La locura del rey Jorge

Una más que correcta película de época. Gran ambientación, guión muy cuidado y actores en estado de gracia. Nigel Hawthorne está soberbio, y el resto del elenco (la película es muy coral) no desentona. En cuanto al fondo, esta obra permite lecturas rabiosamente actuales, en el sentido de que refleja las miserias de un sistema político corrupto en sus entrañas y marcadamente oligárquico, aunque formalmente esté basado en estructuras supuestamente democráticas. La película muestra continuos juegos de ambiciones, alianzas e infidelidades, en una especie de “culebrón” entre poderosos, en el que cómo viva el pueblo es lo que menos importa. Algo huele a podrido en el país que hace del parlamentarismo su bandera… En ese sentido, la película se sigue con interés, ya que refleja con credibilidad las luchas maquiavélicas y arribistas por ganar un hueco en las esferas del poder, a costa de lo que sea, incluso de lazos paterno-filiales.

Eso sí, ante tal escenario, llama la atención la mirada excesivamente amable y condescendiente con la figura del “Rey Granjero”. La película termina desprendiendo un tufillo monárquico y conservador que resta fuerza al conjunto. El autor ensalza la idea romántica de la identificación del protagonista con el Lear de Shakespeare, y no lleva a sus últimas consecuencias la mordacidad de una historia a la que se le podía haber sacado más jugo.

De todos modos, “La locura del Rey Jorge” es una película entretenida, muy bien contada, y muy bien interpretada, que engancha con facilidad, aunque le falte un plus para llegar a la genialidad.

Deliciosa comedia regia que empieza fuerte y acaba en gloria, por el camino se entretiene, pierde, repite y agota la fórmula, pero el viaje mereció la pena, Dios salve al rey y todo eso.
El oficio de rey es como otro cualquiera, una ridícula farsa, nadie trabaja, pura nada, filfa y chufla, una tópica, repetitiva representación teatral en la que siempre tienes que recordar tu papel, si lo olvidas o ya te aburre o quieres cambiar de aires, escapar de la rutina, descansar de una vez de ti mismo, estás perdido, las bestias colgadas de las vigas ahí afuera están a la espera de tu probable caída para saltar sobre tu cadáver todavía caliente y así usurpar tu lugar sagrado, mear sobre tus cenizas, pisar tu memoria.
Toda persona, hasta un rey, necesita referencias, orden, normas y criterio, premios y castigo, algo más que solo serviles y aduladores lacayos, ya que si no, estás expuesto a la locura, al desvarío, a tanto suplicio y martirio, que no es otra cosa que la falta de todo eso, demasiado placer y relajo, tanto quererse a uno mismo y dar rienda suelta al instinto, a todo lo que uno lleva dentro mucho tiempo reprimido, retenido, la ausencia de sentido, el desconocimiento de los límites, como un océano sin fin ni principio en el que te ahogas sin remedio, una nada densa, sin tiempo ni espacio, un siniestro vicio.
La película luce un gran sentido del humor, chispazos de brillante ingenio y una sana irreverencia que se ríe de cualquier forma de trascendencia; su pena es que tiene una trama muy esmirriada y muy simple, una estructura básica, vana, que se conoce rápido y después cansa, algo así como que el rey se vuelve loco y el hijo quiere ocupar su puesto, aunque le llamen regente; los de un bando desean que se recupere para mantener sus puestos, esas felices cargas; los del otro lo contrario, que siga eternamente loco para así ponerse ellos y sustituir a los otros, vamos, lo de siempre, las eternas luchas de poder a muerte, para llenarse los bolsillos, aunque aquí sea visto todo de manera bufa, como una ópera cachonda. Y no hay más. Todo es un poco mucho superficial, finalmente banal, a pesar del logrado y sarcástico divertimento, a pesar de tantas deposiciones reales y chascarrillos con orinales, ese gran invento tan infravalorado, injustamente despreciado y hasta, ¡oh, horror!, orillado.
Además de toda la buena gracia, los planos que son como cuadros barrocos y la mirada de hielo del doctor Holm, lo mejor es Händel, esa música es tan imponente y apoteósica que te dan ganas de irte tú mismo pitando a la corte más cercana y ponerte a trepar sin parar hasta llegar a ser de alguna buena posible reina su estupendo consorte.
Suena hasta el himno de la Champions, Händel siempre fue muy futbolero, qué más quieres, Baldomero.
Hawthorne y Mirren, muy bien. Pero la mejor de todos es la intriganta y pérfida Lady Pembroke, la bella Amanda Donohoe, de carnes aviesas y mente perversa.

La fascinación inglesa por sus monarcas alcanza figuras menos conocidas que las actuales o Enrique VIII. Y el episodio de locura transitoria de Jorge III, debido a una enfermedad, es curioso. A diferencia de la reina Ana de Inglaterra, la de "La favorita", que es directamente incapaz, el regente de esta película es entusiasta, trabajador y un hombre profundamente enamorado de su cargo, mujer y sus 15 hijos, aunque algunos conspiren a su espalda. Siente debilidad por una de las damas de la corte, pero respeta el matrimonio: dicen que la causa de su locura era no tener relaciones extramatrimoniales.

Un absolutamente entregado Nigel Hawthorne, un guion sólido que otorga tanta importancia al tema personal como al asunto de estado y un vestuario fascinante lleno de tonos pastel y polvo talco, son los pilares de esta interesante película que merecía mejor director.

Nigel Hawthorne es uno de los mejores actores que ha dado el cine inglés y nos ha regalado grandes actuaciones a lo largo de su amplia carrera.
Pero sin lugar a dudas una de sus mejores interpretaciones es su papel del rey Jorge que perdió la cabeza debido a su obsesión por la pérdida de las colonias inglesas en América. Unas colonias que se convirtieron en los actuales Estados Unidos. Ese hecho fue el punto que hizo que perdiera la cabeza y fuera ingresado en un psiquiátrico. Mientras; su hijo primogénito luchará por conseguir el trono de Inglaterra y poder obtener mucho más poder, mientras se alía con ciertos miembros de la Cámara para así conseguir más votos; y poder gobernar como regente y dejar fuera a su padre de cualquier decisión.
La película resulta interesante y entretiene. Su guion está desarrollado de una forma que no resulta complejo ni tampoco denso; ya que no se pierde en intrigas palaciegas, ni en datos históricos que pueden hacer complicado el seguir la trama de una manera sencilla y amena.
No obstante, sí que tengo que decir que el film también cuenta con algunas escenas que resultan poco interesantes haciendo que uno desconecte un poco de la trama que se narra. Esas escenas hacen que la película pierda cierta calidad, pero no la hunden hasta un punto que resulte decepcionante y no atraiga. Son escenas que no consiguen brillar con tarta fuerza como el resto de la película.
Lo que sí son brillantes son las fantásticas interpretaciones de todos sus actores. Todos ellos hacen un trabajo fantástico regalando unos personajes que resultan mucho más cercanos.
Pero es que no se puede esperar menos cuando en este reparto encuentras nombres como Nigel Hawthorne, Helen Mirren, Ian Holm o Rupert Everett. Cuatro grandes actores que siempre convencen en sus trabajos y aquí no son una excepción; al igual que el resto del reparto.
En fin, "La locura del rey Jorge" es una película que funciona bien y que engancha desde el principio hasta el fin. Es cierto que cuenta con algunas escenas que no consiguen convencer del todo, pero en general funciona ya que es un film que te presenta de manera nada compleja a este famoso rey inglés en un momento importante para Inglaterra.

Para ser un drama, la locura del rey George III está tratada de forma cómica. La película no ha recibido con agrado la pose del tiempo. No tiene aroma de la majestuosidad que se supondría a un film nominado a 4 Oscars.

La película en sí es un tostón, no aportando prácticamente datos o anécdotas, aunque sí se ha de de reconocer el esmero en el vestuario y la actuación de los actores, muy teatral.