera creyente, y sigue los pasos que supuestamente nos llevan hacia Dios, ¿seríamos capaces de perdonar, sin importar el grado de daño que una persona nos haga? ¿Seríamos capaces de perdonar a alguien que ha asesinado a un ser querido?

En un momento de la película, el personaje de Daniel está llevando a cabo una eucaristía, en donde dice unas bellas palabras acerca del perdón. En esa escena, sostiene que no hay forma mayor de amar al prójimo, que la que surge a través del perdón. Por su pasado, él es muy consciente de que odiar, es algo que resulta fácil para cualquiera, pero perdonar, pese a que tu corazón esté hecho trizas, es la máxima expresión de amor que puede existir, según el protagonista.

*Con Simón de Cirene hice un tour por Polonia

Otro aspecto interesante de Corpus Christi, tiene que ver con el sacrificio personal que tiene que aceptar el personaje para desprenderse de su cruz vital. Daniel no es un protagonista que se nos presente como un hombre modélico. Desde el principio de la película, vemos como puede verse fácilmente arrastrado por sus adicciones, por sus impulsos violentos o por las mentiras que sostiene. Esta naturaleza del protagonista hace que no sepas en ningún momento cómo va a reaccionar ante las dificultades a las que se puede ver sometido.

Aún mostrándonos esta parte sombría de él, vemos un desarrollo en el personaje. Esto se nos manifiesta mediante el precio que tiene que pagar por sus pecados. El personaje debe de desprenderse de toda apariencia que le ha mantenido erguido hasta ese entonces, para de esa forma encontrar la paz y salvación que tanto busca. Es un Vía Crucis cinematográfico, en el que vemos a un hombre haciendo frente a los errores que ha cometido a lo largo de su vida.

*Conclusión

Corpus Christi es una cinta que reflexiona sobre diferentes cuestiones de la fe de una manera que nunca se ha visto anteriormente en el cine. La película destaca por su protagonista principal, pero el resto del reparto también hace un trabajo inmenso. Es una película que recuerda, por el fondo argumental que subyace, a películas como el «El manantial de la doncella», de Bergman. El mensaje que subyace es el mismo, solo que en vez de ambientarse en la Suecia del siglo XIV, está ambientada en la Polonia actual. Sin duda, es una película que merece la pena ver, que no solo te resultará absorbente por su trama, sino que también te hará pensar. La película trata cuestiones que nos conciernen a todos por igual, seamos creyentes o no.

Escrito por Daniel Jiménez
Cinemagavia
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28 de febrero de 2020
26 de 31 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay lugares en la Europa de nuestro tiempo dónde la iglesia católica no es una confesión más. Forma parte de cierto mito fundacional de la nación. Una institución asentada en la propia burocracia estatal, cuya influencia y rayo de acción no conoce barreras. Ubicua en la esfera pública y en el ámbito de lo privado, es difícil discernir dónde empieza uno y acaba el otro. La República de Irlanda tras su independencia del Reino Unido y España durante el franquismo fueron ejemplos de ello. Ahora le toca el turno a los países del este (el pasado soviético aún se siente demasiado cercano). En uno de ellos, Polonia, se sitúa la historia de la magnífica ‘Corpus Christi’. Dirigida por Jan Komasa, fue candidata al Oscar como mejor film internacional.

La cinta arranca en un reformatorio, si no regentado, por lo menos con notoria presencia sacerdotal. Se siente su autoridad. Daniel (Bartosz Bielenia) es un interno que va a salir en semilibertad. Su deseo es entrar en el seminario. Anhelo cortado en seco por un cura que le espeta: “ya te he dicho que nunca aceptarán a un exconvicto como tú”. Lapidaria frase que muestra la distancia sideral existente entre la prédica y lo fáctico. Ahí radica el nudo gordiano de la película, que Komasa moldea con maneras fascinantes.

El destino de este veinteañero se dirige pues hacia un aserradero asentado en una zona rural. Allí las circunstancias, o la providencia, le brindan la posibilidad de hacerse pasar por sacerdote. Komasa esboza un engaño que no apela a lo material, está sujeto a lo emocional. A las ganas de este joven de sentirse tolerado, querido. Huyendo de un pasado conflictivo, busca encontrarse consigo mismo en un entorno dónde el alzacuellos aporta un plus de respetabilidad.

‘Corpus Christi’ narra con valentía y sutileza como un impostor va socavando el orden de cosas establecido. Rompe cadenas y ataduras que amenazan la convivencia en un pequeño pueblo conmocionado por la tragedia. Y lo que resulta más llamativo es que tampoco hace nada del otro mundo para conseguirlo: escuchar, reflexionar, poner algo de sentido común y trato humano, despojándose de recelos.

El protagonista encontrará resistencias. Actitudes reacias a un proceder que entienden ajeno. Y la mayoría de habitantes, con su alcalde a la cabeza, intentaran que el nuevo párroco vuelva al redil, al consenso imperante del que su antecesor hacía gala. Pareciera pues que la masa no busca un pastor que les guíe espiritualmente, más bien desean uno que venga a dar legitimidad a sus propias creencias, apuntalando comportamientos basados en el prejuicio.

Komasa hace una crítica muy dura hacia determinado tipo de clero. Lo muestra rancio, caduco, inflexible. Se apoya en un descomunal Bartosz Bielena. Soberbio durante todo el metraje, aporta crédito a un personaje complejo, de múltiples aristas. Dejando un mensaje agridulce, ‘Corpus Christi’ zarandea ese poder en la sombra que, poco dado al cambio, complica la existencia de muchos.

Escrito por Juan Pablo Martínez Corchano para https://rockandfilms.es
Juan Pablo
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27 de febrero de 2020
23 de 31 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Acaso San Pedro no fue un traidor y un cobarde antes de ser proclamado santo? ¿Acaso San Pablo no hostigó a los cristianos antes de ofrendar su vida por expandir la palabra de Jesús? ¿Acaso San Agustín no fue un gran pecador antes de ser ejemplo de recta conducta y Padre de la Iglesia? Del pecado, a veces, nace la virtud que nos guía por esta senda enrevesada que es la vida. El protagonista de esta magnífica película polaca no quiere ser beatificado, ni santificado (está en las antípodas de la burocratización religiosa), él solo quiere sentir que su vida no es un tiro al aire y que el Pastor anda en su búsqueda. Es el dolor, el pecado, la reconciliación y el amor que no cesa de latir, aunque nos empeñemos en desterrarlo. Un pueblo polaco nos muestra que, al contrario de lo que decía Sartre, el Infierno somos nosotros, y que el Cielo es reconocernos pecadores como Dimas en la cruz.
Dómine Cabra
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