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Ghost in the Shell: Vigilante del futuro

Ciencia ficción. Acción En un Japón futurista la joven Motoko Kusanagi (Scarlett Johansson), también conocida como 'the Major' Mira Killian, es la líder de grupo operativo de élite, Sección 9, cuyo objetivo es luchar contra el ciberterrorismo y los crímenes tecnológicos. Al mando de esta unidad de operaciones encubiertas está Aramaki (Takeshi Kitano), y destaca Batou (Pilou Asbæk), un exmilitar considerado como uno de los agentes más salvajes del grupo. Pero, ... [+]
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Críticas 171
Críticas ordenadas por utilidad
1 de abril de 2017
24 de 29 usuarios han encontrado esta crítica útil
Scarlett Johansson da con el tono de Major, híbrido entre cyborg y ser humano, aunque dotando a la protagonista de una sexualidad ausente en la versión animada de 1995. El guionista William Wheeler adaptó la historia para que el personaje de Johansson tenga presencia física en la futura entrega de la saga, posibilitando un final diferente en que Major se niega a pertenecer al universo electrónico. Es evidente que Hollywood quiere explotar una franquicia para reemplazar las desgastadas cintas de superhéroes. En la puesta en escena desaparece el retro-futuro y en su reemplazo homenajea el futuro mostrado en Blade Runner (Ridley Scott, 1982). Hay abuso en el empleo del CGI para las imágenes de la ciudad, lo que a veces entorpece la fluidez con las imágenes donde intervienen personas de carne y hueso, aunque por otro lado las locaciones interiores son visualmente atractivas. El discurso de la versión japonesa, da paso a diálogos e imágenes que sobreexplican las escenas, orientadas a encajar piezas de un producto comercial donde predomina la acción. Las frases finales del metraje hacen énfasis de la importancia del alma humana por sobre la inteligencia artificial, evidenciando nula comprensión del material original, ése cuyo mensaje seguirá vigente para futuras generaciones, trocándolo en un mensaje orientado a menores de catorce años que se maravillan con secuencias duplicadas y referencias a clásicos de la ciencia ficción. Hay una perniciosa dicotomía entre la tecnología visual (muy actual) y la profundidad del mensaje (muy anticuado) que la hace comparable con películas de los ochentas como Terminator (James Cameron) o Robocop (Paul Verhoeven).
Anibal Ricci
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1 de abril de 2017
26 de 39 usuarios han encontrado esta crítica útil
-Hollywood le ha arrancado el alma, la poesía, la belleza y la inteligencia a la historia de Masamune Shirow. Los pezones son lo de menos.
-Sanders nos recuerda el peor significado de los términos “remake” y “blockbuster”.

Puede que no sepan quien es Masamune Shirow. Tal vez hasta ahora no conocieran esta inabarcable obra suya o que lo hicieran gracias a la adaptación que Mamoru Oshii hizo en 1995. Si su primer encuentro con la historia de Motoko Kusanagi es con este remake de imagen real escrito por William Wheeler ("Queen of Katwe") y dirigido por Rupert Sanders ("Snow White and the Huntsman"), lo siento mucho por ustedes, pero ni está cerca de hacer honor a una de las mejores obras del Cyberpunk. En seguida les explico las razones por las cuales la atrayente puesta en escena y las tramposas ínfulas metafísicas son un mero envoltorio para otro blockbuster Hollywoodiense sin pizca de personalidad o contenido. No obstante, si han venido a leer mis reproches sobre el casting occidental, ya saben dónde está la puerta. Esta cinta tiene bastantes problemas que comentar sin necesidad de meterse en otras polémicas mucho menos interesantes. Vamos allá.
Desde el trailer se observaban con suntuosa facilidad las modificaciones argumentales que se habían introducido, pero hay más de las que esperaba. Puede que esté muy usado el truco de decir que han “cercenado” el contenido, sin embargo este caso es de manual. De hecho, hasta se han esforzado en eliminar cualquier rastro de “espíritu” para dejar solo el aspecto mecánico. El grueso de la trama del filme de Oshii era sencillo y directo, la historia se complicaba por sus numerosos elementos, la riqueza del universo, los entresijos políticos, su aterradora alegoría premonitoria y su minuciosa atención al detalle tecnológico y a la melancólica contención emocional. Aquí la trama es simplona y la narrativa tan esquemática como reiterativa. Todos los cambios son en pro de la espectacularidad, y a cualquier fan le producirán una indignante carcajada. No hay más. Pasada por el filtro de Hollywood esta historia carece de nada que contar y de la abrumadora fascinación de antaño. Todas aquellas perlas líricas, cerebrales, sociales, políticas, existenciales y teológicas que la adaptación del 95 ofrecía en unos intensos -y escasos- ochenta minutos se han perdido, como lágrimas en la lluvia. Y lo mejor de todo, el filme de Sanders dura cuarenta minutos más, 120 en total, pero se las arregla para transfigurar los elementos hacia el blockbuster superficial y tirar de insoportables repeticiones vacuas y vagos homenajes. Incluso amenaza con irse a peligrosos terrenos melodramáticos.
No es difícil creer que el producto comienza a provocar bostezos una vez pasados los veinte primeros minutos. El mayor problema es la inexistencia de algo sólido a lo que agarrarse más allá de su impecable factura visual y el ritmo habitual de estas producciones; virtudes insuficientes. Ni siquiera puedo perderme en la música de Clint Mansell como en aquel cautivador y asfixiante trabajo de Kenji Kawai. Los personajes tampoco tienen el carisma de las obras precedentes, y Sanders rechaza desarrollar más a los secundarios, una decisión que podría haber sido interesante. En cuanto al reparto, Johansson reafirma su poderío como heroína de acción dura y frágil pese a que su personaje es arrebatado de arco dramático. Por otro lado Binoche y Michael Pitt alegran un poco la cinta con sus intervenciones, aunque ambos personajes están desaprovechados. A Kitano, que parece muy perdido y produce confusión, casi se le perdona gracias a una contundente escena del tramo final. Momentos más tarde llegamos precisamente al final y sobre éste se hace necesario comentar el modo en que uno de los mejores desenlaces de la historia de la ciencia ficción es sustituido por la típica conclusión de esquema indolente, que da la ración esperada de drama chorra y monólogo superheroico post frase lapidaria. Lamentable.
Me resulta curioso que Spielberg le ofreciera el puesto de dirección para este proyecto a Sanders, por su spot de Halo. El publicista que una vez intentara convertir a Kristen Stewart en Blancanieves ha acercado “Ghost in the Shell” a la “Lucy” de Luc Besson. La diferencia entre ambas obras es que Sanders se ha tomado en serio su película, y puede que no sea una chorrada Bessoniana, pero es tan inane, vulgar y unidimensional pese al 3D que la mediocridad deja paso, por fortuna, al olvido. Si hace 22 años nos agotaba la densidad de la obra, aquí lo hace la insustancialidad. Un revisionado del anime y/o una relectura del manga lo arreglan seguro.
ALESNAKE
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30 de marzo de 2017
11 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mi opinión sobre Ghost in the Shell está condicionada por el recuerdo, ya algo lejano, de la de Mamoru Oshii de 1995, una película de culto y una de las obras más destacadas del Cyberpunk. También he de decir que no me llaman la atención los remakes, pero teniendo en cuenta que esta adaptación era en imagen real y su reparto me decidí a verla, es difícil resistirse a Scarlett Johansson, Juliette Binoche y el gran Takeshi Kitano.

Scarlett es "Major", la protagonista de la historia, un cyborg creado por Binoche que trabaja en un grupo operativo de elite llamado Sección 9, dirigido por Kitano. La historia es correcta, mucho CGI, bastante acción y algunos intentos de darle profundidad a la historia a través del drama que no acaba de funcionar. Correcta como entretenimiento, le falta alma, lo que tan bien funcionaba en la animación de 1995 aquí se ve vacío, las dudas planteadas no son tan profundas, tampoco da la sensación de pretenderlo, busca ser mas accesible cuando realmente la esencia del anime de Oshii, basado en un manga de Shirow, eran las reflexiones existencialistas, identificar lo que nos hace humanos, el alma? nuestra memoria? que nos diferencia de las máquinas? se podrá conservar nuestra esencia fuera de nuestro cuerpo?

La película es entretenida, aunque veamos varias escenas icónicas del film de 1995 el mensaje no es parecido, busca ser más accesible y la visión del futuro tecnológico no es igual hoy a la de los años 90.
trocko
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31 de marzo de 2017
22 de 34 usuarios han encontrado esta crítica útil
A mí me parece una pelicula vacua, sin ganas, sin más argumento que dar hostias. En las entrevistas hablan de reflexiones y matices que han querido dar al personaje, estudiando la psicología de una persona en esa situación. Habrá quedado solapado con los guantazos a deshora y el marcar tipo y busto de Scarlett Johansson. Muy pobre. Para pasar un domingo tirado en el sofá después de comer, y ya.
jack frost
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16 de abril de 2017
12 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
“La transición (del cuerpo a la consola) era una oscura implosión, como si entrara en otra carne.” FRAGMENTOS DE UNA ROSA HOLOGRÁFICA, William Gibson, 1977.

La tecnología.

“Ahora, tus ojos se van a abrir”, le advierte la doctora Ouelet.

La tecnología nos ha convertido.

“Eso es”.

La tecnología nos ha convertido en un dios.

“Estás a salvo”.

La tecnología nos ha convertido en un dios con prótesis.

“Tranquila, solo respira”, le aconseja la doctora Ouelet.

Eso es.

De eso nos advirtió Freud.

“Solo respira”, le dice de nuevo, con una sonrisa.

Y Freud, sentado en un diván del Café Schwarzenberg, en Viena, se relajó. Adormecido por el humo de los cigarros y por el susurro bélico de los periódicos vespertinos. Afuera, en la Ringstraße, el ímpetu de hierro y electricidad de los tranvías apuntaba al futuro.

“Respira”.

Y ella, Mira Killian, respira.

Entonces, Freud cerró los ojos.

“Bien”.

Y Freud soñó…

“Muy bien”.

…con ser un Dios con prótesis.

Estamos en el futuro. Estamos en una ciudad japonesa. La tecnología lo envuelve todo. Mira Killian es la primera de una nueva especie, obra de la empresa Hanka. Tras un ataque terrorista, su cerebro ha sido rescatado y trasplantado a un cuerpo robótico. Tan sólo conserva un puñado de recuerdos del pasado. Ha despertado en esta nueva realidad. Su objetivo: hacer justicia. Para ello, forma parte de la Sección 9, un grupo policial de élite.

“Ella es un arma. No es una máquina”, dice Cutter, el director de Hanka.

Y eso hace ella. Hasta que un ciberterrorista, conocido como Kuze, hackea y elimina a miembros de Hanka. Son todos los relacionados con el proyecto que dio vida a la obra maestra de la empresa: Mira Killian.

De forma paralela a esta trama, a este thriller de acción, ‘Ghost in the shell’ ahonda en la psique, se sumerge en la pregunta: ¿Quién es Mira Killian? Es un descenso al alma humana. Aquí, la actriz Scarlett Johansson realiza una interpretación orgánica, entre lo físico y lo espiritual, medida en gestos y calibrada en la profundidad de la mirada. Pieza clave en el engranaje del personaje.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
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