¿Dónde estás, hermano?

Constato con seria preocupación que los hermanos Coen no están, se han ido. Sí, siguen saliendo películas firmadas por ellos pero dudo mucho que hayan sido rodadas verdaderamente por ellos. Me explico. Acabo de ver O Brother y Ladykillers y, sinceramente, me han parecido dos auténticas naderías y eso que siempre me he considerado un fiel seguidor de ambos. Autores geniales de un universo personalísimo en el que siempre he reconocido unas historias originales, inconfundiblemente propias. Con unos diálogos inteligentes, irónicos y mordaces. Creadores de unos personajes (generalmente perdedores) que retratan con mucha ternura, carismáticos, con garra. Y ese es el problema, que nada de eso se aprecia en las dos películas anteriores. Nos encontramos aquí ante unas historias insulsas, irrelevantes, que avanzan con más pena que gloria y con unos (anti) protagonistas que no transmiten nada (Clooney, en O Brother) o son directamente inverosímiles (Tom Hanks, en Ladykillers). Ninguna de las dos ha conseguido arrancarme nada más que alguna leve sonrisa. Nada, pero absolutamente nada que ver con el enloquecido Nicolas Cage de Arizona Baby; ese cabronazo Gabriel Byrne en Muerte entre las flores; esa alelada y dulce Frances McDorman de Fargo; ese nihilista y flipado Nota (Jeff Bridges en El gran Lebowski)…
O ellos, o yo (o ambos) hemos cambiado. Y, desgraciadamente, para peor. En algún lugar del camino perdimos el alma…

La América profunda de los años treinta es el marco en el que se desarrolla esta (muy, muy libre) adaptación de la Odisea de Homero pasada por el particular tamiz humorístico de los hermanos Coen. Bueno, de los Coen de Arizona Baby (Raising Arizona) o Quemar después de leer (Burn After Reading).

Los protagonistas son tres presos, Everett (George Clooney), Pete (John Turturro) y Delmar (Tim Blake Nelson), que tras escapar inician un peregrinaje en el que se topan con toda una retahíla de curiosos personajes, llegando incluso a enfrentarse con un grupo de fanáticos pertenecientes al Ku Klux Klan.

O Brother! gustará especialmente a los seguidores de los Coen y de su humor disparatado y casi caricaturesco. Aunque es la genial interpretación de Clooney (atención a su obsesión capilar) lo que a mí me gustaría alabar por encima de todo. Y no sólo porque el actor logre eclipsar a sus compañeros de reparto (todos ellos excelentes), sino porque nos ofrece una actuación memorable, demostrando un talento para el género digno de elogio.

Más allá de la risa o del llanto la sanísima ironía nos conduce a un hipnótico estado de perplejidad sublime. Estos Coen han mamado en las fuentes más hermosas de la fertilidad. Y esta preciosa parábola homérica, como el Buster Keaton que aparece en ese extraño artilugio ferroviario, como el último John Ford también homérico, como el Pasolini de "Teorema", como el Buñuel de la permanente retranca baturra, como el Godard de "los Carabineros", como el Anthony Mann de "El hombre de Laramie", queda abierta a toda interpretación festiva. Estamos ante una gloriosa fiesta permanente y sin final.

Y George Clooney ya casi supera a Cary Grant en sus delirantes danzas finales, y John Turturro a Robert Mitchum, e incluso el blandito Tim Blake Nelson a Alan Ladd o a Tyrone Power... Esta fábula no tiene desperdicio. Comedia para pensar, drama para reirse, cóctel de novedosos ingredientes super explosivos a tope de juerga para ávidos contempladores de lo tan jugoso entre líneas. La ley en el fondo sólo es una cosa humana. Y la factoría Coen inicia y apunta las andaduras de su cada día mejor factura. Estamos de enhorabuena porque continúan sorprendiéndonos. Y la historia del cine continúa superando sus míticos listones que parecían insuperables.

Cualquier tiempo pasado fué peor, incluídas sus joyas inolvidables. Pero hay películas muy recientes que superan de vez en cuando a los ya hoy ortodoxos hitos de lo conocido abriéndose camino por las nuevas puertas de la heterodoxia que pronto será clásica ortodoxia del mañana.

Versión contemporánea de la Odisea homérica a partir de las andanzas de tres presos que escapan de un campo de trabajos forzados, en busca de un tesoro. La idea no era mala y los Coen han demostrado en una ya importante trayectoria capacidad para imprimir de originalidad, mala uva e inteligencia sus comedias, pero en ésta, como en la sobrevaloradísima "El gran Lebowski" no llegan nunca a convencer. No existe en la película una adecuada progresión narrativa, dando sensación de ser un film deslavazado y mal cosido en su escritura, una sucesión episódica de poco divertidas aventuras, salpicadas de los típicos, aquí poco logrados y simpáticos además, personajes estrafalarios de los Coen. No funciona la excentricidad dentro de una película de factura clásica, no funciona como debe Clooney en su papel autoparódico, obsesionado con el fijador de su peinado, aquí un lejanísimo pariente del gran Cary Grant. No fluye con naturalidad el caracter musical que a veces tiene la comedia. Vuelve a ser, por tanto, una discreta película, equivocada en su desarrollo, que da síntomas de agotamiento evidente en el campo de la comedia de sus autores, más inspirados y sólidos cuanto más cercanos a la reivindicación del cine negro ("Muerte entre las flores") o del thriller (la espléndida "Fargo"). Por eso, quiero ver "El hombre que nunca estuvo allí". Tiene buena pinta.

Los hermanos Coen vuelven a intentar repetir el éxito que obtuvieron con la comedia El gran Lewosnki, con la historia de tres fugados que logran triunfar involuntariamente en el mundo de la música.

La base del argumento es sencillo y permite a sus responsables, presentar toda una galería de situaciones estrafalarias, en la que el trío protagonista hace pasar un rato agradable, con instantes cómicos.

Encabeza el reparto un sorprendente George Clooney, en una aportación novedosa en su carrera cinematográfica, la de un papel protagonista cómico. Se olvida de su fama de galán y de hombre más atractivo, para meterse en la piel de un perdedor, que se limita a sobrevivir como puede.

La presencia de Clooney en el reparto, sirve como reclamo publicitario y éste a su vez, permite al actor ofrecer su lado más cómico, demostrando que tiene valía para papeles alejados del perfil de guapo de turno.

Los hermanos Coen saben aportar sus toques de humor a todo el argumento, haciendo una sátira alrededor del estilo de vida del sur de América, tocando temas políticos y raciales, con humor.

Las vivencias del trío protagonista, son originales y en algunos momentos, resultan excesivamente forzadas.

El ritmo de la película se resiente por la falta de eficacia de algunas situaciones cómicas, llenando el metraje con numerosas imágenes acompañadas de la música oficial de la banda sonora, demostrando lo complicado que resulta hacer humor.

Esto no quiere decir que la película aburra, pero si que no consigue mantener el nivel de humor, en todo momento.

En el reparto de la película, se puede ver a habituales del cine de los hermanos Coen, como John Goodman y John Turturro, en lo que parecen papeles pensados y preparados para ellos.

El dibujo de los personajes principales es claro y conciso, la aportación de los intérpretes a sus papeles, hacen que tengan carisma y un extraño encanto, que conecte con el espectador.

Sin ser una obra maestra, con algunos baches de ritmo y continuidad, logra ser un entretenimiento del absurdo, con un retrato y critica del estilo de vida sureño, con momentos surrealistas, llenos de diversión.

La firma de sus directores, no garantiza que sea una buena película, pero indiscutiblemente, lleva su sello de identidad, en su característico sentido del humor.