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Café Society

Comedia. Romance Los Ángeles, años 30. En la meca del cine, el joven recién llegado Bobby Dorfman (Jesse Eisenberg), sobrino de un poderoso agente y productor de Hollywood (Steve Carrell), se enamora de Vonnie (Kristen Stewart), la guapa secretaria de su tío Phil. (FILMAFFINITY)
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Críticas 193
Críticas ordenadas por utilidad
7 de septiembre de 2016
21 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
De nuevo arrastrado por mi mujer fui a ver la última comedia ( ? ) de Woody Allen. Pongo el signo de interrogación en lo de "comedia" porque, aunque a mi no me hizo ninguna gracia (NADA), mi mujer no paraba de reirse. Con lo que se ve que el humor inteligente no es para mi. Tendré que conformarme con ser terriblemente atractivo, ¿que le vamos a hacer?. Así, desde mi punto de vista de guapo tonto, creo que para este viaje no era necesaria tanta alforja. Porque, al final, todo este tostón sólo sirve para contarnos lo de siempre, que el amor es irracional y que, como decía Pascal, el corazón tiene razones que la razón no entiende (toma ya. El tonto) Da igual que estés con la persona perfecta para ti que si el corazón te guía en otra dirección ...
Y digo que es un tostón porque la película se hace larga, larguísima. Y no lo es. Poco más de hora y media. Y se hace larga porque, aparte de un par de gracietas propias de una tira cómica (y aquí Woody Allen tira de experiencia), no hay comedia, ni hay drama, ni hay nada. Es plana. Y esto es así porque igual que una golondrina no hace verano unos chistecillos sueltos no hacen comedia. Y ya sé que criticar a Woody Allen es ponerse una diana en la frente para que todos los gafapasta del mundo te den caña, pero es que la peli es aburrida. Me vino a la cabeza la fábula del Rey desnudo. Un famoso costurero vende al Rey un traje fantástico hecho con una tela tan especial que sólo la gente inteligente lo puede ver. Para no quedar como tontos todo el mundo exalta la belleza del traje nuevo del Rey, hasta que un niño inocente grita: "Pero qué traje ni que cojones? (traducción libre) Si va en pelotas !!!." Y en ese momento todos se dieron cuenta de dos cosas: 1.-que el famoso costurero los había timado a todos y 2.- que el Rey estaba de un gordo que daba asco mirar para él (lo cual dio origen a un boom de los gimnasios en el reino, pero esa es otra historia).
No digo yo que el bueno de Woody Allen sea un timador, pero empeñado como está en sacar una peli al año es comprensible que algunos años tenga que poner el automático y tirar de plantilla mientras prepara una buena historia. El problema es que últimamente parece que abusa de esa plantilla y acaba haciendo siempre la misma película. Siempre la misma receta. Una historia muy básica envuelta en jazz, pedantería y algún chistecillo suelto. Así también hago yo una peli al año. Y 6. Será la edad (recordar aquí que en 2017 Woody cumplirá 435 años). La misma edad que le obliga desde hace tiempo a permanecer exclusivamente detrás de la cámara y poner a un imitador que camine como él, actúe como él y sobre todo y por encima de todo tartamudee como él. Eisenberg cumple perfectamente con lo que se le pide y se descubre aquí como un buen imitador. A mi, sinceramente, tanto tartamudeo me pone de los nervios. Pero bueno, es lo que se le pedía y es lo que hace. Cumple. Lo de las chicas ... . Kristen Stewart es aburrida hasta decir basta. De verdad, creo que vi algún mosquito este verano con más sangre que esta chica. Tan aburrida me parece que ni guapa la veo (y eso que pasa por ser una de las tías más buenas del mundo). Igual es por el asco que le cogí después verla rodeada de vampiros sosainas y hombres lobo metrosexuales. Vete tú a saber. La que si me parece guapa guapa es Blake Lively. Tan guapa como desaprovechada a lo largo del film. No pinta nada. Su papel es necesario para la historia, así que se cubre y ya está. Sin más. Lo importante es la otra historia. Y
de repente Steve Carrel. De los actores de la película es el mejor con diferencia. Juega en otra liga. Él es lo mejor de la peli. Por lo demás, poquito que llevarse a la boca, aún reconociendo que la factura es perfecta, propia de un artesano del oficio. Aunque claro, qué menos se puede esperar de un señor que ya estaba ahí cuando los Lumiere inventaron el cinematógrafo ...
Aresano
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27 de agosto de 2016
13 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Desde hace cierto tiempo, ir a ver una película de Woody Allen se ha convertido algo así como ir a jugar a la ruleta: no sabe uno nunca lo que puede encontrarse. A veces, un eco de mediocridad de la fabulosa e ingente filmografía de este autor, otras un infame reflejo de lo que antaño pudo hacer este guionista y director, y otras veces –las menos, para qué vamos a engañarnos…- otra genialidad que incluir en la imprescindible obra de uno de los nombres más ilustres de la historia del cine, por derecho propio. Una de cal y otra de arena… y ahora ha tocado la de cal.
Por cierto, que no estoy en absoluto de acuerdo en que un genio de una determinada disciplina tenga “carta blanca” para poder hacer lo que le de la gana: todo artista –sea de la disciplina que sea- debe ofrecer su mejor visión al público, y saber cuándo dejar de emitir su discurso, bien por hartazgo o bien porque no tiene nada más que contar (y en el caso del cine tenemos casos dolorosos como los de Billy Wilder o Alfred Hitchcock, incontestables genios que en sus últimas destrozaron la memoria de sus mejores trabajos…). Pero el caso de Allen es decididamente paradójico, porque contando lo mismo una y otra vez, consigue renovar su discurso, bien porque evoluciona como artista, o bien porque se rodea de otros guionistas que hacen avanzar su narrativa y lenguaje, renovándolo.
“Café Society”, rescata el complejo universo de Scott Fitzgerald, adoptando la romántica desolación de los protagonistas en el carnaval que se termina convirtiendo una comunidad de valores tan vacíos como la fama, el dinero, el prestigio o la ambición, superponiéndolos a las más elementales emociones humanas. Aunque la fórmula ya fue tocada por Allen con gran ingenio en “Celebrity” (y en general, en casi toda su filmografía…), ahora va un paso más allá, situando a nuestros dos protagonistas –un joven recién llegado a Los Angeles en busca de trabajo y fortuna y la secretaria de su tío, antaño aspirante a estrella de cine y conformada en una mediocre vida…- en un verdadero carrusel existencial que les lleva a vivir en muy poco tiempo todo tipo de encrucijadas morales y sentimentales.
Lo mejor es que todas las claves de Allen –el Jazz, el humor, con brillantísimas y agudas reflexiones sobre la vida y la muerte (“vive todos los días como si fueran el último…porque alguna vez terminarás acertando”)- están perfectamente encajadas en una estructura clásica, que además lo es argumentalmente al estar ubicada en los Hollywood y Nueva York más gloriosos de los años 30, con una inagotable galería de personajes relaconados con el mundo del cine -poderosos productores, ambiciosos agentes artísticos-, gángsters, intelectuales nihilistas y hasta joyeros judíos. Es como si Allen hubiera hecho un compendio de todo su imaginario admirado y personal y lo hubiese plasmado en una sola historia (eso sí, aquí no aparecen personajes famosos como en “Midnight in Paris”).
Eisemberg es el enésimo actor que encarna al alter-ego de Allen, y tiene a favor que no está tan sobreactuado como en sus anteriores trabajos (especialmente ridículo es su papel de Lex Luthor en “Batman Vs. Supermán”, que le perseguirá hasta el resto de sus días, y si lo vuelve a repetir –como todo parece indicar- en muy poco tiempo ya no tendrá otra identificación posible…), componiendo de manera comedida al advenedizo protagonista de la historia junto a la crepusculiana Kristen Stewart, menos cargante de lo habitual. Allen además saca lo mejor de todos los actores que participan en sus películas y desde la adorable Blake Lively hasta Steve Carell o Parkery Posey, todos absolutamente todos están geniales (aunque está extendido el rumor de que deja hacer a sus actores todo lo que quieren, y no se mete para nada en sus interpretaciones, se está descubriendo que es quizás el mejor método posible para destilar lo mejor de ellos…).
La esplendorosa fotografía del gran Vittorio Storaro dota al film de una exquisita elegancia que nos hace viajar al soñado universo de las grandes estrellas de cine Hollywood, y Allen logra rematar un film bastante redondo, balanceado en la narración y que te atrapa desde el principio hasta el final en esta parábola preciosa y melancólica del amor y la ambición, quizás dos de los pilares fundamentales no solo de esa sociedad que plantea Allen en su película, sino de cualquier sociedad posible. Quizás me sobraba la voz en “off” que tiene un innecesario toque explicativo.
En la ruleta de la que hablábamos al principio, en esta ocasión nos ha salido el mejor número y el mejor color para que nos toque un gran premio, porque “Café Society” además de ser un producto muy entretenido y divertido, traza una emotiva reflexión como en los mejores trabajos de Woody Allen, sin tonterías, sensiblerías ni pamplinas. De las mejores de este director en sus últimos trabajos, junto con “Match Point”, aunque sin la teatralidad impostada que sobraba en ese título. No hace falta.
Federico_Casado
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24 de septiembre de 2016
15 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Soy seguidor de la filmografía de Woody Allen, pero lo último que realmente me entusiasmó fue Match Point.
Y con esta no ha sido diferente, me ha parecido algo ya visto antes. Demasiada voz en off y un relato aburrido, que intenta camuflar con mucha verborrea y una gran fotografía del maestro Vittorio Storaro.
Pienso que si se hiciese el experimento de visionarla sin la firma de Woody, unos cuantos críticos no hablarían de obra maestra con tanta alegría.
floro
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28 de agosto de 2016
13 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
La historia no levantará pasiones, mucho me temo, porque resulta que es un amor juvenil escrito y dirigido por un hombre mayor, y se nota. No hay pasión, lujuria, no porque no se vea, sino porque se adivina que falta. Esto no es hablar mal del film porque nadie duda de la sabiduría de este cineasta, es sencillamente, notar la falta de algo. Ahora bien, por lo demás, están todas las demás neuras clásicas suyas, que no son reiteraciones, sino modelos (siendo malvados diremos que en cotas más bajas de humor e ironía a lo que nos tiene acostumbrados).

Pero para dar una opinión lo más certera posible de este trabajo, diremos que en esta historia hay que acudir un poco como de mirón. Son muchos los personajes que se nombran y algo se cuenta de ellos, pueden ser chismes auténticos, recordemos que Allen estuvo allí. Total, que te va contando cosas y sin implicarte mucho conoces a gente muy importante, altos cargos y viejos conocidos del cine, hemos oído de ellos cientos de veces, y en medio de este lujo y estos negocios aprovecharemos para nombrar a un acertadísimo Steve Carrell que se lleva la palma.

Destacaremos el humor negro soterrado, marca Allen, que es lo mejor que hay, inigualable, que cuando no aparece se echa de menos. Como acierta y como afina Allen cuando incluye en sus historias a esos gangsters prudentes, que están ahí pero no se les ve nada más que cuando toca hacer el trabajo sucio. Y terminaremos diciendo que el film es un trabajo de maestro, no es nostálgico, más bien vitalista, con un recomendado muy finolis en medio, que ya de entrada busca que se lo den todo hecho, hasta en el amor (sí, porque a la secretaria se la colocan también a huevo), pero bueno, cada uno es como es, y unas presencias orbitales familiares que completan el conjunto de forma necesaria.

Para asistir como invitado mirón o como oyente, la película cumple sin más, en la línea de un cineasta que lo tiene todo demostrado.
floïd blue
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29 de agosto de 2016
13 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Café Society no me defrauda. Lo que me esperaba lo da. Woody Allen en los años 30 con amores y desamores, con jazz y con alter egos, con rubias y morenas. Con buenos actores y con buenas, muy buenas frases. Creo que cuando se pone a escribir sus guiones, es cuando mejor se lo pasa Woody Allen. ¿En qué momento después de su muerte nos encontraremos con esos documentos manuscritos descubiertos en el fondo de un cajón del baúl de los recuerdos de Woody Allen?

¿Dónde radica la diferencias entre las historias escritas por él y los resultados cinematográficos que vemos en la gran pantalla?

Lo ha dicho él y lo sigue diciendo si le preguntan por ello, que sus películas, lejos de colmarle de gusto, son imperfectas o incluso horribles. Más allá de la boutade típicamente alleniana, es en estas últimas películas suyas cuando podría aplicarse ese aserto autodestructivo de forma más correcta. Las irregulares películas de los últimos años denotan que Allen sigue teniendo ideas e intenciones, y que títulos como Blue Jasmine (que, al contrario de lo que se dice, a mí me parece una floja película) o Magic in the Moonlight, me demuestran que no siempre un buen sustento de guión provoca una buena película en Allen. En los últimos tiempos.

Y aquí, en Café Society, por momentos pasa lo mismo. Y evidentemente hay chispazos, hay golpes de genio, pero también hay momentos muertos, más de uno.

Puestos en materia, Woody Allen visita para la trama de su película el Hollywood de Los Ángeles y el Nueva York en los años 30, y nuevamente demuestra que, puestos a elegir, lo que manda es su amor por la ciudad de los rascacielos. Y la película para mí que gana enteros cuando sucede en Nueva York. ¿Lástima que quizá la parte hollywoodiense se haga un poquito larga? Los actores cumplen aunque no destacan.. Hay buenas sub-historias de secundarios (ese hermano gangster, ¡esos padres!) pero también hay cierta dispersión de personajes. Y sí, la fotografía de Vittorio Storaro es sobresaliente... quizá demasiado sobresaliente y ya se sabe que si algo sobresale del resto, la película tiene todas las de flojear o cojear.

Así las cosas, por qué digo felizmente Woody Allen. Por eso, porque cada vez que resale el genio, aunque sea sólo de vez en cuando, nos recuerda que a la hora de revisar su filmografía hay que acudir a las ya consabidas-películas-de-siempre, porque los deja-vu que estamos viendo en la última parte de su cine claro que tienen un origen. Por supuesto. Este mismo señor de siempre que felizmente nos sigue sacando aunque sólo sea una sonrisa con los tópicos chistes sobre judíos.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
cassavetes
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