Memorias de un asesino

La crispación y la debilidad que puede llegar a aflorar en unos personajes que se hallan en situaciones extremas propiciadas por diversos factores, una atinada y nada cómoda crítica sobre la brutalidad policial y un acertadísimo retrato que gira entorno al comportamiento de nuestros protagonistas ante la competitividad son algunos de los engranajes que Bong Joon-ho pone en funcionamiento para dar a luz su segundo film, "Memories of murder" donde, partiendo de un ritmo fílmico prácticamente impecable, que en todo momento es manejado son enorme soltura, nos adentra en el crudo y desgarrado relato sobre dos agentes inmersos en un reguero de asesinatos con violación que les conducirán a más de una situación donde llevarán al límite sus relaciones con tal de resolver el misterio que gira entorno a susodichos asesinatos sin ser desmantelados ni puestos en evidencia.

Si bien el director pronto obvia la posibilidad de ofrecer falsas pistas al espectador, buscando así ofrecer un camino más directo, aunque no por ello más cómodo, si que añade ingredientes para ir desentrañando una trama que no busca sustentarse en trucos baratos ni efectismo burdo, sino en la recreación seria y compleja de los acontecimientos que se dieron durante aquellos momentos.
Sorprende bastante como cada intérprete sabe resolver del mejor modo posible su papeleta sin recurrir a melindres tan inadecuados como los de la sobreactuación haciendo, de este modo, que aun cobre todo más veracidad a los ojos del público.
Además, el cineasta coreano añade algunas nada desdeñables secuencias que ya vienen siendo propias de sus propuestas cargadas de un humor negro descacharrante y muy bien servido.
Para quienes busquen un resultado distinto y un buen contrapunto al trillado cine hollywoodiense.

Después de varios intentos de la "todo poderosa" Hollywood de realizar films en los que se intentaba reflejar con fidelidad todo lo que conlleva una investigación policial en torno a un asesino en serie, llegó un tal BONG Joon-Ho para realizarlo a la perfección.

Pues sí, este director coreano ha sido capaz de simplificar los hechos que se suceden en la comisaría de una ciudad pequeña en la que comienzan a ocurrir unos asesinatos. En ésta película no verás una intrincada red de pistas que el gran inspector "X" resuelve el caso, sino verás un grupo de policías que desbordados por lo hechos se aceleran para intentar encontrar pistas y sospechosos. No verás en el punto de mira delincuentes, drogadictos o exconvictos sino deficientes y personas "normales" que estaban en el lugar equivocado en el momento equivocado.No verás la típica escena del poli bueno y el poli malo que actuando a espaldas del jefe amenazan o le dan un par de tortas al detenido, sino una pareja de policías que ante la vista de sus jefes y terceros policías torturarán y golpearán a los posibles sospechosos. Muy crudo y realista.
No verás policías que se lo tomen en serio desde el primer asesinato, que no duermen y se obsesionan, sino agentes que continúan sus bromas y juergas tomándose el trabajo como lo que es: algo habitual en su vida. Tampoco creas que no les acabará afectando, son humanos y la sucesión de muertes y la incapacidad de resolver el caso serán las semillas de una frustración que hará muy intensa la parte final del film.


El actor que hace de último sospechoso que sale en la película es un ejemplo de perfección. No se podía escoger un actor mejor. Bella factura en la dirección, con un guión consistente, bien distribuido y un final tremendo. A más de uno se le caerá algún bastión moral, creed me que te hace pensar.

PALABRA CLAVE: Paradójica.

PD: Le pongo un 8 no porque tenga algún fallo o me haya decepcionado. Para nada, está hecha de 10, el problema es que no coincide con mis gustos tanto el final (siendo muy bueno) como el punto cómico de los policías locales. En ciertos momentos se me hace cansino.

Impresionante thriller coreano que relata la larga y frustrante persecución de un asesino en serie, aderezada por multitud de meteduras de pata policiales y un régimen político-militar que no hace más que dificultar las cosas. Los personajes no son glamurosos detectives al estilo americano, sino unos policías de pueblo cuyos métodos resultan más que cuestionables y que no sólo se tienen que enfrentar al artífice de los asesinatos, sino también a su propia estrechez de miras. El guión es lúcido, amargo, muy humano, al estilo de las novelas de Dennis Lehane y combina a la perfección los pormenores de la trama criminal con las vivencias y maneras de encarar la vida de los personajes.
Si esta película hubiera sido rodada en Occidente, seguramente estaríamos hablando de un clásico del cine negro; pero como es coreana, se convierte más bien en una inapreciable rareza que no todo el mundo podrá conocer.

“Crónica de un asesino en serie” encaja a la perfección con ese tipo de pelis que van de menos a más y acaban a lo grande. Pero hay que tener algo de paciencia, amigos. Mucha más que la de un servidor, por ejemplo, que cuando empezó a verla la primera vez acabó desestimándola al cuarto de hora por peripatética, chocarrera y absurda.

Obviamente, me equivoqué. Porque si bien su inicio es exageradamente esperpéntico y guasón, a medida que avanza la peli uno se da cuenta que no estamos ante un thriller al uso y que, en realidad, todo lo que nos cuenta Bong Joon-ho resulta mucho más congruente y verosímil de lo que parece. Pero no precisamente porque “Crónica de un asesino en serie” se conforme con describirnos de forma fría y distante un hecho real. Ni mucho menos. La peli de Bong Joon-ho lo que recrea es una pesadilla. Una inexorable y despiadada sucesión de acontecimientos marcados por la fatalidad, por el infortunio, por los contratiempos. Y también —por qué no decirlo— por la incompetencia.

Ocho funestas estrellitas, pues, para un thriller que conviene degustar sin ninguna prisa y cuyo mejor reclamo reside, sin lugar a dudas, en su elaborado look y, sobre todo, en un tramo final absolutamente prodigioso.

Excelente. Es la única forma de describirla. Excelente, sorprendente, entretenida, con un ritmo rápido, que nadie crea que va a ver la típica película oriental lenta y aburrida, todo lo contrario. El mejor thriller que no dejará indiferente a nadie, a la vez que un reflejo de las condiciones de vida de un país que salía del subdesarrollo a marchas forzadas. Con momentos memorables y con un cierto regustillo de humor acido.
Para verla una y mil veces.

Stoker