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Pacto de fuga

Thriller. Acción Trata de la fuga carcelaria de medio centenar de reos de la Cárcel Pública de Santiago, planeada y perpetrada por 24 presos que cavaron un túnel de más de 80 metros de largo, escondiendo 55 toneladas de tierra dentro del penal, lo que les tomó más de un año de construcción, utilizando sólo un destornillador. Ni los presos comunes de las celdas cercanas, ni los gendarmes que los vigilaban a diario descubrieron el plan que llevaría a 49 ... [+]
Críticas 3
Críticas ordenadas por utilidad
12 de marzo de 2020
7 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película circunscrita al género de las fugas carcelarias, destinada al consumo del espectador que busca entretención de su visionado. Lejos del espesor dramático de cintas como Fuga de Alcatraz (Don Siegel), Papillon (Franklin Schaffner), Sueños de Fuga (Frank Darabont), El Gran Escape (John Sturges) y Expreso de Medianoche (Alan Parker), la chilena Pacto de Fuga toma prestado el cascarón de este tipo de películas (planificación, estrategia para reducir escombros y un póster de chica desnuda para despistar a los gendarmes). En la anécdota es demasiado similar a Sueños de Fuga (1994), aunque su reconstitución de época sea sobresaliente, situándose a la altura de producción que se espera de este género.

La tensión por ser descubiertos está bien lograda y la claustrofobia permea mucha de las escenas que básicamente transcurren al interior de una celda de presos políticos de la dictadura de Pinochet. Hay espacios de la ex Cárcel Pública de Santiago reconstruidos fielmente y vemos presos confinados en una sección especial del penal, en cuyos tejados recibían las visitas de sus familiares. Los personajes principales pertenecen a las filas del Frente Patriótico Manuel Rodríguez (FPMR) y la cinta insinúa su participación en el atentado al general Pinochet y en el desembarco de armas en Carrizal bajo, ambas operaciones fallidas que determinarán la permanencia de los reclusos en el mencionado recinto carcelario. León Vargas (el ingeniero) liderará la operación, no tiene nada que perder, su esposa e hija fueron asesinadas por los militares, vistazos recurrentes a su fotografía recuerdan el dolor. La cinta hace hincapié en los ideales de estos reclusos y en la pérdida que debieron afrontar para oponerse a una de las dictaduras más crueles del continente (se refiere a muertes de familiares o al rompimiento de lazos conyugales).

El 29 de enero de 1990 se produjo la mayor fuga de la historia carcelaria de Chile: 49 presos políticos vieron la luz, cuarenta días antes de que asumiera Patricio Aylwin a la presidencia de la República, luego de haber triunfado en las elecciones posteriores al Plebiscito de 1988, donde la opción por el NO (a la continuación de la dictadura) allanara el camino al retorno de la democracia.

Esta película chilena se enfoca en el suspenso y resta épica a los personajes. Si bien hay guiños al FPMR, no hay imágenes que permitan diferenciarlos de los presos comunes. El guion es unidireccional: no muestra escenas paralelas que caractericen a los reclusos como miembros de la lucha armada contra la dictadura. Nada de imágenes reveladoras, salvo breves explicaciones sólo entendibles para los chilenos y que hacen muy difícil la lectura para un espectador extranjero.

La banda sonora incluye algunas canciones de la época (Los Prisioneros, Aparato Raro), pero es la versión moderna de “Libertad” de Ana Tijoux, la canción elegida para hacer una suerte de video clip de imágenes yuxtapuestas que dan cuenta del conflicto interno de los personajes. Es bien extraña esta última elección de montaje que emparenta más con el mundo de la música, dejando de lado las elipsis más propias del lenguaje cinematográfico.

Hay otras escenas, por el contrario, hermosas y metafóricas como una vista general al túnel con los presos avanzando hacia su libertad, o la escena de Rafael Jiménez (el otro protagonista) quedándose a bordo de una micro, sentado en el último asiento y con todo el porvenir por delante, sabiendo que acaba de escapar de una condena de muerte.

Hace mención del CODEPU (Comité de los Derechos del Pueblo), organismo gestado en 1980 y presidido por Fabiola Letelier, que defendió a militantes partidarios de la lucha armada, como apoyo fundamental a los presos políticos, pero insisto, sólo está insinuado en una película más enfocada en la acción trepidante. Mejor es el trabajo sobre personajes como los gendarmes, el alcaide y sobre todo el fiscal Andrade, exhibiendo este último la mejor muestra de brutalidad y excesos que caracterizaron a la dictadura de Pinochet.
Anibal Ricci
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1 de septiembre de 2020
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Así reza uno de los versos de ‘Libertad’, canción especialmente compuesta por la rapera Ana Tijoux para Pacto de Fuga (2020), película chilena de David Albala que cuenta una fuga masiva de presos políticos de la cárcel pública de Santiago ocurrida en 1990. ¿Se trata de un film que busca también decir algo sobre el presente?

Por Nicolás Bianchi

Pacto de Fuga da por sabidas algunas cuestiones que para los que no son chilenos vale la pena refrescar. El dictador Augusto Pinochet encabezó la dictadura militar que gobernó el país trasandino entre 1973 y 1990. A comienzos de los 80, un grupo de jóvenes revolucionarios formó el Frente Patriótico Manuel Rodríguez, organización cuyo principal objetivo era terminar con el gobierno de facto. Luego de un fallido atentado contra Pinochet varios de sus miembros fueron apresados.

La película cuenta la historia de la fuga masiva de presos que encabezaron los militantes del FPMR en 1990, pero que comenzaron a planear y ejecutar con dos años de antelación. Una de las críticas que recibió la película en Argentina, publicada en el diario Página 12, sostiene que el film “no quiere ni puede ser una película política”. Si bien Pacto de Fuga puede ser considerada como un thriller carcelario, la historia en la que se basa y el momento en que es producida provocan que indefectiblemente esté atravesada por la política.

Sin ir más lejos la exhibición del film en Chile se postergó durante varios meses por el estallido social que el año pasado llevó a la organización de un referéndum constitucional, luego postergado por la pandemia. Eso indica la particularidad del momento, aunque es algo que sucedió, seguramente, con todo tipo de películas. La cuestión radica en los mensajes que circulan por la película en un momento así.

Los guerrilleros presos, encabezados por los personajes que interpretan con solidez Benjamín Vicuña y Roberto Farías, son los héroes del relato. Están, junto con sus compañeros, a merced de un grupo de guarda cárceles y funcionarios que están pintados como miembros de una patota fascista y torturadora. Es cierto que los militantes de izquierda se presentan bastante ‘lavados’, ya que más allá de algunas afectaciones para hablar jamás discuten ni exponen sus ideas, sino que todo se vuelca a la organización y concreción de la fuga.

Desde la banda de sonido, además de Tijoux, suenan Los prisioneros con ‘El baile de los que sobran’ y también se puede escuchar a Víctor Jara, mientras se muestra el trabajo silencioso, coordinado y meticuloso de los presos. Mientras afuera los chilenos, en el plebiscito de 1988, votan para que el oscuro reinado de Pinochet termine, adentro los presos condenados a muerte deben apurarse ante el temor de que la dictadura busque liquidarlos antes de dejar el poder.

Pacto de Fuga no puede considerarse como una película política en tanto no exhibe una idea de cómo debería ser el mundo social de los hombres sino que se vuelca a la acción. Pero sí tiene, y está atravesada, por componentes políticos al tratarse de una historia real, al delinear a sus personajes (por más que se haya optado por no tomar los nombres ni los perfiles verdaderos de los militantes) y al mostrar que unidos los que buscan un objetivo a veces triunfan. Quizás en estos tiempos tan particulares las películas que no parecen hablar de política, queriéndolo o no, lo estén haciendo.
El Golo Cine
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3 de junio de 2022
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película chilena “Pacto de Fuga” puede enfocarse desde dos perspectivas:
1) Enfoque político-ideológico.
2) Enfoque puramente cinematográfico.

Aunque entrega un claro contexto histórico-político, no es una cinta política en sentido estricto. No hay elaborados discursos ideológicos ni debates entre los personajes acerca del modelo de país post-dictadura. A lo más, cruces de opinión y algunas recriminaciones por fracasos políticos previos.
No va por ese camino, sino por el de la entretención dentro del género carcelario. Y bien que así sea.
En ese sentido, la película de David Albala cumple con creces. El mismo director lo dijo: “Quiero una película de acción, suspenso, entretención”.

Contextualizaremos la época (magníficamente recreada) en que se sitúa la película, para su mejor comprensión, especialmente del espectador no chileno.
Se basa libremente en un hecho real, ocurrido en enero de 1990. La fuga de 49 presos políticos, varios de ellos esperando condenas a muerte o perpetua, de la Cárcel Pública de Santiago de Chile, en lo que constituye el mayor escape y de los más impactantes en la historia carcelaria del país.
El plan fue ejecutado por 24 prisioneros políticos que trabajaron con enorme esfuerzo y tesón, bajo condiciones agobiantes y expuestos a ser descubiertos en cualquier momento, durante año y medio de ardua labor. En el más completo hermetismo, construyeron un estrecho túnel de unos 60 metros de largo. ¿Cómo se llegó a la cifra final de 49 fugados? (spoiler).
Esta huida masiva causó un “terremoto político-institucional" en las semanas finales de la Dictadura de Augusto Pinochet.

La película es muy entretenida, buen pulso narrativo, ritmo y montaje rápido, está llena de detalles significativos y algunas imágenes metafóricas con cierto halo poético. Logra captar desde el inicio la atención del espectador y meterlo en la trama. Tiene lo habitual en cintas del género. Códigos de comunicación de los protagonistas, estrategias para no ser descubiertos, posters de mujeres semi-desnudas para cubrir espacios intervenidos, hurto de elementos necesarios, o adquisición de ellos mediante estratagemas, inspecciones-sorpresa, castigos de aislamiento, visitas de parientes, prácticas deportivas y recreativas dentro del recinto y hasta un soplón entre los reos políticos.
Todo con mucho suspenso y adrenalina, y por momentos, con un ritmo vertiginoso. Y no podía faltar el temblor, hay que ubicarse, estamos en un país sísmico y esos fenómenos telúricos son muy habituales. Y así ocurrió en la realidad.

No estamos acostumbrados a que se produzca en Chile un cine de este tipo, de espectáculo puro y duro, acción intensa, adecuada dosis de emoción y una tensión permanente. Poco o nada que envidiarle a productos similares del género. Albala se atrevió y lo consiguió, bien secundado por correctas interpretaciones, todos muy empapados de sus respectivos roles, tanto los protagonistas presidiarios, sus parejas y el apoyo externo, como gendarmes y autoridades del régimen.

¿La musicalización? Estupenda. Se ha criticado por ahí el formato de video clip de algunas escenas. Sí, pero ese recurso otorga dinámica y emoción. Y en ciertos momentos, también entrega una adecuada ralentización de las acciones, ante tanta rapidez de los hechos. Escuchamos temas musicales de Víctor Jara, Sol y Lluvia, Los Prisioneros, y otros, muy a tono con el ambiente y la simbología de la ultra izquierda. También destaca la canción central, de Ana Tijoux, especialmente compuesta para esta película.

¿Que tiene ciertas influencias de grandes películas del tema carcelario? Por supuesto y qué director no las tiene, con mayor razón si es su primera obra.
Algo de “El gran escape” (1963), muy poco de “Papillón” (1973), algo de “Fuga de Alcatraz” (1979), un poco de “Sueño de fuga” (o Cadena perpetua 1994). Algo también de “La evasión” (Le Trou, 1960). Incluso, en el cierre, con los escapados en la micro, se cruzan con un carro de la policía y bajan la cabeza, reminiscencia de “Expreso de medianoche” (1978) y su escena final.
Esta cinta bebe de varias fuentes.

¿Que es una película claustrofóbica como se ha dicho por ahí? No lo creo. El túnel, obviamente, produce dicho efecto psicológico y físico, pero como película en general, no es más claustrofóbica que varias otras del tema. Y mucho menos que "El hombre de Alcatraz" (el ornitólogo, con Burt Lancaster, 1962) o “La evasión”, esa inmensa cinta francesa de Jacques Becker, que transcurre en su totalidad en espacios interiores.
“Pacto de Fuga” muestra bastantes escenas en exteriores, las visitas, los patios, las pichangas de fútbol, pasillos con luz de día, imágenes de afuera, en iglesias, conversaciones de las redes de apoyo externo, etc.
No todo es el túnel.

¿Cuestionamientos? Cierto uso de cámara nerviosa, casi no hay pausa para la reflexión, el abuso de primeros planos, y, a veces, se entiende poco lo que dicen los personajes. Éstos no son presentados directamente en el comienzo, sólo aparecen en pantalla.

El director elige, tal vez acertadamente, no ocupar tiempo en prolegómenos y el plan de fuga comienza de inmediato. Más adelante empiezan a perfilarse mejor los protagonistas y se van comprendiendo sus problemáticas y conflictos personales. Y después de la noticia del triunfo del No en el Plebiscito, la acción se acelera y el suspenso se incrementa. Los personajes ya están mejor definidos a esas alturas del relato, vamos conociendo sus dramas familiares y también a personajes del exterior, fundamentales en el éxito del plan.
Dato para los no chilenos: Plebiscito de 1988 dio la victoria a la opción NO, a la continuidad de Pinochet en el poder y abrió la puerta a elecciones libres (en 1989).

En suma, interesante película del género, en código hollywoodense actual, que refresca el ambiente del cine chileno, poco o nada habituado a apuestas riesgosas como ésta,


Sigo en spoiler (por exceso de caracteres)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
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