En la cuerda floja

Todas las películas las veo desde mi sofá. Me gusta hacerlo de esa manera, independiente a la hora del día. En ocasiones veo cine de madrugada, o por la tarde si no trabajo, o por la mañana, si tengo libre. Siempre en el mismo lugar, y de la misma manera.

Cuando esta noche comencé a ver THE WALK, mi sofá dejé de sentirlo como un lugar seguro, la tensión se extendía desde las piernas temblorosas hasta finalizar en los "güevos". Era una angustiosa sensación como si yo mismo me fuese a caer al vacío desde la segura sala donde me encontraba. Pero debo aclarar, que eso no significa que la película me haya parecido magnífica. NO. Está bien, es moderadamente entretenida, pero nunca brillante, ni siquiera emocionante.
Joseph Gordon-Levitt, hace un buen papel, te lo crees, incluso puede que se pareciese al protagonista real de tan singular hazaña, pero eso solo son especulaciones. Quizá a la película le falte un poco de construcción, para que los personajes no nos parecieran fríos y carentes de emociones.
Aprobado justito.

UN 5

Nueva adaptación de la vida del funámbulo francés Philippe Petit, famoso por pasear entre las Torres Gemelas de Nueva York sobre un cable de acero y que tras el magnífico documental "Man on Wire" (James Marsh) esta vez nos llega como largometraje con Joseph Gordon-Levitt en el papel de Petit.
La película hace gala de un 3D soberbio, esta vez sí, que acompaña durante todo el metraje y que consigue que el espectador se meta de lleno en la película.
El resto del reparto no desentona destacando a un Ben Kingsley sublime en sus escasas escenas y una Charlotte Le Bon encantadora.
Una fotografía magnífica y una gran partitura de Alan Silvestri cierran una película muy entretenida, bien rodada y divertida. Muy recomendable.

El cine, como tantas veces he apuntado, al menos así lo entiendo yo, no sólo es arte y técnica, es emoción y sentimiento, a través de una hazaña heroica y asombrosa. “The walk” narra la proeza de un sueño que se convirtió en realidad, y lo hace de forma convincente. Como tantas veces el ser humano se ha planteado tantos otros retos, quizás más provechosos para la humanidad. Metas gloriosas que no obedecían al sentido común, más bien al sentido inconformista y aventurero, eso es desde siempre, lo grandioso del hombre a través de la Historia. Philipe Petit fue un joven entusiasta y arrogante, su carácter independiente y anarquista, hacía poco probable un empleo estable, pues se ganaba la vida artísticamente sorprendiendo a los turistas en las calles de París con sus juegos de magia y sus proezas funambulistas. Aventurero impulsivo que gozaba colocando su cable sobre preciosos paisajes (la catedral de Notre Dame), descubrió su gran sueño cuando leyó en una revista que estaban construyendo en Manhattan, las Torres Gemelas, entonces las más altas del mundo.

Cuenta la historia que el 7 de Agosto de 1974, el equilibrista francés, logró desafiando la legalidad caminar sobre un cable que conectaba las dos azoteas de los dos gigantes (Wolrd Trade Center) de Nueva York. Todo ello ya era relatado en el documental “Mano on Wire” de James Marsh en 2008. Lo que Robert Zemeckis y su guionista tuvieron muy en cuenta a la hora realizar el film, basado en el libro del propio Petit. El resultado es técnicamente brillante, artísticamente, no tanto, los personajes son algo planos, carece de un mayor espesor dramático. Aunque lo mejor del film es la forma y el ritmo endiablado en que nos narra las vicisitudes de Petit y su equipo en los preparativos e impedimentos para conseguir su proeza, partiendo de la premisa de que todos conocemos los hechos. El propio Petit (Joseph Gordon-Levitt) nos lo va explicando linealmente con la voz en “off” desde la mejor atalaya de la bahía de Nueva York, con las torres al fondo.

La grandiosidad de la gran pantalla nos muestra imágenes prodigiosas gracias a las nuevas tecnologías, aquí sí, al servicio del argumento y no de forma banal. La fuerza vital del ser humano para sentirse libre y satisfecho emocionalmente, dando sentido a una nueva vida y alabando ese espíritu de superación y lucha personal que forma parte del ideal norteamericano, recuerden desde donde Petit se dirige al espectador siempre. Una película emotiva que te atrapa, sin pedanterías académicas ceremoniosas, muy al contrario, de forma directa, consiguiendo la absoluta empatía del espectador. Resulta curioso, cómo la obsesión de Petit por vencer a las torres gemelas, símbolos de la cima del imperio financiero y el poder hegemónico del mundo, resultara igual de atractivas para el objetivo terrorista del 11 de Septiembre de 2001 que traumatizó al país. Precisamente derribando lo que las Torres Gemelas representaban. En cualquier caso, Zemeckis, en su homenaje directo, pide en cierta forma el fin de ese trauma

Leyendo la mayoría de las críticas profesionales y de los grandes medios uno comprende la razón de porqué demasiado a menudo existe tanta diferencia de criterio entre los "entendidos" y el público en general.

Asimismo, leyendo la mayoría de criticas positivas de los "no entendidos", entiendo todavía menos el motivo de tanta alabanza a este film. Quizás el errático sea yo...

Precisamente fue la suma de ambas críticas la que me convenció de acudir a la sala a visionar tan "espectacular" y "adrenalínica" película, como he leído en algún comentario.

El resultado de todo ello es un film plano, aburrido, previsible y en que lo único destacable, a mi modesto entender, son, eso sí, algunas escenas espectaculares (faltaría más) y, como no, unos planos impresionantes de la ciudad de Nueva York.

Por contra, no me convence la interpretación de Joseph Gordon-Levitt en el papel del famoso equilibrista Philippe Petit. Sin alma, sin pasión, causando indiferencia, no realiza su mejor papel.

Sinceramente, esperaba muchísimo más del último film de Robert Zemeckis, un director que siempre me ha cautivado.

Si a todo ello le sumamos, nunca mejor dicho, que visioné la película en 3D (totalmente prescindible), el resultado no puede ser otro que el de una película que no pasará a la historia como de las más atractivas del año y, por supuesto, tampoco quedará en mi baúl de los recuerdos.

Fresco y divertido film. No hay nada que desgranar si es para echar en cara reproches contra Zemeckis porque como todo el mundo, hará cosas regular, bien o mejor. En este caso: un excelente trabajo. Un excelente trabajo y de todo el equipo.

Y eso es así porque el mismo Philippe Petit nos pone en antecedentes ante la cámara, algo que puede descolocar de entrada pero gracias al tratamiento tan bien hecho del personaje, resulta un acierto, o al menos algo de lo más aceptable, natural, más o menos original y correcto en muy alta medida.

Fijémonos, para valorar la puesta en escena como merece, detalles de cómo desaparecen cuerdas a cada paso o lo atractivo y real que son sus actuaciones callejeras, cortas pero intensas. A blanco y negro marcando detalles a color, despixelando e incluyendo temas musicales puntales en la época. Un lujo.

Excelente también el tratamiento sobre el terreno preparando el golpe como de auténtico robo a un banco, un thriller muy interesante y vistoso, valorando también cómo el cineasta, en la primera parte, elude los típicos tintes dramáticos que se suelen hacer para contar un biopic con intención de reafirmar la verdad de lo que nos cuentan. Como digo al empiece de estas líneas: frescura y diversión.

Emocionante, interesante y no se puede pedir más. Cine sencillamente, aplicando pasión y perspectiva.