Su mejor alumno

Homero Manzi y Ulises Petit de Murat, los guionistas comenten un error imperdonable, centrar la historia o darle tanta importancia a Dominguito, como la que se le da a Sarmiento, en vez de centrarse en su vida desperdician la mitad de la historia en centrarse en las aventuras tontas y el romance cursi de su hijo.
Es increíble como todo lo que vivió antes de la caída de Rosas, su infancia, su exilio y su vida en Chile lo sintetizan en 3 minutos, por no hablar de las batallas en las que participó, o de su presidencia algo de lo que ni siquiera tocan directamente, el tipo dejó cientos de libros, fue un escritor prolífico y el tema sobre el que más escribió fue precisamente su propia vida.
No entiendo por qué enfocarse en su hijo, y creo que es una falla enorme que una de las pocas películas épicas de nuestro cine nacional, y un clásico, no se centrara en quien debía y le diera un retrato digno de uno de los próceres más fascinantes y polémicos de la historia argentina.
En lo demás está bien, las veces que aparece Sarmiento padre lo muestra como el hombre brillante, enérgico, vital, furibundo, y camorrero que era. La caracterización de Enrique Muiño es excelente, realmente se ve igual que el Sarmiento de los retratos, y su interpretación le da el tono perfecto del carácter que conocemos de Sarmiento a través de sus escritos.
Una super producción como pocas se han hecho en el país, y que ayudaron a seguir forjado la identidad nacional, que las nuevas generaciones de aquellos años, hijas y nietas de inmigrantes conocieran a los próceres argentinos.