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Cumbres borrascosas

Drama. Romance Perdido en medio de una tormenta de nieve en un rocoso páramo inglés, un extranjero se topa con Cumbres Borrascosas, la lúgubre mansión del misterioso Heathcliff, un hombre tan torturado por un amor frustrado que ha perdido el deseo de vivir. Mientras la tormenta ruge en el exterior, el fatigado caminante escucha fascinado la triste historia del desesperado amor de Heathcliff y Cathy. Cuando Heathcliff volvió a buscarla, después de una ... [+]
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Críticas 43
Críticas ordenadas por utilidad
17 de diciembre de 2008
9 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vaya por delante que no he leído la novela. En líneas generales me ha gustado bastante la película aunque ha ido de más a menos. Y es que al final ya me estaba pareciendo poco creíble y demasiado melosa. También el guión (sobretodo de la mitad hacia delante), va a veces a trompicones, con escenas sobrantes y otras precipitadas. Los movimientos de cámara y filmación son extrarordinarios; Eso no quita para que la película parezca más vieja que otras de esos años. Para finalizar tenemos a unos novatos llamados David Niven y Laurence Olivier saliendo airoso el primero y bastante bien el segundo de sus interpretaciones cuya mejor representante en esta película es Merle Oberon. Puedo entender a los que ven aquí un "culebrón", pero yo he visto una historia de amor que, para qué engañarme, no me ha sentado nada mal. Es por ello que recomiendo la película pero sin insistir mucho.
k03s
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23 de octubre de 2013
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Adaptación del clásico publicado por Emily Brönte en 1849, año de su muerte, de tisis, con apenas treinta años, esta es, a pesar del tiempo transcurrido, en mi opinión la mejor versión de la novela. Este memorable film de William Wyler es el que recrea con mayor acierto la intensidad de un amor puro e imposible de trágicas consecuencias, capaz de alterar el curso de la vida y traspasar las fronteras del más allá. A su lado palidecen las diversas versiones de la novela, aunque recojan la totalidad de la historia escrita por la mediana de las hermanas Brönte, incluso la exquisita rareza llevada al cine por Luis Buñuel en 1954 bajo el título de “Abismos de pasión”.

Wyler ha pasado a la historia junto con George Stevens y Fred Zineman, como los maestros del academicismo cinematográfico, que consiguió una aureola de prestigio por tratarse más de un realizador de guión que de un realizador de puesta en escena, razones no faltaron a sus detractores: Wyler era famoso por su colección de Oscars y nominaciones, y ya se sabe que la industria premia a quien mejor defiende sus intereses. La perspectiva que da la historia nos dice que Wyler merece estar entre los grandes por su dilatada carrera que incluye desde westerns maravillosos, melodramas fabulosos, el péplum más oscarizado y dramas arrebatadores como esta “Cumbres borrascosas”, un puñado de obras maestras.

Samuel Goldwyn produce este drama romántico escogiendo a un equipo grandioso, desde la fascinante fotografía de Gregg Tolan hasta el estupendo guión de Ben Hecht y Charles McArthur, un casting eminentemente británico, acorde a la novela y su circunstancia. Laurence Olivier con su físico tosco y enjuto, recrea perfectamente al sucio mozo de cuadra Heathcliff, un hombre orgulloso y cargado de odio del que no puede librarse, Cathy es encarnada por una hermosa Merle Oberon caprichosa y delicada, amante del lujo y los placeres mundanos, David Niven encarna a Edgard un petulante y hedonista señorito de clase alta que a pesar de casarse con Cathy, nunca tendrá su amor. “Aunque tu marido te amase toda la eternidad, no llegaría a amarte como yo e un solo día.” Heathcliff.

Continúa en spoiler.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Antonio Morales
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25 de octubre de 2014
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cumbres borrascosas, versión William Wyler, es una excelente película se mire por donde se mire. Es lujosa, melodramática, sabe a Hollywood clásico (es del mismo año que Lo que el viento se llevó. Más clásico que eso...), tiene excelentes actores y sobre todo tiene una ambientación que sabe a los páramos, a Thrushcross Grange y Wuthering Heights, tal cual los imaginó la pluma de la mediana de las hermanas Brönte.
Pero.... se deja fuera la mitad de la novela, como hacen muchas otras versiones incomprensiblemente (lo que se deja fuera siempre es lo más interesante), y eso a mí, como admiradora de Emily Brönte, me duele.
Buenísima película, pobre adaptación.

Lo mejor: Actores, dirección, ambientación.
Lo peor: ¿Dónde está la historia de los hijos y por qué se eliminó?
Sibila de Delfos
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9 de noviembre de 2014
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una conmovedora adaptación de la novela de Emily Brontë, aunque sólo abarque la mitad del libro, con una dirección sensible y unas excelentes interpretaciones en una historia de amor fuera de lo corriente en tiempos pre-Victorianos. Una película, por cierto, con una larga historia detrás de la cámara, con un director virtuoso, perfeccionista y algo cabezota, Wyler; un productor que estaba hasta en la sopa y que quería innumerables cambios y el control absoluto de la producción; un actor británico, niño bonito de los escenarios que no se recataba en mostrar todo su desprecio hacia un medio que consideraba menor, Laurence Olivier; y una actriz impuesta por el productor, Merle Oberon, que sufría las imposiciones del productor, el perfeccionismo del director que se hartaba de hacerle repetir escenas y todo el odio de su compañero de reparto… De todo este anecdotario, batiburrillo de sucesos y decisiones queda como fruto final esta maravillosa versión de “Cumbres borrascosas”.

La dirección virtuosa de Wyler con sus composiciones, emplazamientos y movimientos de cámara se conjuga con la interesante fotografía de Gregg Toland (galardonada con el Oscar, el único que se llevó la producción de entre sus numerosas nominaciones en un año mítico para la industria norteamericana) para otorgar a este filme una densidad estética significativa. La labor de Toland y Wyler se complementa con la magnífica dirección artística de James Basevi quien combina unos decorados interiores magníficos con unos exteriores que si bien parecen pobres dotan al filme de una atmósfera decadente, metáfora de la soledad interior con la que viven los personajes. De nuevo Wyler consigue plantear un melodrama que sigue la corriente de las adaptaciones literarias de la época y al que confiere un envoltorio visual espléndido a través de su demostrada habilidad en posicionar y mover la cámara, además de su extraordinaria capacidad técnica.

Una emocionante película que uno no debe perderse.
Juan Marey
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17 de mayo de 2011
7 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
El término, parásito, se deriva de para=relacionado con y sitos=comida, y se utiliza para definir a la bacteria, planta, animal… o persona que vive a expensas de otra. Las personas parásitas son seres sin autonomía, sin autoconocimiento, y emocionalmente son tan débiles que, un día, sienten que no pueden vivir sin ese otro ser a quien se acostumbraron tanto. Entonces, amenazan con morirse para forzar su compañía... y muchos hasta son capaces de terminar con su vida porque, definitivamente, sienten que, el otro lo es todo para ellos.

Abundan las canciones y los poemas ¡de éxito! que estimulan el parasitismo: “La mentira nos ha unido / y la aceptamos los dos / cualquier cosa es importante / antes que decirse adiós…”; “Por ti, por ti / soy capaz de cualquier cosa / pero no me dejes sola / hoy te quiero junto a mí…”; “Que me vuelvo loco por ti / que sin ti no puedo vivir / que mi vida es como un desierto / cuando no estás…”.

<<CUMBRES BORRASCOSAS>>, la novela de Emily Brontë y la película de William Wyler -guion de Ben Hecht y Charles MacArthur-, son preclaros ejemplos del amor parásito. Su fluidez narrativa y su eficiente uso de elementos dramáticos capaces de despertar pasión y lágrimas, les han merecido la más alta acogida, pero, a la luz de lo que deben ser las relaciones afectivas sólidas y maduras, y con respecto a lo que, en realidad, es el AMOR, tengo que decir que, tanto el libro como la película –y aquí caben los remakes de Buñuel, Fuest y otros-, sólo sirven como recreación de una época que debería ya haber sido trascendida, pero que, penosamente, se preserva mediante el inconsciente y repetitivo aporte de los “artistas” de moda. Las canciones que citamos, y muchas otras de las que hoy se cantan con tanto empeño, encajarían perfectamente como fondo de cualquier escena -previctoriana- entre Heathcliff y Cathy… y la cursilería y el parasitismo afectivo, siguen su cauce, fomentando agresiones, depresiones y suicidios, por simple falta de análisis y buen juicio.

Lo más ridículo y amañado de estas semblanzas del amor a la victoriana, son esos finales felices donde todo lo ocurrido ¡recibe la aprobación del universo!... y dos seres profundamente débiles y dependientes, dizque quedan ¡unidos en un sendero de gloria!… tras haber desistido de la vida en una forma que, el universo, desaprueba rotundamente. Enseguida, algún adulador mercenario o de corta vista, escribe: “Uno de los diez mejores filmes del mundo”, y el eco manipulable, repite: ”¡Sí!,¡Sí!,¡Sí!”... pero, pide sustentaciones y sólo recibirás adjetivos.

Para acceder a la luz y a la verdad, es necesario darse cuenta, y todo lo que se requiere es mente abierta, conocimiento vivencial y reflexión concienzuda.
Luis Guillermo Cardona
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