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Kagemusha, la sombra del guerrero

Drama En el Japón medieval, devastado por las guerras feudales, un vulgar ladrón es elegido para sustituir a un poderoso señor de la guerra, que acaba de morir. (FILMAFFINITY)
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Críticas 48
Críticas ordenadas por utilidad
9 de agosto de 2005
21 de 39 usuarios han encontrado esta crítica útil
No se acerca, ni de lejos, al Kurosawa de los años 50 y 60. En su madurez ha perdido ese toque de entretenimiento, sustituyéndolo por una mayor perfección técnica y un halo intimista y reflexivo. 160 minutos se me hacen excesivos.

De todas formas, ¡cuántos quisieran que su mejor obra fuera la mitad de buena que ésta!
jastarloa
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5 de febrero de 2010
7 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
"La noche antes de su duelo con el enmascarado Hitoshirezu, Marudashi la pasó en la explanada escogida para el combate.

La recorrió pulgada a pulgada, memorizando cada accidente por mínimo que fuese. Luego se echó al suelo y se arrastró por ella lentamente tocando los pequeños montículos, saboreando la hierba, oliendo la tierra. Iba encontrando diferentes sabores y olores por donde pasaba. Prestaba oído a la forma en que el viento sonaba cuando se movía. En la oscuridad de la noche, llegó un momento en que no había piedrecita que no situara, raíz que no adivinara, sonido que no sospechara. Cuando amaneció, no necesitaba abrir los ojos para anticipar el menor movimiento del rival en aquel campo.

Llegó Hitoshirezu y comenzó el combate. Al primer golpe, cayó Marudashi herido en el cuello. Mientras su sangre regaba el campo que había llegado a conocer tan bien, le preguntó al maestro Hitoshirezu:

- ¿En qué me equivoqué?

El maestro Hitoshirezu se quitó la máscara y mostró su herida en el cuello, igual a la de Marudashi.

- Tu cuerpo reconoció esta tierra como su morada y nada podemos hacer.

Ambos se desangraron por completo y abonaron el campo yermo. Con las lluvias, un torrente que bajó de las rocas lo atravesó y llegó hasta el río. Y ésa es la razón por la que el Río AKai Kawa tiene ese color.”

(Genjuro Soragoto, El Libro de los Siete Anillos)
Nanimo
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5 de febrero de 2009
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Así andaba el gran Kurosawa por aquella época, deprimido. Y supongo que no debió ayudar mucho a su recuperación el hecho de que tuvieran que producirle esta película dos jovencitos con pintas de Hippy llamados Lucas y Spielberg.

Imagino las reuniones que mantuvieron para hablar sobre la película y a Lucas proponiéndole que cambiara las katanas por espadas láser y a su vez Spielberg sugiriéndole que metiera algún extraterrestre de soslayo, que eso engancha al publico infantil-juvenil. Y el pobre Kurosawa hundiéndose cada vez más en el sillón y en su depresión a medida que iba escuchando sus sugerencias.

Menos mal que al final Kurosawa hizo lo que su corazón deprimido le pedía, esto es una película triste y sombría, tan oscura como el alma de Kurosawa en esos momentos y que representa casi un epílogo de su carrera y de una época en la que los samuráis aun se batían con katanas y no con armas de fuego (algo totalmente contrario a la filosofía samurai).

Quizás Kurosawa le dio también una lección de hacer cine a dos jovenzuelos que estaban cambiando la espada por las armas de fuego en la forma de hacer cine que iba a regir la industria en un futuro.
Tim_Dog
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7 de febrero de 2012
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una sencilla pero muy concisa introducción hace que el espectador desde ese inicio capte la idea de la película. Un individuo es salvado de la muerte por el enorme parecido con Shingen (Tatsuya Nakadai), el señor del clan Takeda.

El deseo que expresa Shingen es que a la hora de su muerte, ésta sea ocultada durante un tiempo, para eso, utilizaran a este ladrón para que lo suplante, tanto en actitudes como en aptitudes (porque el parecido ya lo tenía).

Es así como este individuo tiene que hacerle frente a esta situación, ingeniárselas para engañar a sus mujeres, a sus amistades, a su nieto e incluso a su caballo, así como todos -o la gran mayoría- de sus guerreros.

En esta ocasión Kurosawa deja un poco de lado las enormes batallas presentes en otras de sus tantas producciones, para centrarse más en la vida de este individuo y sus generales principales en su afán por engañar a los propios y sus enemigos.

Sin embargo, a pesar de esto, las luchas y guerras están siempre implícitas en el relato, cumpliendo un papel vital para la trama de esta película. Basta solo decir las secuencias finales y el gran impacto emocional que puede causar en el público.

Se está ante una enorme producción, con una historia bastante interesante, un excelso trabajo de fotografía, una sugestiva música que por momentos suena muy moderna y en otros tiene elementos muy clásicos y muy japoneses. Recomendada.
10P24H
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29 de mayo de 2019
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
La etapa crepuscular de Kurosawa es el dolor hecho cine. Kagemusha, aunque considerada por muchos una de sus obras menores, no es menos dolorosa. La depuración estética de Kurosawa llegaba a su vertiente más preciosista en esta etapa, aunque su punto álgido fuese alcanzado con Ran, cinco años después (en la opinión de un servidor, la mejor película de Kurosawa).

Independientemente de ello, Kagemusha traslada al espectador al reino de la poética sublime. Es una alegoría de tres horas en la que el maestro nos transporta a un sentimiento intrínseco, casi primigenio, del hombre común por seguir a los grandes hombres de la historia. El afan humano, socrático si se quiere, de la autosuperación y del deber.

De como el deber consume al hombre hasta dejar poco más que una sombra, que por contraparte se alarga hasta mitificarlo.

Sus lecciones históricas tampoco deben ser desmerecidas. La tragedia de la casa Takeda y el conflicto inútil contra el poderío de Nobunaga y el Clan Tokugawa anclados en la historia de Japón como el principio y el fin de dos eras.

Una película imprescindible, que como curiosidad en su versión internacional estuvo producida por Francis Ford Coppola y George Lucas.
MagoCinéfilo
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